Desde el atentado a las Torres Gemelas lo imprevisible se hizo cotidiano, casi natural, y la situación de vulnerabilidad se fue metiendo en nuestras vidas. Y en las realidades que nos tocan vivir.

La historia de la vulnerabilidad es lamentablemente endémica a la historia de la humanidad y la lucha desigual de poderes. Poderes cada vez más desiguales así como las desigualdades civiles, sociales, políticas, culturales que provoca. Desigualdades que cada vez parecen profundizarse más en un sistema socioeconómico productor de víctimas con pocos victimarios.

En el caso de estos eventos de la naturaleza sucedidos en los últimos días, las víctimas fueron muchas y, como siempre, cabe preguntarse cuántos de los cotidianamente vulnerables han sido los sujetos protagonistas de ese rol. Decimos catástrofe natural en cuanto al evento, pero son profundamente sociales y políticos en cuanto a sus resultados. Vulnerabilidades que son resultados de procesos de vulneración históricos y con actores definidos.

Este año, estos últimos meses, se aumentó la presencia de las manifestaciones más crueles y fuertes de la naturaleza visibilizados en los huracanes que con nombre de mujer arrasaron costas, playas, y ciudades de buena parte del Caribe. También la serie de terremotos ocurridos este año en Italia, China, Filipinas, Perú, Chile y otros, y ahora México, se suman a esas manifestaciones de fuerza destructiva que provoca muertes y daños. 

De todas partes surgen y llegan mensajes de apoyo, de solidaridad y comprensión de lo que sucede, que se envían a los pobladores de cada sitio padeciente de estos fenómenos que vinieron con mucha virulencia. Los psicólogos y psicólogas ¿podemos hacer algo, decir algo, expresarnos en estas circunstancias como profesionales de la psicología? ¿Qué de lo que venimos llamando Psicología Latinoamericana necesita instrumentarse concretamente para actuar solidariamente con nuestros hermanos y hermanas que sufren? Además de manifestar congoja y consternación, algo más podremos sin duda decir. 

El llamado “cambio climático” se manifiesta cada vez más con elocuencia inocultable, y además imparable. ¿Cómo detener vientos y lluvias que destrozan ciudades y arrasan con vidas?, ¿cómo actuar ante las movidas del piso que derrumba paredes? Hay avances tecnológicos que pueden adelantar la llegada de ambos fenómenos, de hecho los anuncian y en el caso de los huracanes hay mapas interactivos que adelantan el paso del fenómeno. También hay un gran invento ya de hace años, que son las construcciones antisísmicas que son obligatorias por ejemplo, en toda construcción nueva en las provincias argentinas cordilleranas. Es decir, ¿cuánto de la prevención es posible accionar entendiendo como tal las acciones previas al hecho? Prevención desde las disciplinas científicas pero también desde las políticas públicas y la apropiación consciente de los ciudadanos de la necesidad de una preparación previa a eventos como éstos.

La psicología preventiva, la psicología social comunitaria, la psicología política,  pueden y deben aportar recursos metodológicos y estratégicos para intervenir ante estos hechos.

Ante las pruebas atómicas subterráneas que seguramente mueven las cortezas internas del planeta que hace Corea del Norte, ¿quién lo detiene insuflándole sentido común antes de que Estados Unidos aporte la única solución que entiende posible, que es más destrucción? Claro que ese país asiático no es el único a pesar de los acuerdos de 1963 para frenar este tipo de explosiones.

Los psicólogos y psicólogas podemos y debemos estar atentos “en explicar la realidad y sobre todo reforzar y transformar el orden social” liberando a la psicología de ataduras teóricas como bien dijo Ignacio Martín-Baró. Los problemas de los pueblos deben ser nuestro Sur y no Norte, como forma de irnos liberando también de los conceptos que nos colonizan. Debemos acordar en una postura crítica denunciante hacia los acuerdos incumplidos de preservar el medio ambiente, que los gobiernos de la región no efectivizan. La falta de previsión en la organización de los recursos físicos, ambientales, culturales y económicos debe ser denunciada por nuestros profesionales de la psicología. Antes, durante y después de la presencia destructiva de estos fenómenos que ya no son tan naturales, pues las acciones de los humanos aumentan su generación. 

En estos tiempos actuales, cuando algunos hablan de globalización en forma indiscriminada, en realidad lo globalizado es una lógica de mercado, dominada por un conjunto de capitales financieros transnacionales. Donde la brecha ricos-pobres se acentúa y remarca todas las otras brechas signadas por la dominación. Donde nuevos problemas plantean desafíos a nuestras ideas y prácticas. En estos tiempos, resulta urgente integrar herramientas e ideas originales acordes a nuestros contextos, para producir con otros/as los caminos hacia mejores tiempos.

Nuestra propuesta con este pequeño texto es a seguirnos autoconvocando a proyectos comunes que nos protejan, nos defiendan y nos develen.

* Psicólogos de Uruguay y Argentina, respectivamente.