Desde Santa Fe

Ni el pedido de disculpas le alcanzó ayer a Antonio Bonfatti para zafar de los enojos cruzados. Su advertencia sobre el “enorme retroceso” que vive el país desde que gobierna Mauricio Macri, su alerta sobre el régimen neoliberal que viene por los “derechos de los más débiles” y el “brutal ajuste” que promete Cambiemos si gana las elecciones del 22, quedaron en segundo plano por un giro de su discurso. “De joven creía en ese concepto que dice que el pueblo nunca se equivoca. Pero se equivocó con Hitler y ahora se equivoca con Macri”, dijo. Y desató una oleada de repudios del gabinete de Macri, del gobierno de Miguel Lifschitz, de su propio partido, de sus aliados y hasta del Inadi, que le anunció una causa por supuesta discriminación, como si antes hubiera actuado cuando a la ex presidenta Cristina Kirchner le decían “dictadora” y “nazi”, entre otras cosas. Bonfatti aclaró que su “intención” no era “comparar al régimen nazi con un gobierno democrático”, pero Lifschitz le reprochó la gravedad de sus dichos, en plena campaña. “Quiero creer que las afirmaciones de Antonio fueran hechas en un momento de obnubilación”, especuló el gobernador.

Bonfatti dijo ayer que se “puso muy mal” cuando se anotició sobre el giro mediático de sus palabras. “Jamás fue mi intención la de comparar al régimen nazi con un gobierno democrático. Si mis expresiones fueron mal formuladas, pido disculpas”, dijo. “En primer lugar, a Macri por su investidura” y “en segundo lugar, a la comunidad judía porque sé perfectamente qué fue la Shoá y jamás la banalizaría”. “Lejos está de mi pensamiento y de mi forma de construcción política. Mis más sinceras disculpas”, insistió. Bonfatti hizo las declaraciones de la discordia en un encuentro con sindicalistas y el candidato del Frente Progresista, Luis Contigiani, en el marco de una caracterización sobre la vuelta a las políticas de los 90. 

La alusión a Hitler despertó un aluvión de críticas acaloradas. El jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña, expresó su “profundo repudio a las declaraciones de Bonfatti”. “Reflejan un desprecio por la memoria de la Shoá y por el pueblo argentino”, dijo. Y a partir de allí comenzó la oleada amarilla. El secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj escribió: “La sociedad eligió la libertad y el respeto. Las palabras de Bonfatti demuestran intolerancia y lo ponen del lado de lo que critica.” Mientras, en Santa Fe la delegada del Inadi Caren Schibelbein, conocida por su militancia en las filas del intendente José Corral, anunció que ya actuaba de “oficio ante las graves expresiones públicas” del ex gobernador y presidente de la Cámara de Diputados.

Hasta el propio Lifschitz se desmarcó. Y el tono de la carta dejó en evidencia la enorme fractura política que apenas pueden disimular los socialistas santafesinos. “Las afirmaciones de Bonfatti no expresan de ninguna manera el sentimiento del Partido Socialista ni de sus dirigentes y muchos menos la mía como gobernador”, escribió en su Facebook. “Es inaceptable, absolutamente inaceptable, afirmar que el pueblo se equivoca, que el pueblo no sabe elegir, es de una soberbia incomprensible en un dirigente del Partido Socialista”, remarcó. “Y mucho más grave aún, afirmar que un presidente democrático es igual a un genocida y a un dictador de los más tremendos que ha conocido la historia de la humanidad”.

“Quiero creer –especuló Lifschitz– que las afirmaciones de Bonfatti fueron hechas en un momento de obnubilación” y añadió: “El Partido Socialista al que pertenezco, al que me enorgullezco de pertenecer, es un partido profundamente democrático que ha luchado por la recuperación de la democracia en los momentos en la que la perdimos en Argentina, y que valora la diversidad del pensamiento político, respeta a las fuerzas políticas que compiten en democracia, respeta la voluntad popular expresada en las urnas y prioriza el diálogo, la convivencia, la tolerancia y la búsqueda de acuerdos y consensos en el marco del funcionamiento de las instituciones”.

“No nos vamos a apartar de ninguna manera de ese camino, más allá de las expresiones individuales y absolutamente erróneas de uno o cualquier dirigente”, concluyó Lifschitz, ya en clave de interna.