El jueves debió haber terminado una nueva edición del Festival Internacional de Cine Nueva Mirada para la Infancia y la Juventud, uno de los más prestigiosos encuentros dedicados a esa fracción de público tan especial. Sin embargo, el encuentro ni siquiera comenzó ya que tuvo que ser suspendido “por razones ajenas” a la voluntad de la asociación que lo lleva a cabo, según ella misma difundió en un comunicado. Allí se destaca que la causa de la suspensión del festival es “la falta de apoyo del Incaa en tiempo y forma”, ya que, según explica, “el organismo ha dispuesto desde 2016 una nueva normativa para festivales cuyos requisitos generan condiciones de inviabilidad” para los organizadores. Es la primera vez que un evento de tal magnitud hace pública esta denuncia, que evidencia una vez más la aguda crisis que atraviesa el sector audiovisual.

En diálogo con PáginaI12, Susana Velleggia, directora de la Asociación Civil Nueva Mirada y del festival, cuenta que los problemas de la nueva normativa son varios: “El primero es que tenés que presentar todo en mayo y, salvo que te firmen y aprueben todo en una semana para que tengas tiempo de salir a buscar subsidios, esa fecha ya es tarde. A nosotros nos llegó la notificación de respuesta el 4 de septiembre, diez antes de la fecha en la que hubiera comenzado el festival, y encima nos decían que nos faltaban cosas, que íbamos a tener que volver a entregar”, explica. Y agrega: “Además te piden que en esa carpeta ya tengas todo cerrado y detallado, incluyendo la programación completa y el presupuesto total, cuando todos saben que en cualquier festival del mundo la grilla completa se cierra quince días antes y los subsidios o auspicios muchas veces se generan luego de que el Incaa te dé su aval”.

El Nueva Mirada se realiza hace quince años ininterrumpidamente y cuenta Velleggia que nunca había pasado una cosa igual. Hasta ahora siempre había recibido apoyo del instituto de cine y aunque su aporte “nunca fue excesivamente generoso” significaba un porcentaje importante del presupuesto total. Su lugar en el ámbito cultural es central, no sólo por su gran prestigio a nivel nacional e internacional, sino fundamentalmente por ser el único festival en su temática del país y el más importante de América Latina por la cantidad y calidad de los filmes programados, todos ellos estrenos que se enmarcan por fuera del circuito comercial.

Pero la pérdida de un festival de estas características no es sólo simbólica sino también muy concreta, según quedó demostrado hace una semana en el 2º Congreso Audiovisual Multisectorial. Y es que casi no se producen películas para los niños en la Argentina. “Más del 90 por ciento del audiovisual para el público infantil proviene de un solo país que, amén de ofertar las 4 o 5 películas que ocupan los primeros lugares entre las diez más taquilleras de cada año, cuentan con una profusa promoción y una merchandising que exacerba el consumismo de los niños, niñas y adolescentes y forman su capacidad de apreciación audiovisual conforme a un modelo único Este público no goza del derecho a su propia identidad, cuya contracara es el derecho a la diversidad cultural”, explican desde la asociación. 

“Insisto en que hay que enmarcar esto en un contexto de degradación de las instituciones democráticas como la Justicia, la libertad de expresión, los medios de comunicación, y ahora también el Incaa. El año pasado el festival fue un desastre por la misma situación, con menos películas, un catálogo que salió mal y mucho enojo por parte de los que vinieron. Nos aprobaron la carpeta quince días después de que terminó aquella edición y los subsidios llegaron mucho después. Este año dijimos basta. Que ellos se degraden si quieren, nosotros no nos vamos a entregar”,  dispara la directora, que afirma que “no hay nada que moleste más a los autoritarismos y totalitarismos que la diversidad cultural”. “Quieren mirada única y pensamiento único y nuestro festival se inscribe en esa zona de lo no controlable, por eso no nos quieren ayudar”, sentencia. 

Consultados por el futuro del festival, desde la asociación ratificaron a este diario su intención de seguir luchando por los objetivos de siempre (“que no tienen que ver con lo comercial, sino con lo educativo y lo cultural”) y contaron que ya van a empezar a buscar financiamiento alternativo para que el año próximo el festival se pueda realizar. Mientras tanto seguirán con sus clásicos seminarios y talleres, que hasta ahora se enmarcaban dentro del festival. “Queremos seguir trabajando para los casi treinta mil chicos y jóvenes que todos los años nos ayudan a promover la formación de espectadores competentes y críticos en un ámbito de diversidad cultural”, cierran.