Para explicar su más reciente performance, el canadiense Herman Kolgen baja su cabeza pelada, enseña la zona de la coronilla y recuerda cómo, hace 18 meses, una viga metálica quebró parte de su cráneo: “El accidente me hizo pensar en la proximidad de la violencia, y todo el concepto de Impakt aborda la agresión de humanos contra humanos”. Estrenada en Montreal con entradas agotadas, esta intensísima presentación involucra una bazooka, disparos a 250 km/h hacia una figura humana, software creado en entorno open-source, aleatoriedad, música callejera y, por supuesto, violencia.

El software analiza en tiempo real la balística del proyectil y una pantalla gigante muestra un cuerpo virtual que reacciona según dónde impacte. “Todo es intervenido con glitches e imágenes agresivas en blanco y negro, de la vida real: represión policial, personas con máscaras de gas, mujeres que han sido violentadas, choques y esas sensación de rivalidad entre humanos.” Lo genial de Impakt es que la computadora elige las imágenes y la música. “Hay diferentes carpetas categorizadas por intensidad de agresión y, dependiendo de la balística del disparo, el software escoge la carpeta de imágenes con las que trabajaré en tiempo real. Es completamente distinto cada vez.”

Kolgen es autodidacta. A los 12, en los ‘70, empezó a tocar batería, se interesó por los sintetizadores y las texturas sonoras. Al mismo tiempo, como artista gráfico, expuso en galerías, pero manteniendo distancia entre una cosa y otra. “Nunca he podido elegir, y fue una pesadilla”, dice. “Las palabras de mi padre rebotaban en mi cabeza y sentía que iba a ser un artista mediocre por no decidirme. Pero en los ‘80, cuando vi la primera computadora, en la que podía hacer música y visuales al mismo tiempo, además linkeadas al mismo medio, dije ¡wow! Y entonces mezclé ambas pasiones”.

Las creaciones de este aclamado artista multidisciplinario comienzan sin computadora, con un trabajo duro de inspiración, concepto e investigación: cuadernos, dibujos y escritura. Seismik, una de las obras que presentará en Mutek, requirió seis meses de investigación y es una performance con la que traerá “la frecuencia de diferentes lugares del mundo” al CCK. “Al comienzo dispararé el software para que vean de qué se trata, luego conectaré en tiempo real con sismógrafos en otras ciudades y haré que el edificio de Buenos Aires tiemble a la frecuencia de Moscú o Alaska.”

Aquí ejecutará otras dos performances. Train Fragments es una pieza inspirada en Different Trains, del compositor minimalista Steve Reich, con quien trabajó años atrás en el desarrollo de visuales, y contará con un ensamble músicos locales que combinará instrumentos industriales y tradicionales. Y Aftershock, una perfomance corta, inspirada en los desechos nucleares, post-humanidad: “Indaga en cómo sería estar en la Tierra sin humanos. Empiezo con una bomba en la pantalla, que se inicia con un encendedor eléctrico, y durante los siguientes diez minutos se siente la expansión de la bomba en imágenes lentas, sucias, paisajes desolados”.