En medio de un escenario electoral atravesado por un clima de incertidumbre y temor ante un eventual triunfo de la ultraderecha en el país a cuarenta años del retorno de la democracia, hay voces movilizadas y comprometidas, adultos mayores que, al margen de los problemas de salud o los “achaques de la edad”, viven este presente con la firme convicción de la importancia que tiene emitir sus votos en las urnas. Votar, para ellos y ellas, es poner el cuerpo en defensa de la democracia y seguir luchando por preservar los derechos conseguidos. El deber ciudadano que esgrimen despliega un plus en un contexto donde “está en juego la democracia”. Hay que ir al balotaje “con un cuchillo entre los dientes a defender los votos” para que “estos crápulas no suban". Aunque elude los nombres propios, el plural de crápulas refiere claramente a Javier Milei, el candidato presidencial de La Libertad Avanza, aliado con la “casta política” representada por Mauricio Macri y la derrotada Patricia Bullrich.

El llamado “voto jubilado” –las personas de 70 años que por ley están exentas de la obligación de votar, pero si desean pueden hacerlo- tiene un peso especial en el padrón electoral del país. Al igual que sucede con los jóvenes entre 16 y 17 años, que también pueden votar pero no tienen la obligación, suele ser uno de los sectores más disputados por los candidatos en una elección. El balotaje, que está a la vuelta de la esquina, no es la excepción. Los mayores de 70 años representan más de 4.228.200 votos, algo equivalente al 11,94 por ciento del padrón electoral, un grupo con experiencia electoral y memoria que siente un compromiso moral y un deber como ciudadanos.

Un cuchillo enttre los dientes

La voz de Dora Fuentes transmite serenidad, aunque esta es una coyuntura política tan intensa como vertiginosa. “Fui a votar porque corresponde, porque es un deber ciudadano y defiendo la democracia. Fui con un poco de incertidumbre porque está en juego la democracia en estos momentos”, subraya Dora, que tiene 80 años y fue a votar a cuatro cuadras de su casa, en un centro de Educación Física en Caseros, en el Gran Buenos Aires. Esta mujer que nació en Pehuajó, la tierra de la tortuga Manuelita que inmortalizó la inolvidable María Elena Walsh, “hija de un obrero que llevó una vida normal, apechugándola siempre”, tiene dos hijas y tres nietos. “Por supuesto que voy a votar en el balotaje con un cuchillo entre los dientes para cuidar los votos”, afirma Dora y revela que votará por el ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, aunque no es santo de su devoción. “Ya me comí el sapito, pero no me queda otra”, admite con una resignación activa en una lucha que intuye será voto a voto.

“A mi edad, todavía tengo esperanzas”, dice Dora y en las pupilas brilla la promesa de un porvenir económico con menos inflación. “Fue mucho lo que luchamos y muchos los derechos conseguidos. Si no acaban con el PAMI, con los remedios y con todo lo que necesitamos para vivir, creo que voy a estar como hoy, más o menos. No tiro manteca al techo, pero me voy manteniendo”, precisa esta mujer que no alquila y vive con su hermana, también jubilada, en la amplia casa que era de su padre. Compartir los gastos fijos (luz, gas, agua, internet) les permite que puedan darse “algunos gustos” de vez en cuando. “Tratamos de no joder para nada a los hijos”, resume Dora el lema que adoptó junto con su hermana. Su vida laboral, como la de tantas mujeres y varones en este país, transcurrió en la periferia de la palabra derechos. Como empleada de comercio, trabajó en negocios de indumentaria y calzado. “Siempre me negrearon”, define su experiencia como trabajadora acostumbrada a la precariedad. “Estoy jubilada gracias a Cristina (Kirchner) porque tenía pocos años de aporte y no iba a poder jubilarme”. Tanto Dora como su hermana pertenecen a Adultos Mayores de la Cámpora de Caseros, de Tres de Febrero. “Seguimos trabajando, saliendo a la calle a hablar con los vecinos, a entregar volantes, a hacer lo que sea necesario en esta pelea tan dura; por eso te digo de nuevo que voy al balotaje con un cuchillo entre los dientes a defender los votos porque espero que estos crápulas no suban”.

El peligro Milei

El acento levemente campero de Aldo Capece llega desde Merlo como una musiquita abrazadora en los oídos de su interlocutora. Tiene 94 años y anuncia que cumple 95 en marzo del 2024. Votó en la Escuela N.º 1 Domingo Faustino Sarmiento, en la misma donde estudió cuando era un niño. Caminó desde su casa hasta la escuela junto a uno de sus ocho nietos, acompañado por el bastón con que se moviliza con más seguridad y una certeza inclaudicable: “Milei es un peligro para la democracia. El voto contra Milei está lleno de miedo y el voto a Milei está lleno de rencor”, compara este hombre que votó por primera vez en 1949 y fue presidente del Partido Justicialista en Merlo. Aldo, uno de los jóvenes que participó en la jornada del 17 de octubre de 1945, es doctor en Química y Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), autor de Merlo: cien años de historias extraviadas.

“Tengo esperanzas de que Massa pueda ganar, pero es una esperanza llena de miedo y de sombras”, advierte Aldo. El domingo 19 de noviembre volverá a la misma escuela donde votó en las PASO y el domingo pasado para revalidar su voto a Massa y evitar el peligro que implica Milei, un candidato que suma adhesiones entre “jóvenes desesperados que no estudian ni trabajan”, analiza este hombre que confiesa que está “muy enamorado” de la polaca, Krystyna Woronowicz, con la que tuvo cuatro hijos y hace 63 años que están juntos.

Un moderado optimismo

Desde los 34 grados de la calurosa Santiago del Estero, Antonio Kinen, nacido en Humboldt, provincia de Santa Fe, a comienzos de 1940, comparte el entusiasmo que significa expresarse en las urnas. “Siempre que he podido votar lo hice y lo seguiré haciendo. Es un derecho que tengo”, subraya el filósofo que realizó un posgrado en Münster (Alemania) y reconoce la fuerte influencia de los pensadores alemanes en su formación. “Sé que un solo voto no decide nada, pero es la suma de esos votos individuales la que decide. Fui a votar con esperanza”, confirma Antonio, que votó en la Escuela N.º 1237 de la ciudad de Santiago del Estero, donde vive hace cuarenta años. El autor de Fragmentos de un viaje al pasado, libro donde evoca su recorrido por el campo filosófico y reúne ensayos, críticas y apreciaciones históricas que cristalizan una época del pensamiento argentino y latinoamericano, tiene 83 años y fue profesor de filosofía en distintas universidades de la ciudad autónoma de Buenos Aires, de la ciudad de Santa Fe y en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, en la cual fue decano y en la actualidad es profesor emérito.

Antonio votará a Massa en el balotaje porque busca “un gobierno de conciliación nacional”. El filósofo asume que tiene “un moderado optimismo” y explica las razones. “Pese a las dificultades extremas a las que nos condujo la vuelta al Fondo Monetario Internacional y al contexto atroz de endeudamiento, hay una exigencia de reformulación del tratado con el FMI que vincule un nuevo plan de pago de la deuda a una política de crecimiento económico nacional”. Dora Fuentes, Aldo Capece y Antonio Kinen, votaron y votarán, con la certeza de que ahora, más que nunca, la democracia argentina los necesita para evitar caer en el abismo de un gobierno de extrema derecha.