La policía romana desalojó ayer en medio de incidentes a un centenar de inmigrantes africanos que acampaban desde el inicio de semana en una plaza céntrica de la capital italiana (foto). El operativo policial fue luego criticado abiertamente por la Iglesia, Unicef y Médicos Sin Fronteras.

El operativo se llevó a cabo durante la madrugada en la Plaza Independencia de Roma, a metros de la estación de trenes Termini, y culminó con dos detenidos y algunos agentes agredidos con piedras y hasta algunas garrafas de gas vacías, según mostraron las imágenes divulgadas por el canal de noticias RaiNews. Para desalojar el espacio público en el que estaban hace dos días casi 100 personas, la Policía empleó camiones hidrantes y desplegó decenas de uniformados con escudos y bastones. 

Los migrantes, en su mayoría provenientes del denominado “cuerno de África” (Etiopía y Eritrea), habían sido desalojados entre el sábado y el martes de un edificio cercano que estaba totalmente ocupado desde hacía cuatro años, según la reconstrucción hecha por la comuna local. Según la fuerza de seguridad local, el procedimiento fue urgente y necesario luego de que los acampantes rechazaran la oferta de ser trasladados a un centro temporario que les había ofrecido el gobierno de la alcaldesa romana Virginia Raggi. Al grito de “Italia vergüenza”, en rechazo al procedimiento inédito en los últimos años, algunos de los migrantes se concentraron sobre la Via Cavour, a metros de la Basílica de Santa María la Mayor.

Durante la tarde, algunos de los migrantes desalojados seguían en los alrededores de la plaza, cerca de la estación Termini, una zona de intenso tránsito de personas de la capital. “Fuimos despertados con el agua de los hidrantes, y a algunos nos agarraron de los pelos golpeando con los bastones”, denunció una de las mujeres desalojada, según la edición online del diario La Repubblica. 

El operativo fue duramente criticado por Unicef Italia, que lamentó que el desalojo se diera bajo los ojos aterrorizados de los niños que habían sido dejados junto a sus familias luego del primer desalojo. “Estos niños, después de haber asistido a escenas de guerrilla urbana, fueron cargados en buses de las fuerzas del orden y llevados a la comisaría. Algunos testimonios nos cuentan que continuaban gritando y golpeando los vidrios con las manos durante el trayecto a causa del miedo”, dijo el vocero de la organización humanitaria, Andrea Iacomini. 

La Iglesia local no tardó en sumarse a las críticas y el delegado de la sección Migrantes de la Conferencia Episcopal del Lazio y Obispo Auxiliar de Roma, monseñor Paolo Lojudice, pidió políticas de convivencia pacífica para una integración real. Por su parte, Médicos sin Fronteras denunció que una anciana resultó herida tras ser alcanzada por uno de los camiones hidrantes, y que otras 12 personas tuvieron que ser atendidas por la dureza del operativo, incluidos cuatro casos en que los migrantes fueron retirados en ambulancia. 

El desalojo se inició al mismo tiempo que en la norteña Milán se conocía la noticia del suicidio de un inmigrante afgano de 34 años, deprimido por las condiciones de vida en un centro de acogida, que había sido rechazado en la frontera con Austria.