La defensa de Diego Lagomarsino presentó un pedido de nulidad del peritaje de Gendarmería que concluyó que a Alberto Nisman lo mataron entre dos personas. La impugnación se basa en una serie de errores e inconsistencias científicas como -por ejemplo- que es altamente dudoso el hallazgo de ketamina en el hígado del fiscal. En otro escrito, los abogados del experto informático pidieron que sean citados a declarar todos los profesionales que intervinieron con anterioridad en las pericias criminalística y forense, ya que las conclusiones fueron opuestas a las de los gendarmes y sus razones no fueron tenidas en cuenta para nada; también propusieron la realización de una animación tridimensional que serviría para hacer una reconstrucción virtual de la mecánica del hecho. El fiscal Eduardo Taiano y el juez Julián Ercolini deben evaluar estos pedidos de medidas.

Los abogados Gabriel Palmeiro y Martín Chasco sostienen que la Gendarmería tenía posición tomada. Señalan que un síntoma de eso es que en todo momento los peritos se referían a la “escena del crimen”, en lugar de mencionarla como escena de “la muerte” o “del hecho”. La conclusión de los gendarmes fue que al fiscal lo drogaron con ketamina, para dejarlo anestesiado o atontado, y que lo mataron entre dos personas. El informe decía que además Nisman fue golpeado, que tenía el tabique roto y que la muerte se produjo alrededor de las 3 de la madrugada del 18 de enero de 2015, aunque abren la posibilidad de que haya sucedido de ahí para atrás hasta el sábado a la noche, lo que podría dejar implicado al técnico. Es todo lo contrario de lo que habían concluido las pericias que hicieron en los primeros meses de investigación los peritos oficiales al mando de Roberto Godoy -entonces decano del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema– y otros de la Policía Federal, que no hallaron ningún signo de homicidio.

Los peritos designados por la defensa de Lagomarsino sostienen que Nisman se “autoinflingió” un disparo entre las 8 de la mañana y el mediodía del 18 de enero; que no puede haber habido otra persona; que la puerta del baño estaba casi cerrada y la cabeza del fiscal la trababa; la sangre en las manos evidencia que Nisman sostenía el arma; no hay constancias de fractura en la nariz y la autopsia incluso decía “tabique sin lesiones”; el golpe en la cabeza fue por la caída. La presencia de ketamina, para la defensa, fue un hallazgo extraño e imposible.

Ese es uno de los ejes del planteo de nulidad. La cuestión de la ketamina es clave para estos peritos: esa sustancia no había aparecido en los estudios forenses originales. Ni siquiera vieron ni dijeron nada los peritos de la querella que designó Sandra Arroyo Salgado. Esta vez los especialistas de Gendarmería dijeron que estaba en las vísceras. Pero los peritos de Lagomarsino advirtieron que la ketamina es una droga que no dura más de un año en condiciones óptimas de guardado, sin que se corte la cadena de frío, y que la temperatura sea de 20 grados bajo cero al menos, algo que no sucedió; las vísceras fueron guardadas todas mezcladas en un recipiente plástico inapropiado; y es elocuente que no se haya cuantificado la cantidad de droga que había en el cuerpo ni el modo de administración. Sin ese dato, señalan, es imposible concluir que el efecto haya sido lograr anestesiar o dopar al fiscal, que tampoco tenía marcas de un pinchazo. Una inyección habría sido necesaria para suministrar las dosis suficientes de ketamina para anestesiar o dopar a Nisman. También, por ejemplo, cuestionan la técnica con que se recalculó la hora de la muerte, basada en una tesis de grado de una estudiante sueca que mide el potasio en el humor vítreo.

En otro escrito, la defensa del informático reclama que se cite a todos los profesionales que intervinieron con anterioridad: 14 peritos de la junta médica y 5 de la criminalística (peritos oficiales y los de la querella que ya no participan) para que expliquen las conclusiones a las que habían arribado. El juez Ercolini y el fiscal Taiano se negaron a darles participación en los estudios de Gendarmería. También piden que se cite a declarar a los peritos que realizaron la llamada “autopsia psicológica”, que sugirieron (sin ser taxativos) que Nisman no tenía el perfil de un suicida. En esa pericia sólo fueron entrevistadas personas propuestas por la querella, no por la defensa. Por último, como algo novedoso, pidieron hacer una reconstrucción virtual de la mecánica de la muerte, con una animación tridimensional.