Un poco de historia del rock argentino... Existió un lapso entre el desbande de La Cofradía de la Flor Solar y el nacimiento de Punch que se llamó La Cofradía de la Nada, y que apenas se conoce por dos sencillos motivos: no grabó nada -precisamente- y el territorio de acción fue Ibiza, lejos de aquí, y más en esos tiempos. Un poco por ambas cosas, entonces, y otro poco por un año tan hostil para el género como 1975, esa cofradía alternativa quedó allí, refugiada en el cofre del tiempo. Algo similar le pasó a un trío satélite de ella que armaron un anterior cófrade -Juan Fernando “Kubero” Díaz-; un posterior Punch -Miguel Cantilo- y quien aportó eso de la nada a la Cofradía: Miguel Abuelo.

“Estábamos un día en casa cuando de repente se apareció Abuelo y empezamos a tocar en una línea acústica que me encantó”, evoca Díaz, cincuenta años después, pero con la memoria intacta. “Yo estaba en una onda brasileña, con muchos amigos brasileños con los que hacíamos música y surgían ritmos muy copados. Miguel se volvió loco y así empezamos a juntarnos con el otro Miguel (Cantilo) que también andaba por ahí”. Poco se sabe, y está Kubero para desasnar, que La Cofradía de la Nada tocó incluso en el primer festival de rock de las Islas Baleares, en la Plaza de Toros de Ibiza, y en Formentera, donde el trío llegó a compartir escenario con Van Der Graaf Generator. “Van del Graaf nos partió la cabeza, ese violín eléctrico con pedalera de Hammill, uf...”, evoca Díaz, que también extrae de su prodigiosa memoria el origen contemporáneo de temas que serían parte del primer disco de la segunda formación de Los Abuelos de la Nada –“En la cama o en el suelo”, por caso-, y de otros compuestos por su dupla con Cantilo.

Hete aquí –ahora sí- el propósito central de esta nota. Se trata de la flamante edición de Canciones del sur, disco grabado hace dos décadas durante una gira por la Patagonia en la que Cantilo y Kubero recrearon la impronta y ciertos temas de aquel trío nacido en las Islas Baleares, pero con Rubén “Mono” Izarrualde haciendo las veces de Abuelo. “Después de aquellos shows en Ibiza, siempre estuvo flotando la idea de rearmar el trío, pero nunca lo pudimos hacer, porque Abuelo se nos fue. Así quedó la cosa, hasta que nos encontramos zapando temas con el Mono. Era la pieza que nos faltaba para rearmar el trío: una voz poderosa en los graves y una flauta única de personalidad casi salvaje”, cuenta y define Kubero. “Yo entré cuando las canciones ya estaban compuestas… mi rol fue tocar y cantar”, refrenda Izarrualde. “Cuando Kubero y Cantilo me dijeron que iba a reemplazar a Miguel Abuelo, por un lado salté en una pata pero por otro temblaba, porque Abuelo era un tremendo referente del rock. Igual, no podía pasar otra cosa que sintonizar, porque Kubero es un hermano para mí y Cantilo un amigo, un gran compañero. ¿Cómo iba a decir que no cuando me ofrecieron hacer este disco? ¿Iba a negarme tocar estas canciones sureñas que yo conocía? De ninguna manera, viejo”.

Las quince tomas de Canciones del sur, que fueron masterizadas por Anael Cantilo en España, provienen de dos conciertos ofrecidos por la remozada triada en la gira patagónica realizada en 2003. Uno en Radio Alas de El Bolsón y el otro en una Biblioteca de Bariloche. De tales quince canciones, doce pertenecen a la dupla Kubero-Cantilo, una –“Que sea el sol”- a Cantilo solo; otra –“Blues del éxodo”-, suma al del Pedro y Pablo los créditos de Pappo, Néstor Paul y “Quique” Gornatti; y una tercera es de Díaz solo: “Blancos campos sureños”.

-Cuanto olor tiene este tema al éxodo que encararon cuando jóvenes hacia el sur, Kubero.

Kubero Díaz: -Allí nació, sí. Me bajó una noche de Luna llena, en la que nos iluminaba una sombra larga. Estábamos instalados en una choza, en El Bolsón, en la que había buen fuego, buen calor, y los revestimientos de las paredes no estaban terminados aún. Recuerdo especialmente esto porque usábamos esas paredes como pizarrón para componer muchas de las canciones que están en este disco. La cosa fue así: Miguel escribía sus poemas en las paredes, y un día yo me levanté con la viola y los toqué todos. Me bajaron así, porque eran días en los que estábamos flotando en el cosmos.

Mono Izarrualde: -Es que Kubero es un creativo natural, un compositor desde siempre. A él le surgen los temas así. Pisa una ramita, una piedrita, mira el cielo, ve el volcán y ya compuso. Va caminando por un sendero y ya está… Es ese tipo hermosísimo, dúctil, y no hay otro guitarrista como él. Y qué decir de Miguel ¿no? Él también ve una situación, algo que lo conmueve, que lo atrapa, y escribe y te parte la cabeza. El tipo ve imágenes y eso es maravilloso.

Canciones del sur, entoncesse grabó en vivo en 2003 (con la participación ocasional del percusionista Carlos Casalla) y se publicó en 2023, pero los temas que porta fueron casi todos compuestos durante el éxodo de Cantilo y Díaz hacia el sur durante el primer lustro de la década del '70. “Muchas de ellas habían quedado inéditas, porque en ese momento hubo que exiliarse, dado el acontecer político/militar", refrenda Cantilo. "Por eso, nos pareció que esta era una buena oportunidad de que vieran la luz”.

-¿De qué manera? ¿Cuál fue el tratamiento que le dieron para conjugarlas en tiempo presente?

Miguel Cantilo: -Empecemos con que estamos hablando de conciertos en los que se busca hacer partícipe al auditorio, para que este cante y coree esos temas que invitan a ser compartidos, gracias a la labor de inmensos improvisadores como "Kube" y el Mono. Bueno, así nos sacamos el gusto y el público también. Esa fue la vuelta.

M.I.: -En mi caso, la intervención pasó por dejarme influir por Kubero y Miguel, porque la música está en el aire… Hasta el silencio es música. Y cuando eso no se entiende, no se entiende nada. Entonces, acompañar y sostener a ellos con un instrumento que es solista para poder llenar esos espacios, me atrapó. Me tiraban los tips y yo iba.

-Caso claro es el de la versión que hacen del “Blues del éxodo”, tema grabado por primera vez para Conesa, segundo disco de Pedro y Pablo. Tu participación en él, Mono, parece remitir a Ian Anderson, de Jethro Tull. ¿Es una influencia para vos?

M.I.: -Todo el mundo me habla de Ian, pero yo en realidad escuchaba más a Jeremy Staig, un flautista que grabó con Bill Evans. En realidad, no lo escuchaba a Anderson, lo escuché después. Lo he ido a ver varias veces, acá y en Londres, y por supuesto lo respeto mucho.

-En otra de las tomas en vivo, Miguel, empezás a contar la historia del tema “Las imágenes que ves entre las nubes”: “No hay nada más hermoso que recostarse en la hierba y mirar para arriba las nubes que pasan, y descifrar imágenes entre ellas, que aquí, en la Patagonia andina, cobra una importancia especial por el contorno de los cerros”… ¿Cómo sigue?

M.C.: -Sigue por la evocación del acto contemplativo que propone el paisaje patagónico relacionado con la búsqueda de la unidad espiritual. La inspiración en este tema proviene del yin y el yang, y de todas las influencias de las lecturas místicas de aquella época que en mi vida se sostienen.

-“Algo está por suceder”, otra canción del disco, no es de las inéditas. Primero la grabó Kubero con La Pesada y luego hizo lo Cantilo con el Grupo Sur. ¿Qué vuelta le encontraron a la tercera? ¿Fue la vencida?

M.C.: -Probablemente haya sido la vencida, sí, aunque semejante tema aguantaría varias más. Una con coro no le vendría mal, tipo “Hey Jude”. En fin, creo que la vuelta sorprendente de esta tercera versión es la división rítmica que propuso Kubero.

K.D.: -La grabación de este tema con La Pesada tiene el aliciente del maestro (Jorge) Pinchevsky, prendiéndose fuego con su violín en medio de un riff endemoniado, porque en esa época escuchábamos mucho a Frank Zappa. "Pin" le ponía mucho tango al fraseo. Y, bueno, qué decir de la letra de Miguel… Es tan impactante como el tema mismo.

-Otra de las canciones ya grabadas del repertorio es “Amasando pan”, que Miguel registró en el disco Apóstoles de 1975, con Kubero en guitarra. ¿Cuándo y cómo nació?

K.D.: -Surgió cuando salimos para El Bolsón por segunda vez con Miguel, su hermana María José, mi mujer Isabel, mi nena Luciana, y el “Perro” García.

-¿Inspirada en qué?

K.D.: -Uf, es larga la historia. Resulta que Daniel Beilinson, el hermano de Skay, había alquilado una casa en El Bolsón que tenía una capilla adelante, y con mi pareja y mi hija montamos la carpa ahí. Recuerdo que tuve que calentar una piedra para calefaccionarla por dentro porque, como soy asmático, se me complicaba con el frío y la humedad. Al otro día, cuando me levanté, aprendí a hacer pan. Fue la primera vez en mi vida que metí las manos en la masa. Por supuesto que me salió re duro (risas), pero ayudó mucho a la canción en la que Miguel describe el paisaje, el lugar, los movimientos de la naturaleza y la felicidad que teníamos entonces.

M.C.: -Porque aquellos eran días de mucho fogón, mucho mate, de mucho frío y lluvia, pero a la vez mucha energía. Una energía que no encontrás en ningún otro lugar de la Tierra. Fue en ese contexto que nos unió el amor por la música, que es una especie de virus contagioso, ¿no? De repente te encontrás zapando, ensayando y forjando una amistad con el paso del tiempo. En ese marco nació, entre otras, la letra de “Amasando pan”, que es una mezcla de descripción del ritual del pan con las de las largas caminatas por la serranía que hacíamos a la puesta del sol.

K.D.: -Cuando la grabamos en Apóstoles, Charly García le metió ese moog que te parte la cabeza, en medio de los fraseos y las locuras psicodélicas que me gustaba hacer. Charly acababa de recibir el instrumento, el primero que hubo en la Argentina, y para experimentarlo se vino a nuestra grabación. Y fue realmente algo explosivo. ¡Nos sentíamos Los Beatles en Abbey Road!  Alucinante, Charly… hermano maravilloso que nos ha dado Dios.

Elecciones

Milei y la ultraderecha

-Otro tema, otro clima: ¿qué piensan del crecimiento de Milei en la Argentina?

M.C.: -Estoy atento hasta cierto punto, a pesar de encontrarme buena parte del año fuera del país, y no me extraña para nada. Pero no está todo decidido. En España, donde me encuentro ahora, hubo un conato de ultraderechazo, pero quedó en intento. Personalmente, me encuentro más atento al despertar de la pesadilla que a la pesadilla misma, que no es la nacional sino la global.

M.I.: -Para mí fue sorpresivo y no tanto… No sé qué pensar. En un punto, es como una patada en los huevos. Pero, por otro lado, era algo que podía suceder, porque ninguna de las dos fuerzas tiene nada para ofrecernos. No sé. Yo nunca me fumé a Massa, ni antes ni ahora ni después. Pero, bueno, qué se yo, la Jefa decidió ponerlo ahí… y yo no estoy en su pensamiento ni en su táctica. Porque de eso se trata, de una táctica.

K.D.: -Yo solo sé que se viene un cambio muy fuerte, pero no sé si es por el lado de Milei. Siempre creo que el que piense que ganó antes de tiempo, al final puede perder.