Y un día Mauricio Macri volvió al PRO. Lo hizo a través de una reunión informal, con ausencias de peso –faltaron Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta– y con invitados de mejor pasado que presente –caso María Eugenia Vidal o Diego Santilli–, pero por algo se empieza. El expresidente juntó este miércoles a varios de los dirigentes que todavía le responden en sus oficinas de Vicente López, para un desayuno (lo pagó él) que le sirvió para mostrar su interés renovado en conducir el partido amarillo. A juzgar por las declaraciones posteriores de los participantes, Macri al menos logró el objetivo de alinear el discurso de los suyos: todos coincidieron ante los micrófonos en que el espacio de los "halcones" va a jugar un rol de "acompañamiento responsable" al gobierno de Javier Milei. Esa posición tendrá su primer correlato en Diputados cuando el bloque del PRO respalde –y vote– el paquete de leyes de ajuste que se viene. El otro tema caliente de la agenda, la presidencia formal del partido, apenas se tocó: el  concenso pasa por postergar lo más posible la elección de nuevas autoridades porque "nadie quiere mostrarse en la rosca de cargos mientras la gente la está pasando mal", tal como describió un diputado a Página/12.  

“Fue una reunión espontánea, y será una más de muchas que tendremos”, dijo a la salida Vidal, una de las elegidas para hacer de vocera del encuentro. Para subrayar el clima de distensión, la diputada contó que Macri los convocó vía un grupo de Whatsapp, sin presiones. Sin embargo, algunas voces internas la contradicen. "Se chequeó antes quiénes iban a ir" para garantizar que no hubiese ruido interno, contó otro dirigente a este diario. Las ausencias de Bullrich –que dejó la presidencia partidaria– y de Rodríguez Larreta, evidentemente, ayudaron a la concordia. La ministra de Seguridad tenía una excusa para faltar: por la mañana estuvo presente en la reunión de gabinete de Milei. Distinta fue la situación del exalcalde porteño: algunas voces internas señalan que se va a "tomar un tiempo" lejos de la vida interna del PRO. 

Al mismo tiempo que confirmó su desembarco en el gabinete libertario, Bullrich renunciaba a la presidencia partidaria –cargo que ejercía con "licencia"– y fijó las elecciones para renovar la conducción para el mes de Febrero. Su relación con Macri, desde entonces, quedó dañada. El expresidente la acusó solpadamente de haberse cortado sola y de haber negociado a sus espaldas. Desde el entorno de la ahora ministra siempre responden que ella tiene juego propio y no responde a nadie. En el partido, ahora que Macri vuelve a querer manejar las riendas, parece que no la van a extrañar demasiado. ”Es ministra de Seguridad, tiene cosas más importantes", dijo Ritondo, aunque dejó abierta la puerta a que pueda sumarse a una próxima reunión. Lo cierto es que es probable que su llamado a elecciones para Febrero se postergue para más adelante y que Federico Angelini –hombre de confianza de Macri– termine ejerciendo una presidencia interina hasta nuevo aviso. 

Al llamado de Macri acudieron también el flamante jefe de Gobierno porteño, su primo Jorge Macri; el exministro de Transporte, Guillermo Dietrich, la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, y de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, además de Jorge Triaca y Humberto Schiavoni, dos históricos del macrismo que permanecen en el llano. 

Dos líneas internas

Luego de la reunión, varios diputados volvieron a juntarse para un encuentro a puertas cerradas del bloque de la Cámara baja, con la idea de estudiar las medidas que incluiría el Gobierno en el paquete próximo a enviarse al Congreso. Vidal, Ritondo y Santilli, junto a varios otros de la línea "halcón" como Hernán Lombardi y Alejandro Finnochiaro, escucharon durante varias horas las explicaciones de Hernán Lacunza, Luciano Laspina y José Luis Espert sobre el trazo grueso de los proyectos y la situación económica. La idea fue generar línea en la tropa para explicar que un partido que siempre propuso bajar impuestos votaría a favor de la reversión en Ganancias, el aumento en  bienes personales y hasta de las retenciones al sector agroexportador. Casi un 30 por ciento de los 5 puntos del PBI que Milei pretende bajar, dicen, pasaría por el Congreso. 

Allí, en el PRO más cercano a Milei ven una oportunidad: entienden que LLA no tiene espadas legislativas con experiencia en la sanción y mucho menos en la defensa pública de los proyectos de ley, por lo que, entienden, pueden sacar provecho político. "La idea es darle herramientas al presidente", confiaron. 

De todos modos, todavía quedan algunos dirigentes del PRO que se muestran reacios a aplicar esas medidas, y podría decirse que, a esta altura, conforman una línea interna disidente. Es el caso de Nicolás Massot, que se pasó al bloque Cambio Federal, que conduce Miguel Ángel Pichetto en nombre de los gobernadores del espacio, Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut). "Muchos sabíamos que Milei no era preciso cuando hablaba de que el ajuste lo iba a pagar la política y la casta, era falso y es un desafío ver como interpreta su electorado esto", dijo Massot. 

En términos parlamentarios, podría decirse que hay un empate: mientras el sector del PRO que acompaña a Milei junta alrededor de 50 diputados (sumando también a los fieles de Bullrich), en la vereda de entrente, el resto de los exaliados de Juntos por el Cambio (incluída la UCR, la Coalición Cívica y el bloque de Pichetto y los gobernadores) juntaría otro tanto. Está por verse cuantos se mantienen sin saltar de un lado al otro cuando los proyectos de ajuste lleguen al Congreso.