El líder norcoreano Kim Jong-un llegó este martes a Rusia en un tren blindado para reunirse con el presidente Vladimir Putin, un encuentro que despertó una ola de especulaciones sobre la posibilidad de que ambos países firmen un acuerdo armamentístico en plena guerra rusa con Ucrania. Tanto rusos como norcoreanos confirmaron la futura reunión pero no detallaron ni la fecha exacta ni el lugar. El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo apenas que la cumbre se celebrará esta semana y que tratará sobre temas "sensibles" para los dos países.

Kim salió el domingo de Pyongyang en su tren privado verde y dorado, acompañado por una importante comitiva de oficiales militares, según las imágenes difundidas por la prensa oficial del primer viaje al extranjero del líder norcoreano en cuatro años. La primera vista de Kim Jong-un a Rusia fue en abril de 2019 y también viajó en un tren blindado. 

La delegación que acompaña al líder norcoreano incluye a militares y al jefe de la diplomacia. Entre ellos está el segundo al mando del ejército, Ri Pyong Chol, blanco de sanciones de Estados Unidos y la ONU por su papel en la dirección de los programas de misiles balísticos del país. Kim salió brevemente de su transporte en la estación de tren de Kazán, en el lejano oriente ruso, donde fue recibido por el ministro ruso de Recursos Naturales, Alexander Kozlov, y el gobernador de esa región rusa, Oleg Kojemiako.

"Una visita de este nivel es un buen mensaje para el desarrollo de los contactos directos con nuestros colegas en Corea del Norte", dijo Kojemiako en su cuenta de Telegram. Putin está en Vladivostok para un foro económico anual que termina el miércoles y no hizo comentarios sobre la visita. Hasta el momento se sabe que Putin organizará un almuerzo en honor al líder norcoreano, habrá una reunión con las delegaciones de ambos países y un cara a cara entre el jefe del Kremlin y su homólogo.

En la agenda figurarán las relaciones y la cooperación bilateral, los vínculos comerciales y económicos, los intercambios culturales, asuntos internacionales y regionales, y "temas sensibles". Esta última mención de Dmitri Peskov es interpretada como una confirmación de que los dos líderes hablarán de un acuerdo de suministro de armas por parte de Corea del Norte a Rusia, inmersa desde hace 566 días en la guerra que lanzó en Ucrania.

¿Acuerdo armamentístico? 

Los analistas creen que la visita terminará con un acuerdo de venta de armas, pese a las advertencias de Estados Unidos. Las sospechas de Washington radican en la necesidad de Moscú de adquirir nuevos suministros de municiones y proyectiles, después de más de 18 meses de guerra con Ucrania. Del lado norcoreano pesa la falta de efectivo y alimentos que sufre Pyongyang, debido a años de sanciones internacionales por su programa de armas nucleares.

El vocero del Departamento de Estado de EE.UU., Matthew Miller, recordó a ambos países que "cualquier transferencia de armas de Corea del Norte a Rusia violaría múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU". Miller sostuvo que el hecho de que Rusia "tenga que rogarle a Corea del Norte apoyo militar", habla de la efectividad de las sanciones y controles a la exportación. "Para nosotros son importantes los intereses de nuestros dos países y no las advertencias de Washington", le replicó el canciller ruso Peskov.

Corea del Norte ya está bajo sanciones impuestas por la ONU y Estados Unidos por su programa de misiles balísticos, que siguió desarrollando a un ritmo vertiginoso durante los últimos dos años. En ese período probó docenas de misiles, incluidos los balísticos intercontinentales, que en teoría podrían lanzar una ojiva nuclear sobre el territorio de Estados Unidos.

Moscú, por su parte, necesita municiones y armas pequeñas para usar en el frente de Ucrania. Putin y su ministro de Defensa, Serguei Shoigu, ordenaron a la industria de defensa del país que duplique la producción de armas, pero según la inteligencia occidental y ucraniana, no consigue producir misiles con la misma rapidez con la que los gasta en Ucrania. Rusia también tiene que buscar tecnología de punta y microchips en países "amistosos" dispuestos a exponerse a sanciones.