Nos arrebataron a otra, por la fuerza. Se la llevaron a Zoe, la que supo edificar con amor de tía el Gondolin durante años. Ese aguerrido Hotel ubicado en Villa Crespo que funciona como refugio para tantas compañeras que llegan a la Capital con la esperanza y el corazón entre sus manos. 

Diana Zoe López García fue asesinada en Balvanera, Ciudad de Buenos Aires. Tenía 47 años y provenía de la provincia de Salta. Luego de que fuera promulgada la Ley de Cupo Travesti Trans, Zoe trabajaba en el comedor de Casa Rosada. En un video de hace no mucho tiempo que no cesa de circular en las redes, ella comentaba: "Este espacio me cambió la vida. Acá me abrieron la puerta y rompí todas esas barreras, porque antes, a mí la policía me abría las puertas de los patrulleros, de los calabozos, y acá me abrió la puerta la policía para poder entrar en mi trabajo, un trabajo formal y registrado". 

¿A quiénes les duele la muerte de una de las nuestras? ¿Cuándo el arrebato pasó a ser moneda corriente y entretenimiento para algunos? ¿Por qué existen en este mundo quienes caminan impunemente, quienes sufren por lo ajeno y quienes llevamos “un cementerio en la cabeza” como diría Marlene Wayar? ¿Cómo se escribe sobre el dolor? ¿Cómo se sigue viviendo luego de la muerte de alguna? ¿Cómo, sin embargo, persiste la resistencia colectiva ante tanto oprobio y tanta desidia?

Nuestras mayores

Sabemos que fueron y son nuestras mayores, las que supieron levantar este mundo desde la nada. Ellas son quienes primeramente marcharon, pelearon leyes, crearon refugios, sanaron heridas, cuidaron a las enfermas, amaron en serio. 

Tanto trabajo de artesanas, tanto hilar fino y aún queda mucho camino por recorrer, muchos derechos por batallar, mucha deuda pendiente, pero ellas, con todo su cuerpo de madres, tías, hermanas y abuelas, aseguraron un cielo donde todas podamos volar. Donde incluso quienes nos detestan y nos repelen, puedan ser más libres, más osados, más deconstruidos. Así construyen las travas, amor para todxs, amor sin reparo. 

Y así nos paga el mundo: el arrebato, la ausencia. ¿Será ese el costo de construir abiertamente un mundo donde quepamos todxs? Me pregunto como pregunta Susy Shock: “¿Cómo se mata a una sola de nosotras / sin matarnos a todas?”.

Me niego rotundamente a normalizar este arrebato constante, este odio rumiante que se acrecienta hacia nuestra comunidad en contextos electorales, en contextos de avanzada de la derecha. Me niego con todas mis lágrimas, con mi cuerpo temblando a pensar que la justicia va a ser injusta. Me niego a creer que todo este cielo que han construido las mayores, las históricas, no tiene algo de esperanza. Este cielo sin reservas no va a dejarnos caminar solas, y mucho más perentorio, no nos dejará caer solas.

Marchar con todas en el pecho

Quién lo hubiera dicho, al mismo tiempo que en la Ciudad de Córdoba nos encontrábamos en plena Marcha del Orgullo reclamando por la Ley Integral Trans, en otra provincia un varón más se convertía en asesino de una mariposa, de una madre constructora de mundos, de una dadora de amor. 

Quién hubiera pensado que al marchar con todas las travas en el pecho, con todas las travas de la mano, nos iban a quitar a una con tanta saña. Es impensable concebir tamaña contradicción de una marcha que ocurre al mismo tiempo que un asesinato a las nuestras, pero las travas lo sabemos, sabemos darlo todo a pesar de tener el mundo en nuestra contra. Sabemos también que no podemos bajar los brazos por un minuto, que la lucha continúa, que las marchas continuarán sucediendo hasta que esta injusticia deje de suceder. Como dice Claudia Rodríguez, poeta travesti de Chile: “Las travestis somos igual que las mapuches que no necesitábamos ni leer, ni saber escribir para entender el mundo. Nos bastó con nuestra imaginación hasta que comenzaron las matanzas”.

Mi cuerpo travesti siente en sus entrañas una mezcla de ira, temor y repudio, porque se que ayer fue una amiga, ahora Zoe y mañana cualquiera de las nuestras. Pero así como siento la indignación de ver cómo la impunidad camina el mundo, siento esperanza de este cielo construido con las vidas de compañeras ausentes. 

Siento la esperanza de que hoy somos más que antes, que si una compañera cae la justicia dejará de ser injusta, los medios dejarán de ser amarillistas, la gente acompañará y cuidará nuestra lucha, el trabajo no será inaccesible, el amor a plena luz del día será para nosotras también y las travestis, seguiremos naciendo en todos los rincones de todos los mundos y dejaremos de morir asesinadas, las travestis dejaremos de morir arrebatadas en pleno vuelo. 

Esperanza de vida

Por S.V.

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veintidós

veintitrés

veinticuatro

veinticinco

aún no me han asesinado