Las variables macroeconómicas “reales”, según las llaman los economistas, exhiben mejores resultados que las financieras y cambiarias en las puertas de las PASO. El empleo crece aunque no mejoran salarios ni calidad, la actividad industrial se mantiene a flote y los ingresos evolucionan en línea con la inflación general. En la última semana se vivió el ya tradicional nerviosismo y especulación cambiaria pre-electoral, el cual tendrá consecuencias inflacionarias sobre el índice de agosto. Las reservas brutas en franca caída. El escenario que se abre de aquí hacia fin de año dependerá de la pericia del actual gobierno pero también de los resultados de las elecciones de octubre.

Empleo. El crecimiento del empleo total registrado (4,1 por ciento interanual en mayo) suma ya dos años y algunos meses ininterrumpidos y puntualmente el trabajo registrado privado asalariado suma casi tres años en alza (3,7 por ciento interanual en mayo). Si no se contempla el empleo en el sector público sobre el total, el mercado laboral argentino puede dividirse en tres tercios: los formales asalariados, el empleo informal y por último los autónomos. El asunto es que estos dos últimos también crecieron notablemente. La tasa de empleo asalariado sin descuento jubilatorio alcanzó en el primer trimestre del año un máximo de 36,7 por ciento desde 2008 (año de la crisis financiera internacional de la subprime). Los autónomos, monotributistas y monotributistas sociales crecieron a tasas récord entre 2021 y 2022 producto de la pandemia. Aun así y en suma, la tasa de desempleo fue 6,9 por ciento en el primer trimestre.

Salarios. Otro dato que opaca el panorama del mercado laboral es la magra érformance de los salarios y eso se debe, en buena medida, al cambio en la calidad del empleo mencionado. En los últimos cuatro años el salario registrado en el sector privado creció en línea con la inflación, lo cual significa que no logró recuperar los casi 25 puntos perdidos durante la gestión del gobierno anterior. Por el contrario, el salario informal siguió perdiendo y considerablemente. Los últimos datos disponibles a mayo de 2023 arrojan un crecimiento interanual del salario formal privado de 109 por ciento y entre informales del 77 por ciento, mientras que la inflación orilló 114 por ciento en dicho mes. El salario mínimo vital y móvil recibió un impulso en mayo pero en junio volvió a quedar rezagado respecto a la inflación, mientras el haber mínimo crecerá en septiembre 127,3 por ciento interanual según el último anuncio del gobierno y quedaría por arriba de los precios. “Los últimos serán los primeros” era una meta del oficialismo actual que no pudo ser cuidada.

Actividad. La producción industrial todavía se mantiene a flote, acumula en el primer semestre del año un avance del 1,3 por ciento respecto a igual período del año anterior. Los sectores que vienen mostrando un buen dinamismo son el automotor, la fabricación de electrodomésticos y equipos electrónicos (que en 2022 se había visto entorpecida por las restricciones a importar), la industria metalmecánica y la refinación del petróleo. Por el contrario, se ve un retroceso de aquellas ramas vinculadas con la agroindustria, como la fabricación de alimentos y bebidas, de agroquímicos y maquinaria agrícola. En cuanto a la actividad económica en general se siente un menor aporte relativo de la industria. El estimador mensual de la actividad económica que mide el Indec acumula una baja de 1,3 por ciento a mayo. La explotación de minas y la actividad en hoteles y restaurantes mantienen un buen dinamismo mientras la agricultura y la pesca anotan variaciones negativas en lo que va de 2023.

Reservas. En lo que va del año el Banco Central vendió 20.500 millones de dólares en términos netos, cifra que emula el monto total perdido en exportaciones agropecuarias por la sequía pero que además refleja la venta de divisas para financiar importaciones, para intervenir en el mercado financiero del dólar Mep y para que las empresas puedan devolver a sus casas matrices o bancos del extranjero parte de sus vencimientos de deuda, además de las cancelaciones al FMI que prácticamente se netean con los desembolsos excepto en los últimos meses donde el acuerdo tambaleó. El resultado comercial acumulado al mes de agosto fue negativo por 4.400 millones de dólares. Las exportaciones acumulan una caída del 25 por ciento y las importaciones del 8,5. El gobierno desplegó múltiples alternativas para poder cumplir con sus obligaciones: activación del swap con China, préstamos de bancos internacionales, pagos en yuanes y en DEGs.

Tipos de cambio y precios. En lo que va de agosto, se asitió a fuertes trepadas en las cotizaciones del dólar contado con liquidación, el Mep  y el blue. Fue la mayor alza para la brecha CCL versus oficial en períodos pre-PASO, pero no así para la brecha Mep porque estuvo intervenido por el gobierno. A su vez el dólar oficial que orilla los 295 pesos, aceleró en las primeras dos semanas de agosto el ritmo de ajuste diario. La incidencia que tendrá el nerviosismo cambiario de las últimas ruedas sobre el índice de precios se sentirá plenamente en agosto, a lo cual se suma el impacto de las medidas previas de reconocimiento de un dólar diferencial a más productos del agro. Restará ver la capacidad del gobierno para neutralizar esas tendencias alcistas.