Vuelve el Festival de les Chiques María Elena Walsh (MEW) para celebrar su 13º edición. Pero esta vez será especial. Por primera vez, el clásico evento anual del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), sale a rodar y llega a la Biblioteca Popular Del otro lado del árbol, ubicada en el Parque Saavedra de la Ciudad de La Plata (Calle 14 entre 66 y 67), gracias a la participación del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. Será este sábado, desde las 14, con entrada libre y gratuita.

El encuentro familiar que todos los años se desarrolla en la casa cultural y educativa de las Madres de Plaza de Mayo, ubicada en la ex Esma (Av. del Libertador 8151), tendrá como siempre una programación con propuestas interdisciplinarias. Conducido como siempre por Los Cazurros, el festival contará con la presentación de Hugo Figueras y Pim Pau, la narración oral de VerdeVioleta Cuentos, y los Tamborcitos de Gulubú, un homenaje a María Elena Walsh por Los Tamborcitos del ECuNHi con invitades especiales. Además, habrá talleres, juegos y feria de producciones culturales.

La agrupación Pim Pau participará del encuenro

“Este festival invita a la familia entera a disfrutar, cantar, bailar, compartir y construir desde la más pura libertad, desde la ternura, desde el amor revolucionario y desde la apuesta por recuperar los sueños y la esperanza”, señala Verónica Parodi, directora del ECuNHi, quien anticipa que el MEW tendrá una segunda jornada en su sede principal en noviembre, con la participación de Dúo Karma, Anda Calabaza y Las sobrinas de María Elena, entre otros.

La sede elegida para la primera fecha del festival tiene una historia especial. Su fundadora Paula Kriscautzky abrió la Biblioteca Popular Del otro lado del árbol en 2011, pocos meses después de que su hija Pilar, de cinco años, falleciera a causa de un cáncer. El dolor la impulsó a construir un proyecto literario para otros chicos y chicas. “Pasamos de la tragedia personal al abrazo colectivo. Toda una comunidad abrazó ese momento terrible que nos tocó vivir como familia, y haciendo de Pilar una bandera y estandarte de los derechos de las infancias”, comenta Kriscautzky trazando un paralelismo con la trayectoria del ECuNHi y la labor de la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Hugo Figueras aportará al festival sus canciones.

“Será una fiesta”, anticipa por su lado Ernesto Sánchez, histórico integrante de Los Cazurros, y que volverá a oficiar de conductor como en todas las anteriores ediciones. “Que chicos y grandes puedan disfrutar de enormes artistas en un mismo escenario es el espíritu del festival. Y no es casualidad que en esta ocasión nos presentemos en la Biblioteca Del otro lado del árbol. Porque este lugar, como ocurre con el ECuNHi, se caracteriza por el poder transformador del amor”, agrega.

-Se cumplen 13 años del Festival María Elena Walsh y por primera vez este proyecto sale del ECuNHi para ir a un espacio con otra historia especial. ¿Qué expectativa tienen para esta edición?

Verónica Parodi: -Desde que nos conocimos con Paula, no tuvimos dudas de que la biblioteca sería un lugar posible para que este festival salga a rodar llevando el mensaje de las Madres de Plaza de Mayo. En tiempos difíciles como estos, en los que debemos mantener viva la memoria, esta es nuestra misión. Las madres con su amor revolucionario nos marcaron un camino de lucha, de compromiso social, de militancia desde el arte siempre transformador y luminoso y en ese desafío seguimos en esta casa de la cultura y de la educación, abierta de par en par para toda la sociedad. En ese sentido, Del otro lado del árbol es mucho más que una biblioteca, porque también es un espacio social y cultural, y un colectivo que hace más de 12 años trabaja para garantizar la cultura accesible en la plaza y propiciar derechos para las infancias. Con este Festival queremos recordar a una de las grandes creadoras de este país como es María Elena Walsh. Y para homenajearla, siempre invitamos a quienes hoy siguen haciendo espectáculos de calidad para los chicos, chicas y chiques de hoy.

Paula Kriscautzky: -Para nosotros es un honor y un orgullo recibir un festival emblemático que viene de la mano de Madres de Plaza de Mayo y con esta mirada amorosa sobre María Elena Walsh, a quien admiramos y que también tiene mucho que ver con nuestro nacimiento por el amor que le tenía Pilar a esta autora. Son muchas las generaciones que han crecido cantando, inspiradas en su poética que es tan hermosa y profunda. Y estamos muy felices y ansiosos porque creemos que va a ser una jornada teñida del amor que tenemos por los pibes y las pibas.

Ernesto Sánchez: -Estamos felices y es una emoción enorme seguir siendo parte de la familia del ECuNHi y del Festival María Elena Walsh. Que nos hayan convocado para esta nueva versión Itinerante nos llena de orgullo y es una de las experiencias más lindas y conmovedoras para nosotros. Esperamos esto todo el año y esta edición particularmente estamos más contentos porque habrá doble María Elena. Tenemos una gran expectativa. Es la primera vez que el festival sale del ECuNHi, y que se pueda vivir en otros lugares es maravilloso. Como decimos siempre: traigan las lonas, las reposeras el mate o lo que quieran para vivir esta experiencia del María Elena en La Plata.

-No es usual que un proyecto cultural se mantenga durante tanto tiempo, y en este caso ya llevan 13 años de involucrarse en este evento. ¿Qué balance hacen de estos años?

V.P.: -Sostener este festival es un desafío que cada año nos compromete en cuerpo y alma. Sabemos que este festival sería muy hermoso en cualquier otro espacio cultural, pero aquí cobra otro significado. Y sin dudas nadie es el mismo después de caminar de la mano de sus hijos por este lugar. “Aquí hay que plantar vida”, nos dijeron las Madres y nos invitaron a construir esta nueva historia, casi como exorcizando al dolor desde la energía vital y comprometida del arte. Y así, donde hubo muerte hoy hay vida. Donde hubo odio, hoy hay lazos amorosos que construyen día a día desde la literatura, la música y propuestas educativas. El encuentro colectivo para la reflexión y el intercambio son los motores del Espacio cultural. Cada una de las ediciones nos conmueven mucho.

E.S.: -Yo siempre recuerdo el primer festival, hace trece años, cuando hablábamos con Vero minutos antes del comienzo, y estábamos muy ansiosos. Ella nos contaba que el sueño de las Madres era transformar el ECuNHi, uno de los lugares más siniestros de nuestra historia, en un lugar lleno de amor, que el amor vence al odio y que ese era el sentido del María Elena. A los minutos, comenzó a entrar el público, chicos y chicas corriendo, familias enteras con lonas y reposeras buscando un lugar para disfrutar de los shows, y el ECuNHi se llenó de música. Dimos la bienvenida al festival y vimos el lugar lleno de gente feliz, sonriendo y disfrutando. En ese momento, nos miramos y sentimos que el sueño de las madres estaba cumplido. Esta magia ocurre cada vez que hay un Festival María Elena. Quizás ese sea el secreto para que se mantenga en el tiempo.

- Por otro lado, la biblioteca ya lleva 12 años desde que abrió sus puertas. ¿Cómo ha ido evolucionando el proyecto en este tiempo?

P.K.: - Desde sus inicios, este proyecto ha sido muy acompañado y abrazado por la comunidad y eso hizo que creciera de forma potente desde un principio. Hoy la biblioteca tiene muchos libros que trajeron los mismos vecinos y chicos que van creciendo. Es un lugar de referencia para otros y que ha servido de inspiración para construir espacios similares en otras comunidades. Es un lugar que también nos permitió hablar del espacio público y de la democratización de la cultura. Pero además, la biblioteca es, sobre todo, un hecho político y transformador que va atravesando las coyunturas. Y en el camino nos fuimos deconstruyendo porque cuando arrancamos hablábamos de niños y hoy hablamos de infancias. La biblioteca es un lugar que está abierto todos los días y listo para recibir al que tenga ganas de entrar. Y eso lo vuelve un espacio de igualdad de oportunidades.

- Trasformaste una vivencia personal en un proyecto de construcción comunitaria. Y justamente el gran aporte de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fue trascender su dolor para construir una lucha que hoy es colectiva. ¿De qué manera influyeron en vos estas mujeres?

P.K.: - Yo soy hija de la dictadura, porque nací en 1976, y mis viejos se tuvieron que exiliar en Brasil. La lucha de Madres y Abuelas determinó quién soy, y determinó muchas de las cosas que hoy pasan en la biblioteca. Si hay personas a las que admiro son ellas porque a partir del dolor más impresionante, como es la pérdida de un hijo o un nieto, ellas supieron trascender eso desde el amor y además defender la importancia de no olvidar, tener memoria y de contarnos quién fueron sus hijos y qué querían ellos de este mundo. Siempre miro dónde están ellas para saber dónde hay que estar.

- María Elena Walsh es, sin dudas, una figura inspiradora que sigue interpelando a las nuevas generaciones. ¿A qué creen que responde esa vigencia?

V.P.: - María Elena es parte de nuestra memoria cultural que traspasó generaciones y fronteras. Nos dejó una huella indeleble en la historia, porque sus versos y melodías permanecen intactos. Siempre que escuchemos su música podremos encontrarnos en el mejor recuerdo de infancia. Es una artista inmensa que habló a grandes y chiques en un mismo idioma: el del amor, la ternura, la belleza y la alegría. Y al igual que las Madres, ella fue una revolucionaria cuya obra poética musical funcionó para todas las generaciones venideras de cantautores y trovadores dedicados a las infancias. Ella nos define, nos habla de nosotres, nos conmueve y nos encuentra. ¿Cómo no amarla y cantarla a viva voz? Esa es nuestra misión. Para que las futuras generaciones la conozcan. Ella es el espejo en el que queremos mirarnos.

P.K.: - Sus personajes tienen la esencia de la niñez, y se caracterizan por ser disparatados, algo que es propio del vuelo de la imaginación. Ha marcado a generaciones y eso se va traspasando. Quienes hemos sido felices con sus historias y su música hemos querido transmitirle todo eso a nuestros hijos también.

E.S.: - María Elena es una artista en todo sentido. En su literatura, en su música y en sus composiciones logró una libertad y una voz única sin caer en estereotipos. Nunca hizo diferencia si componía o escribía para grandes o para chicxs. Su compromiso con su obra era el mismo y eso la hace genial. Creo que por estos motivos sigue estando vigente y se convirtió en esos clásicos inoxidables que perduran en el tiempo.

- ¿De qué manera influyó su obra en sus trabajos?

V.P.: - A mí me marcó a cada paso. Me dedico a escribir canciones para las infancias y encuentro en mis versos y melodías algo que me lleva a ella siempre. Es una artista que me conmovió en lo más profundo. Me acompañó a acunar a mi hijo Francisco. Me acompaño en el aula durante los 20 años en la docencia. Y me abrió la puerta a la belleza poética y musical.

E.S.: - Pienso que nos influyó en el valor que tiene generar contenidos para las infancias. En el cuidado y respeto que hay que tener cuando creamos arte para chicos y chicas. Que no importa la edad del público sino lo que importa es el compromiso y la calidad de la propuesta artística. Podés hacer literatura, música, teatro, circo, o lo que sea, pero siempre los protagonistas son ellxs.

Pilar y María Elena

Por Paula Kriscautzky*

No caben dudas de que María Elena Walsh es patrimonio indiscutible de las infancias de los últimos cincuenta años, y que ha marcado varias generaciones. No sólo con su poesía, su música y sus personajes sino también con una forma de entender y percibir el mundo. Cuando algo lo sabés, pero ni siquiera recordás quién te lo enseñó, o de dónde lo sacaste, es porque pasó a ser parte del inconsciente colectivo. Tal es así que uno siente que no sería lo mismo la vida sin ese universo, que no habría manera de comprender el caos en el que vivimos sin El Reino del Revés, que el té no tendría sabor a nada si no cantáramos una y otra vez “estamos invitados laralala”, y las tortugas no tendrían nombre y Pehuajó sólo sería una ciudad más de la Provincia de Buenos Aires.

En enero de 2011, María Elena cantó su última canción, y en enero de 2011 Pilar escuchó su última canción. Siempre ha sido un alivio pensarlas juntas pescando la luna con una cañita de bambú. Pilar y María Elena siempre presentes en nuestro cielo de tierra para recordarnos que andamos necesitando un país florecido para las infancias.

 

*Maestra de nivel inicial y fundadora de la Biblioteca Popular Del otro lado del árbol.