Poco después de que Patricia Bullrich y Mauricio Macri hicieran estallar por los aires Juntos por el Cambio, los gobernadores cambiemitas salieron con la ambulancia a juntar los escombros. Fue la última cumbre luego de un día incendiado: desde la Casa de Corrientes, los gobernadores radicales y del PRO salieron a calmar las aguas tras el bombazo que lanzó Bullrich al anunciar que respaldaría a Javier Milei (y la respuesta devastadora de Gerardo Morales, que acusó a Macri de estar feliz por "joderle" la vida a JxC). A modo de postal de unidad tras el terremoto, los referentes provinciales se mostraron juntos, ratificaron que la coalición no se había roto y llamaron a mantenerse neutrales de cara al balotaje. "Mas allá de nuestras posiciones personales, nuestro deber en este momento no es determinar quien será el próximo presidente, sino reafirmar los valores fundacionales de JxC", sostuvieron, luego de la cumbre, a través de un comunicado. 

Fue, además, la excusa para lanzar la "liga de gobernadores de JxC". "El hecho político más importante no tiene que ser cambiar figuritas. A nosotros no nos eligieron para decidir quien tiene que ser el próximo presidente en este balotaje. Nos eligieron para gobernar provincias que tienen que convivir con el gobierno nacional, sea cual sea. Y esta ligar de gobernadores llegó para quedarse", afirmó el gobernador de Chubut, Ignacio "Nacho" Torres, a modo de breve conferencia de prensa por la noche. Al cierre de esta edición, adentro del edificio ubicado en el centro porteño todavía estaban los gobernadores reunidos, participando de un encuentro que se terminó transformando en un asado.

La postal de unidad tras el terremoto

La reunión había sido convocada el día anterior por el gobernador electo de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, el de Mendoza, Alfredo Cornejo y el anfitrión, el correntino Gustavo Valdés. La idea original era hacer pie en su volumen político como gobernadores de Juntos por el Cambio --son 10 en total-- con el objetivo de sentar postura sobre el balotaje, más allá de lo que se definiera en las conferencias de prensa del PRO y la UCR. Se pretendía crear una suerte contra cumbre que hiciera valer su peso territorial y comenzar a consolidar, así, una "liga de gobernadores" que funcionara como polo de toma de decisiones en un contexto de ausencia de liderazgos. "Nosotros vamos a ser el polo opositor cuando asuma Milei o Massa, ya no vamos a estar obedeciendo las ordenes de los Macri y Bullrich", sostenía, temprano, un dirigente radical norteño.

El objetivo era mantener una postura de neutralidad y erguirse como columna vertebral de una coalición opositora que tendría, además, cientos de intendentes, 93 diputades y 24 senadores. El anuncio del mediodía de Bullrich, sin embargo, detonó los planes. En el radicalismo --y gran parte del PRO-- estaban furiosos. La novela comenzó durante la convención radical, en donde hubo críticas a cómo se había organizado toda la campaña, a la negativa de incorporar a Juan Schiaretti --se habló, incluso, de incorporar al cordobés en una futura coalición opositora--, y, fundamentalmente, a cargar las tintas sobre Mauricio Macri como principal responsable de la implosión de JxC. "Macri está feliz. Es lo que quería desde el principio. Quería joderle la vida a JxC", cerró la conferencia Gerardo Morales, minutos antes de partir para la Casa de Corrientes a reunirse con sus pares provinciales.

El escenario había cambiado y el objetivo, ahora, era intentar esbozar alguna imagen de coordinación interna tras el caótico despliegue de declaracionismo individual. Los gobernadores cambiemitas tenían que funcionar como garantes de unidad porque, finalmente, su propia gobernabilidad dependía de ello. "Macri con lo de Milei se cargó todas las legislaturas provinciales", manifestó un dirigente radical de una provincia patagónica, mientras hacía números sobre cuántos legisladores propios le quedarían si rompían con el PRO. 

El encuentro comenzó pasadas las seis de la tarde y había representación de todas las provincias gobernadas por JxC excepto una: la Ciudad de Buenos Aires. Estaba Cornejo y Rodolfo Suárez (Mendoza), Gustavo Valdés (Corrientes), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), "Nacho" Torres (Chubut),  Leandro Zdero (Chaco), Marcelo Orrego (San Juan) y Carlos Sadir (Jujuy). Por Santa Fe y San Luis fueron los vices electos, Gisela Scaglia y Ricardo Endeiza. El último en llegar fue Gerardo Morales. Jorge Macri, en cambio, decidió no participar. El actual jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, optó por ofrecer una conferencia de prensa desde la sede de Uspallata desde donde, palabras más palabras menos, sostuvo la misma postura que después anunciarían los gobernadores: ni Sergio Massa ni Javier Mieli.

"Nuestro posicionamiento seguirá siendo el de la defensa irrestricta de los valores republicanos", arrancaba el comunicado redactado por los gobernadores, que se terminó publicando pasadas las ocho de la noche. El texto, que hablaba de no "traicionar nuestra identidad ni entregarla al mejor postor", daba cuenta de que se mantendría un postura de neutralidad frente al balotaje y que, en todo caso, cada dirigente tendría la libertad de elegir a quien se respaldaba. 

Se buscó así bajarle el tono --e incluso desdecir-- a Morales, que había acusado a Bullrich de romper con el espacio por respaldar a Milei. "Nosotros no somos quienes para indicar a quien votar. Si los dirigentes de JxC quieren pronunciarse pueden hacerlo", afirmó Cornejo, poco después de que saliera el comunicado. 

Morales salió poco minutos después, más sosegado pero con cara de pocos amigos: "Cerramos filas", sintetizó.