A Santiago Maldonado no le gustaban las fotos ni las redes sociales. Quiso la paradoja de su destino que las imágenes de su rostro y su nombre se hayan esparcido por doquier en una búsqueda incesante de su familia, la sociedad organizada y cada vez más ciudadanos de a pie. Y también es el material fotográfico que acompaña estas líneas el que ratifica el relato de comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia de Cushamen sobre la cacería que protagonizaron cuatro escuadrones de Gendarmería en su territorio, durante el operativo represivo en el que desapareció Maldonado. De hecho, los mapuches habían asegurado el mismo día de la represión que también les tiraron con balas de plomo, tal como evidencian las imágenes que son parte de las pruebas analizadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, en el expediente donde esta semana el organismo pidió medidas cautelares a Argentina por la desaparición forzada del joven artista y tatuador, y a las que PáginaI12 tuvo acceso exclusivo. “Ingreso de bala de plomo de grueso calibre”, “perdigones de plomo incrustados” y “niño mostrando perdigones de bala de plomo”, se describe en las fotos de la casilla de guardia baleada que la CIDH adjuntó a su expediente. 

Los mapuches denunciaron que fueron reprimidos pese a que había niños.

 

En las imágenes también quedan reflejadas la entrada y salida de las camionetas de Gendarmería por la tranquera del predio que los mapuches ocupan allí en Vuelta del Río, Cushamen, donde el empresario italiano Luciano Benetton tiene su estancia y sus otras 900 mil hectáreas de tierras. Es el mismo lugar donde fue fotografiado Pablo Noceti, el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad.

Las fotos muestran, además, el incendio de las casillas, dos rastros de vehículos a pocos metros de donde fue encontrada una prenda de Santiago, los menores retenidos y custodiados por los gendarmes, y el encuentro de uno de ellos y su madre con Mabel Sánchez y Julio Saquero, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Esquel, que acudieron al lugar porque los mapuches habían gritado “falta uno, falta El Brujo”. “Éstas son las pruebas contundentes por las cuales la Comisión dio verosimilitud a los hechos, a diferencia del Gobierno que aún hoy los sigue negando, y en tal sentido dictó las medidas cautelares urgentes para dar con Santiago e investigar lo sucedido”, dijo a este diario uno de los investigadores del caso. “El dato fidedigno es que pertenecía a Santiago esa prenda que se encontró cerca de la huella, y así se informó a la CIDH”, agregó.

No usaba Facebook

Lejos de no querer colaborar, la familia del joven artista tuvo la previsión de dar cada paso en Tribunales con sus propios peritos. Así, el viernes Stella Peloso y Enrique Maldonado viajaron desde 25 de Mayo hasta Mercedes para concretar la extracción de sus muestras de ADN. El juez federal de Esquel Guido Otranto había enviado a su par de esa localidad un pliego de preguntas que el matrimonio respondió. “No usaba Facebook ni correo electrónico porque a Santiago no le gustaban las fotos, ni le gustaban las redes sociales”, dijo su mamá. La última vez que habló con él fue el 27, y en esa conversación le manifestó que volvería a 25 de Mayo a visitarla, pero que antes pensaba pasar “a despedirse de un amigo que estaba en la comunidad mapuche de El Maitén”, tal como ya informó Página/12.

Una de las camionetas que utilizó la Gendarmería.

Sobre el teléfono celular de su hijo que se habría activado en Chile –aunque esa versión también podría ser una de las pistas falsas que viene sembrando el gobierno en la investigación, como indicó a este diario una fuente con acceso a la causa–, la señora Peloso confirmó que no era de Santiago sino que se lo prestaba un conocido para difundir un número adonde podían llamarlo para pedirle un tatuaje. Y agregó que el 31 de julio le hizo una carga de crédito al único número con el que se comunicaban entre ellos. Preguntado Enrique Maldonado si deseaba agregar algo más, contestó que a su hijo mayor, Sergio, “toda la gente de El Bolsón le comentó que Santiago se trataba de una persona buena, a la que todos estimaban”.

Veintiocho imágenes

Al abrir los archivos documentales que envió la agrupación Naturaleza de Derechos, que pidió la intervención de la CIDH por la desaparición forzada de Maldonado, los funcionarios de ese organismo vieron en primer lugar una imagen de “rastros de camioneta en cercanías de donde fue encontrada la prenda de Santiago”. Esa prenda con un dibujo de una calavera pertenece al joven desaparecido (en la primera foto suya que circuló en las redes llevaba una con el mismo motivo en su cabeza). “No sirvió porque la habían usado otras personas, pero en un arbusto cerca del río la división canes encontró un gorro blanco que era de Santiago y eso sí fue lo que se usó para rastrillar”, aclaró la fuente. Los perros también habían buscado el rastro de Santiago con otra prenda que aportó su amigo, Ariel Garzi.

La prenda con el dibujo de la calavera que pertenece a Maldonado.

Las fotografías reflejan idénticos escenarios a los relatados a PáginaI12 por el defensor oficial Fernando Machado, tales como la presencia de niños durante el operativo represivo. Pocas horas después, y luego de una audiencia entre Machado, la fiscal Silvina Ávila, la APDH y un comandante de Gendarmería, se hicieron varias medidas en el lugar donde fue visto por última vez Maldonado. “El perro encontró una gorra de Santiago, y tomó una senda que ratifica lo que declararon los miembros de la comunidad, se pudieron levantar huellas de vehículos de Gendarmería dentro del territorio, que también concuerda con esos dichos”, había dicho Machado a este diario en una entrevista publicada el 9 de agosto y agregado que “ellos manifestaron que hubo tiroteo de balas de goma y de fuego”. Lo mismo relataron los mapuches en la denuncia que radicaron los abogados Fernando Cabaleiro y Carlos María González Quintana ante la CIDH, con las imágenes  que acompañan esta nota como prueba de sus palabras.

 

“Perdigones de plomo incrustados”, se describe en la foto que la CIDH adjuntó como prueba a su expediente.

 

Los gendarmes en la tranquera de ingreso al predio que ocupan los mapuches.