Lo dijo el presidente Javier Milei: la economía atravesará el próximo año un proceso de estanflación, es decir una economía con actividad estancada (o cayendo) acompañada de una inflación alta (en su discurso inaugural, adelantó que podía ser de entre el 20 y el 40 por ciento para los próximos meses). Esa suba de precios impacta directo en los bolsillos de las y los argentinos, deteriorando el poder adquisitivo y por lo tanto impactando negativamente en el nivel de actividad económica. 

Según especialistas consultados por PáginaI12, el consumo privado, que representa aproximadamente el 70 por ciento del PBI, va a caer en 2024. Y, de esta manera, revertir la tendencia con la que cerrará en 2023, un año en que la aceleración inflacionaria y el escenario de incertidumbre electoral ubicaron al consumo como una alternativa para colocar pesos.

Osvaldo Del Río, director de la consultora Scentia , que mide mensualmente el consumo en todos los canales del país, advirtió a PáginaI12 que “2023 va a ser positivo y en 2024 habría retracción de alrededor del 5 por ciento, en orden con la estimación de caída del PIB y la posible disminución del poder adquisitivo". 

Por su parte Sofía Ruano, ingeniera especializada en consumo y miembro de Paridad en la Macro, se inclinó por una baja de 8 puntos: "Va a ser una caída muy fuerte la del consumo, porque vas a tener también una retracción muy fuerte de la actividad". Y complementó con un análisis cualitativo: "Se viene un ajuste desde los bolsillos. Si la inflación es del órden que vienen anunciando las consultoras privadas, que ratificó Milei en su discurso, al consumidor de nivel socioeconómico bajo lo perdiste. Esa persona no va a poder consumir ni alimentos y, en tres meses,  ya es indigente", advierte.

"La clase media va a buscar sostener los consumos de su clase todo lo que pueda, incluso seguir comprando algunas marcas de categorías que le funcionan bien. Lo primero que va a recortar es el entretenimiento. Vamos a empezar a ver restaurantes un poco más vacíos, ver menos gente en espectáculos y demás".

Hernán Letcher, director de CEPA, puso el ojo en el cambio de la canasta, más que en la caída del consumo: "Cuando aumentan los precios hay dos procesos, primero baja de calidad y después recorte de consumo. En muchos rubros tenés productos sustitutos más baratos, por ejemplo cuando no te alcanza la plata para comprar carne vacuna, comprás pollo. Y el siguiente paso es reemplazarlo por uno más económico, por ejemplo los hidratos de carbono, que suelen ser más baratos que el resto, que genera efectos negativos no solo en el consumo sino incluso sobre la salud".

Santiago Manoukian, jefe de research de la consultora Ecolatina, coincide: "Las perspectivas que tenemos para el consumo masivo son negativas de cara a los próximos meses, producto de la aceleración inflacionaria y salarios que no se ajustarían rápidamente a la nueva pauta. Sobre todo de los salarios informales en un contexto en el cual se están empezando a desanclar acuerdos de precios vigentes, y la próxima administración no parece tener en mente algún acuerdo de precios y salarios. Por otro lado este año los pesos queman y la gente se apura a adelantar consumo. Entonces cuando nos comparemos también contra estos meses, obviamente la caída va a ser mayor porque estamos adelantando consumo. Como ocurre casi siempre, los productos más afectados probablemente sean los no esenciales".

Pesos que queman

De acuerdo con los datos de la consultora Scentia, 2023 será un año con tendencia alcista para el consumo masivo en Argentina. Desde 2015 no se observa un aumento en cantidades vendidas en este canal de consumo. Ese año el consumo masivo aumentó 2,5 por ciento en volumen. Ya al siguiente (2016) cayó 4,5 por ciento. La mayor caída en estos últimos años fue en 2018, de 7,3 por ciento en coincidencia con una macroeconomía muy desordenada que resultó en una aceleración de la inflación, retracción de salarios y caída de la actividad.

El 2023 comenzó con una tendencia a la baja y comenzo a recuperar desde junio. Pero los resultados de agosto, septiembre y octubre permitieron dar vuelta la tendencia acumulada del año a números positivos: el consumo masivo creció 5,2 por ciento en volumen en agosto; 8,5 por ciento en septiembre; y 8 por ciento en octubre. De esta manera, revirtió su tendencia acumulada que en julio era de -0,5 por ciento, a un acumulado a octubre de 1,8 por ciento de crecimiento en volumen. 

"Contra todos los pronósticos", asegura del Río luego de los datos de octubre- últimos disponibles-, y continúa "este resultado del mes puede explicarse por razones tales como, los precios en el canal super dada la gran diferencia versus otros canales, las acciones del gobierno tendientes a impulsar el consumo, las últimas medidas de IVA y ganancias, la mejora del campo, ventas en fronteras, etcétera". 

Ruano observa que los meses que dieron vuelta la tendencia del consumo en 2023 fueron, "casualmente", meses que elevaron el piso inflacionario arriba de los dos dígitos mensuales. "Hay dos elementos que construyen un marco muy lógico para esta evolución del consumo, y posiblemente también un pequeño vaticinio de lo que se viene en los últimos meses del año, y en los primeros de 2024: el aparato de medidas de compensación anunciadas post PASO, y la incertidumbre del escenario electoral", asegura.

"El día posterior a las PASO, Sergio Massa anunció una suba del tipo de cambio oficial del 22 por ciento, causando fuertes impactos en toda la cadena formadora de precios para el consumo. En una semana en la que se perdieron los precios de referencia, los consumidores corrieron a acopiarse de los bienes necesarios y no perecederos, así como a adelantar compras que tenían planificadas para el resto del mes o del año", explica. 

Sobre 2024, agrega que "el clima que se vive entre los consumidores argentinos es de una preparación para algo mucho peor, con un consenso tácito de que el 2024 será un año muy difícil. Esta emocionalidad latente, impulsa a gastar hasta lo que no se tiene para prepararse para ese futuro que se sabe peor que el presente".