El director de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, Fernando Peirano, explicó este jueves por AM750 por qué significa una gran ventaja para Argentina contar con una vacuna contra el coronavirus 100 por ciento nacional.

Consultado por La García sobre las características de la Arvac Cecilia Grierson, nombre del inyectable nacional aprobado esta semana por la Anmat, Peirano recordó que el virus del SARS-CoV-2 sigue circulando en el país y el mundo. La vacuna podrá ser aplicada en territorio argentino como refuerzo en mayores de 18 años.

En este contexto, expresó: “Quien tiene una enfermedad de base y puede protegerse frente a una amenaza, esta vacuna puede expresar la diferencia entre la vida y la muerte”.

Y el hecho de que sea made in Argentina da autonomía: “Hoy no necesitamos de la buena voluntad de ningún país. Lo vamos a poder hacer con una vacuna propia que tiene dos o tres ventajas”.

En concreto, dijo, las ventajas tienen que ver con que es una vacuna que fue diseñada como un refuerzo, y no una herramienta hecha “para salir de la emergencia”.

Como segundo elemento positivo, remarcó que se puede mantener a temperatura de heladera convencional. Eso es, señaló, un ahorro en los costos logísticos y permite llegar a cualquier rincón del país que no tenga la estructura.

Esto significa tener más oportunidades, herramientas propias. Esto es el desarrollo. Los que critican, me gustaría que se encuadren en si quieren una argentina desarrollada o no”, interpeló finalmente, sobre este punto.

Peirano agregó, además, un tercer elemento a la enumeración, que tiene que ver con lo económico.

“Para el año que viene en el presupuesto vamos a invertir como país, esta es la propuesta del oficialismo, en seguir protegiendo a la gente. Y ese plan de vacunación, que prevé 13 millones de dosis para la población vulnerable, implica destinar 400 millones de dólares”, comentó el funcionario.

A lo que añadió que este monto termina en los laboratorios internacionales. Sin embargo, esto cambia con la llegada de la Arvar: “Nosotros hemos invertido 8 millones de dólares en todos los costos de la investigación, en todas las fases, la empresa farmacéutica invirtió otros 7 millones y medio de dólares”.

Es decir: “Son costos directos, porque tendríamos que contabilizar los años de formación de los profesionales, los laboratorios universitarios, el Conicet. Hay una escuela atrás de la ciencia argentina que permite que con un aporte económico reducido se pongan en valor años de concomiendo”.