Con casi tres décadas arriba del escenario, ocho discos editados en estudio y numerosos éxitos rockeros influidos por el funk, folclore y reggae, entre otros estilos, Divididos llegó a la ciudad para revalidar por qué es una de las mejores propuestas para ver en vivo. En lo que ya es un clásico de fin de año, para la algarabía de sus fanáticos, la banda conformada por Ricardo Mollo (voz y guitarra), Diego Arnedo (bajo) y Catriel Ciavarella (batería) se lució con un show íntimo el pasado jueves en el Auditorio Fundación mientras que el sábado sacó lo mejor de su repertorio en el Anfiteatro Municipal.

Eran las 22 cuando un Humberto de Nito colmado entonó las estrofas del Himno Nacional para dar comienzo al recital. "Che, ¿qué esperás?" y "Un montón de huesos" fueron los primeros temas dirigidos al núcleo duro de los seguidores. Destacándose los punteos de Mollo, algo que sería una constante durante toda la noche, "La mosca porteña" y "Haciendo cosas raras" completaron la lista de canciones del álbum debut de la banda, 40 dibujos ahí en el piso. Fue un inicio en el que, como si se tratase de un show progresivo, las actuaciones fueron in crescendo. La euforia generalizada llegó con "Elefantes en Europa", de riff demoledor, para luego cerrar la primera parte con "Tanto anteojo", "Alma de budín", "Salir a asustar" y "Perro funk". Para aquel entonces el power trío más aclamado volvía a brindar un gran espectáculo.

Mientras algunos se quitaban el sudor de la frente, otros comenzaban a transpirar con la vivaz "¿Qué tal? El centro de atención era Arnedo y su maestría, quien junto con Catriel se encargaba de construir la base estructural en la que se erigía la guitarra. Era el preludio de lo que estaba por suceder y en el que Mollo retornaría al protagonismo. Primero, interpretó un pasaje de la sublime "Black Magic Woman" de Santana, sensibilizando a la tribuna. Luego sería el turno de su faceta Hendrix, con "Voodo Chile", tocando con los dientes al mejor estilo de la leyenda estadounidense.

En el medio sonaron "Azulejo", encadenada con "La rubia tarada" y "El arriero". Con Mollo y Arnedo sentados, era el momento de "Spaghetti Rock" y "Par mil", donde el grupo priorizó la pulcritud en el sonido. Para "Sisters" subió al escenario como invitado Diego Fiorentino y luego se le sumaría Pablo Ruiz, quien hizo su aporte en la intensa "El burrito". Llegaron clásicos y más clásicos: "Sábado", "Hombre en U", "Tengo" de Sandro) y "Sucio y desprolijo de Pappo.

Escúchenlo, escúchenlo, escúchenlo. La aplanadora, del rock and roll, es Divididos la puta que lo parió, cantaba la tribuna del Humberto de Nito.

El segmento final iniciaría con "Amapola del 66", cantada al unísono con un público que instantes antes había respaldado un mensaje de Mollo contra el uso de los agroquímicos. Acto seguido, "Paisano de Hurlingham" y la extraordinaria "Rasputín/Hey Jude". Entre tema y tema la banda se daba el gusto de tocar amplios e hipnóticos pasajes instrumentales que demostraron, una vez más, sus sólidos argumentos que la convierten en una de los mejores del país. Como magos, detrás de ese sonido desenfrenado de la mayoría de sus canciones, que brota al compás de la euforia del público, cae un velo para que el virtuosismo de sus integrantes dé la nota. Sincronización y ritmo. Y mucho rock en estado bruto.

"Nos vemos el año que viene", dijo alegremente el guitarrista para comenzar a despedirse con "Paraguay", la furia de "El 38" y "Ala delta". No sin antes tocar, claro está, inmortales temas de Sumo: "Crua Chan" y "NextWeek". Mientras Arnedo y Catriel seguían incansables en el escenario, transcurridas dos horas y media, Mollo bajó a saludar a sus fanáticos, quienes le respondieron con abrazos y caricias. Por mérito propio, lejos de toda especulación azarosa, la Aplanadora sigue funcionando a toda máquina y todo parece indicar que aún tienen largo terreno por allanar.