Desde Nueva York

El británico Andy Murray, el español Rafael Nadal, el serbio Novak Djokovic y... No, no falta el suizo Roger Federer. Para completar el Big Four de los mejores devolvedores del circuito hay que añadir al argentino Diego Schwartzman, que hoy enfrentará al español Pablo Carreño en busca de su primera semifinal de Grand Slam.

Con su 1,70 metro, que lo convierte en el jugador más bajo del circuito, Schwartzman se transformó en un experto en devolver los servicios de los gigantes que pueblan el circuito. De acuerdo con las estadísticas de la ATP, el Peque es el segundo mejor restador del mundo en el último año, sólo superado por Murray y por delante de Nadal y Djokovic.

“Soy petiso. O aprendía a devolver bien o no podía jugar al tenis”, dijo alguna vez con sinceridad Schwartzman, que gana el 33,5 por ciento de los puntos ante los primeros saques de los rivales y logra el 56,3 sobre los segundos servicios.

En el coeficiente que reúne esas dos estadísticas, más el porcentaje de games ganados sobre el saque del rival y de break points convertidos, Schwartzman tiene un ratio de 169,3, sólo superado por Murray, con 172,9. Nadal, con 167,6, y Djokovic, con 166,4, lo miran desde abajo.

“Yo sé que me van a quebrar muchas veces, así que me tengo que concentrar en devolver bien y tratar de jugar punto por punto. Y ser agresivo cuando tengo la oportunidad”, aseguró Schwartzman sobre la clave de su juego, además de una velocidad de piernas que le permite llegar a pelotas que para sus adversarios más grandotes y pesados les serían imposible.

“Cada uno se adapta a lo que mejor hace, para aprovechar sus virtudes”, explicó el vigesimonoveno preclasificado en Nueva York, que es 17 centímetros más bajo que la media de los jugadores del Tour, que está marcada en 1,87 metro, y 41 más pequeño que el croata Ivo Karlovic, el techo del circuito con 2,11 metros. Tan naturalizada tiene la cuestión que Schwartzman se permite bromear sobre el tema. “La última vez que jugué ante alguien más bajito que yo fue con mi sobrino”, responde con picardía, la misma que utilizó en las redes sociales con su amigo Facundo Campazzo, el base del Real Madrid y la selección argentina de básquet, otro pequeño en un deporte de gigantes.

“Pero si somos enormes @facucampazzo no?”, escribió en su cuenta de Twitter para responderle a un seguidor que los comparaba. La respuesta de Campazzo, que mide 1,79 metro y el domingo fue elegido el mejor base de la AmeriCup de básquet, fue con varios emojis con caritas pensativas. “A Facundo le pasa algo parecido a mí en el básquet, que es el más chiquito y lo joden con eso. Tengo una relación por las redes sociales y fuera de la cancha porque fui a entrenarme a España y trabajamos con la misma gente”, recordó después de su victoria ante Lucas Pouille, que lo depositó por primera vez en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos.

La preocupación que le dejó un dolor que sintió en el aductor durante el choque de octavos ante Pouille, a esta altura parece haberle dejado paso la ilusión de buscar las semifinales ante Carreño.

“Somos parecidos”, aseguró Schwartzman, que obviamente no hizo referencia a la altura, sino que hizo una descripción tenística. Si bien no es de los gigantes del circuito, el español mide 1,88 y se encuentra apenas por encima de la media.  “Los dos somos sólidos desde la base, devolvemos bien, jugamos pelota por pelota, peleamos cada punto y corremos mucho”, explicó el Peque, que quiere seguir abriéndose paso entre los gigantes.