La preocupación asomaba en las miradas y en las voces de los artistas. No era por los mosquitos que invadieron la Casa de Victoria Ocampo en Barrio Parque ni por la amenaza de lluvia. Los Premios Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes (FNA), un reconocimiento para los creadores y gestores culturales que hicieron un aporte fundamental a la identidad del país, cumplen 60 años. A cuatro décadas del retorno de la democracia, hay mucho en juego en el balotaje presidencial. Norma Aleandro, una de las protagonistas de La historia oficial, fue la ganadora del Gran Premio Trayectoria. “No saben la ilusión y la alegría que le generó este reconocimiento”, dijo Oscar Ferrigno, hijo de la actriz, que recibió el diploma en nombre de su madre, que no pudo estar presente por razones de salud. “Me pidió que les dijera que este domingo cuidemos todo lo que tenemos, no quiere que se repita ni el exilio que padeció ni nada de aquellos tiempos oscuros”, agregó Ferrigno hacia el final de una ceremonia en la que también fueron distinguidos Estela de Carlotto en Derechos Humanos (lo retiró su nieta, Valentina); Rodolfo Mederos en Música; Rubén Szuchmacher en Teatro; Luis Gusmán en Letras y Daniel Santoro en Pintura, entre otros.

La lista de los premiados se completa con la familia de luthiers Anconetani con sus mejores acordeones en Patrimonio; el emblemático director Edgardo Borda, de 94 años, que trabajó bajo la mirada rigurosa de Jaime Yankelevich y Goar Mestre, en Televisión; el estudio Evans (Silvia de Schiller y John Martin Evans), pioneros por su perspectiva ambientalista, en Arquitectura; Mario “Pacho” O’Donnell en Gestión Cultural; Miguel Pereira en Cine; la chaqueña Élida Salteño en Artesanías; Mariana Sirote en Danza y dos mujeres que le dieron otra impronta a sus campos de producción: Graciela Taquini en Videoarte y Ángela Vassallo en Diseño.

La arquitecta Diana Saiegh, la presidenta del FNA, admitió que estaba “nerviosa y emocionada” al comienzo del acto de premiación en el que participó el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer. Por su cercanía con el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, en el pasado como directora del Museo de Arte de Tigre (2008-2015) y ahora como coordinadora de los equipos del área cultural, que se reúne periódicamente en el búnker de la calle Mitre, habló también con la responsabilidad que implica poner el cuerpo en la gestión. “La cultura es una cuestión política y la política es parte de la cultura”, reflexionó Saiegh y aseguró que “estamos transitando un momento esperanzador pero igualmente dramático” de cara al balotaje del próximo domingo. “Por sí o por no, creo que tenemos que tomar un compromiso por el sí a la cultura, por el sí a la educación pública, a la salud pública y a tener un Estado que nos defienda”, parafraseó a Massa en el debate televisivo. “Hay muchas cosas que no nos salieron bien, hay muchísima deuda”, reconoció. “Nuestro único pensamiento es que tenemos que ir por más, no por menos, no podemos ir para atrás. Yo pasé dos dictaduras. No necesitamos más ni locos ni extravagantes, necesitamos que este país empiece a caminar por la hermosa senda del futuro. El Estado es lo que tenemos que defender el domingo”.

El momento más emotivo llegó de la mano de la premiada en Artesanías, la chaqueña Élida Salteño, heredera de los saberes ancestrales del pueblo Moqoit. Esta maestra alfarera a quien su abuela transmitió el oficio cuando apenas tenía ocho años practica un método inalterable: busca el barro cerca de su casa en las noches de luna llena, lo limpia y con aserrín de huesos de caballo prepara vasijas. “Yo no tengo letra, no sé leer, el trabajo me llevó adelante”, expresó y se mostró muy agradecida por el premio y por mandar a sus hijos a la escuela. 

El cineasta jujeño Miguel Pereira planteó que “la gran grieta que tenemos es con el interior del país” y mencionó una frase que le dijo Jorge Coscia (1952-2021): “un país sin cine es como una casa sin espejos”. El director de La deuda interna subrayó que “los provincianos somos como Drácula porque no nos reflejamos en el espejo” de la casa. Para Pereira “el arte es lo más transversal que tenemos para unirnos como argentinos y sentir que pertenecemos a una cultura única”.

La lluvia mudó la ceremonia al interior de la casa, en la planta baja, donde se exhiben las obras de Graciela Taquini, Daniel Santoro y Élida Salteño. Mariana Sirote, pionera de la danza contemporánea en Neuquén, donde trabaja hace 36 años, agradeció a maestros que la marcaron como Tamara Grigorieva, Renate Schottelius y Oscar Araiz, su mentor y amigo que estaba en la sala, y comentó que está preparando con 40 estudiantes la coreografía del preámbulo de la Constitución Argentina. “Esa es nuestra forma de resistir”, manifestó Sirote.

La escritora Florencia Abbate celebró la trayectoria literaria de Luis Gusmán justo cuando se cumplen cincuenta años de su primera novela El frasquito, que fue prohibida por “inmoral” en 1977. “Vivimos en un país donde se censuraban libros y cuando escucho a (Victoria) Villarruel no sé que podría hacer si esta gente ganara”, describió Abbate una incertidumbre que está en el aire electoral. 

“A lo largo de estas cinco décadas, Luis ha publicado alrededor de veinte libros que conjugan vanguardismo y cultura popular; y entre los cuales se cuentan algunas de las más emblemáticas novelas de nuestra historia sobre el tema de la dictadura militar y la complicidad civil, como En el corazón de junio y Villa”, recordó la escritora.“No exagero si digo que el Fondo Nacional de las Artes va a premiar hoy a un ‘clásico vivo’, y a alguien que es, además, una de las personas más unánimemente respetadas y apreciadas en el ambiente de la literatura argentina”. Gusmán destacó que siempre persiguió “una política de la lengua para una lengua política” y se detuvo en el título de su novela Ni muerto has perdido tu nombre, una frase que tomó de La Odisea. “Si ni muerto ha perdido su nombre, la palabra desaparecido no puede existir más”, precisó el escritor y psicoanalista que fue ovacionado y postuló que los recordatorios publicados en Página/12 son “una forma performativa de la memoria”.

Otro de los ovacionados de la noche fue Rodolfo Mederos. Su padre, un ferroviario que apenas tenía tercer grado de la escuela primaria, le compró un bandoneón cuando tenía cinco años. “La vida me ha premiado siempre; hacer esta música me completa. Yo no estoy jubilado, vivo en júbilo permanente”, confesó el bandoneonista. “Tengo la esperanza de que este domingo el pueblo argentino reflexione”, auguró Mederos. Rubén Szuchmacher, como ciudadano de “un país que está en peligro”, afirmó que un premio a la trayectoria significa reconocer el pasado “cuando hay una gran parte de la población que nos quiere hacer creer que la dictadura no fue lo que fue”. Szuchmacher compartió el premio con todas las personas con las que trabajó desde que empezó. “Los artistas de teatro somos artistas colectivos, no somos artistas individuales. El teatro y la danza son artes políticas por excelencia porque están trabajando siempre entre personas y por eso soy feliz cada vez que hago teatro”, aclaró el actor, director, regisseur y docente.

Imagen: Telam 

Daniel Santoro, que usó la arquitectura de la casa de Victoria Ocampo donde funciona el FNA en varias de sus pinturas, coincidió con que este presente político es “muy angustiante y no hay que confiarse”, pero advirtió que es algo que sucede a nivel mundial. “Tenemos para angustiarnos adentro y afuera”, resumió el artista. Saiegh, en una breve intervención, condensó el espíritu de esta edición de los Premios Trayectoria: “Por sí o por no, vamos por el sí”.