Daniel Pagano es arquitecto y coleccionista de arte, terreno en el que se formó asistiendo a diversos talleres. Daniel Andrino es docente y director de la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto. Ambos comparten el gusto por el coleccionismo y, ahora también, un proyecto ambicioso: la galería Subsuelo, espacio que tuvo su inauguración formal el pasado 20 de septiembre, y cuyo equipo de trabajo se completa con la fotógrafa Paulina Scheitlin.

La aparición de Subsuelo dentro del circuito cultural de Rosario se concretó a partir de la visión de los socios fundadores, que apostaron a una fuerte intervención en un deteriorado local en pleno centro rosarino. Luego de diez meses de trabajo, lo que antes fue un depósito inundable es ahora un amplio salón con la capacidad de adaptar su espacio a los requerimientos de las muestras que allí se monten. Exposiciones donde convivirán obras de artistas de distintas épocas, en diversos soportes y formatos, pero que encuentran un punto de contacto en su riesgo artístico. Así lo explica Andrino: "Desde un primer momento sabíamos que una de las patas iba a ser el arte contemporáneo, pero no la única. Todo lo que en su momento había sido un arte de vanguardia, o de lucha, donde el artista había estado planteando cosas nuevas, íbamos a tratar de tenerlo. Por eso, por ejemplo, aparece Rodolfo Elizalde, que falleció hace un par de años y tiene una obra increíble".

El de Elizalde es uno de los nombres que tienen presencia en la muestra inaugural de Subsuelo, exposición que podrá visitarse hasta el próximo 17 de octubre y que se nutre de obras de la propia Scheitlin y de Beatriz Trepat, Decur, Marina Gryciuk, Carla Colombo, César Baracca, Alicia Nakatsuka, Rodolfo Elizalde, Gabriela Muzzio, Fabiana Sacnun, Pipah, Romina Casile y Osvaldo Boglione. A ellos se suman como invitados artistas de otras galerías de Rosario: Max Cachimba (Darkhaus), Eladia Acevedo (Diego Obligado), Alejandra Tavolini (Gabelich Contemporáneo) y Daniel García (Estudio G).

El próximo miércoles 11 de octubre, los artistas de la galería se sumarán a una recorrida abierta al público en la que brindarán conceptos sobre sus técnicas y modos de producción. Algunos días más tarde, y en su primera participación de La Semana del Arte, Subsuelo inaugurará su segunda exposición, con una reedición de chapas y grabados de Osvaldo Boglione. "Tiene que ver con reinstalar un artista que falleció hace un tiempo. En el caso de Osvaldo, que falleció hace veinte años, hay chapas que se entintaron y con las que sólo se hizo una prueba de artista, o sea que va a ser la posibilidad de descubrir esas obras. Va a haber una reedición limitada, con grabados certificados. Es una manera de poder tener acceso, a un costo razonable, de una obra de un autor que fue parte de la vanguardia. Nos parece importante que al menos uno plantee la posibilidad de que nuevos ojos vean esas obras. Porque de ese modo entran en su imaginario", anticipa Andrino.

Si de nombres históricos se trata, el espacio Trastienda de Subsuelo estará destinado a alojar obras de apellidos como Fader, Musto, Uriarte, Bertolé y Gorriarena, entre otros. "El criterio de elección de los artistas que conforman Subsuelo tiene que ver con una cuestión de convencimiento de los integrantes", apunta en ese sentido Pagano, que remarca: "Cualquiera de las obras que están en Subsuelo tranquilamente podría ser adquirida por nosotros tres, que admiramos a estos artistas. Pensamos en eso: uno tiene que estar convencido de lo que está vendiendo, y a Subsuelo lo pensamos de ese modo".

Gentileza Maximiliano Conforti
Algunas de las obras que se exhiben en Subsuelo hasta el 17.

Desde esa base, desde la galería se apunta además a conquistar nuevos públicos. "Nuestra idea es que esto es un negocio, no es un centro cultural ni algo para lucimiento personal. La intención es que funcione como comercio porque son las reglas de juego. Hay todo un trabajo por delante de educación, de cuidar al coleccionista que ya existe pero también el desafío de generar nuevos coleccionistas. Hay mucha gente que está al margen, pero que a lo mejor gasta veinte mil pesos en un celular (que se va a autodestruir en tres años) y por mucho menos dinero podés empezar a tener acceso a obras. Hay todo un trabajo por delante en fomentar el deseo", reflexiona Andrino.

El subsuelo de Balcarce 238 es efectivamente un entorno propicio para que ese acercamiento al arte se produzca. "Pensamos un espacio flexible a cualquier tipo de muestras, puede ser totalmente abierto o compartimentarse. La idea es que cualquier obra pueda lucirse bien, exponerse de manera adecuada", explica Pagano, y concluye: "Que la sala principal esté en un subsuelo, que tengas que descender un nivel, hace que emocionalmente vivas una cosa más íntima. Que puedas conectarte de una manera más íntima con las obras. De hecho hasta se pierde la señal de celular, y eso está bueno, porque te hace olvidar un poco del lío exterior, te despeja del ambiente de ruidos, de interferencias externas. Y si bien por un lado sabemos que es una barrera arquitectónica que no está buena, por el hecho de que sólo se puede descender al salón por escalera, toda la otra parte juega muy a favor para que el espectador pueda encontrarse con una obra de arte".