Hace pocos años, el calentamiento global y la minería irresponsable provocaron un verdadero caos en el Lago Poopó, donde vive la Nación Uru, que está conformada por los pueblos de Puñaca Tinta María, Vilañeque y Llapallapani. El lago Poopó, de agua salada, el segundo más grande de Bolivia después del lago Titicaca, se secó para siempre. Las comunidades que vivían de la caza y de la pesca se quedaron sin fuente de trabajo de la noche a la mañana y sin sustento. Debieron dedicarse a las artesanías, pero el lago era mucho más que su fuente de trabajo ya que definía su identidad.

 Producto de cómo se vio afectada la comunidad indígena Uru y con el objetivo de lanzar un grito de advertencia a nivel mundial, el argentino Gastón Zilberman y el estadounidense Michael Salama realizaron el corto documental Qotzuñi: Hombres del lago, que tendrá su avant premiére, con entrada gratuita, en Mundo GEA (Av. Las Heras 4159) el martes 19 de diciembre a las 17:30, con charla posterior.

Zilberman (Instagram: @gastizil) es fotògrafo y documentalista focalizado en problemáticas sociales y ambientales. La ONG internacional (fundada en México) con la que trabajó mucho tiempo y comenzó a hacer este tipo de trabajos se llama Cadena y asiste ante desastres y crisis humanitarias. Con la ONG estuvo documentando la intervención humanitaria durante la guerra en Ucrania en Marzo/Abril de 2022. Zilberman estudió Diseño en la Universidad Torcuato Di Tella. Su compañero, Michael Salama, estudia Historia y Ciencias Ambientales en Princeton University, en EEUU. "El iba a hacer su tesis de investigación sobre la sequía del lago. Al enterarme de que él iba a hacer eso y yo estaba buscando un proyecto del estilo para poder realizar en Bolivia, él me contó y me sumé para poder hacer el proyecto documental que va más allá de la película", cuenta Zilberman en diálogo con Página 12. Es que el martes 19 también se podrán apreciar las fotografías que tomó Zilberman durante el proyecto.

-¿Cómo surgió la idea de realizar el documental a partir de ese encuentro?

-El me comentó acerca de esta comunidad. Hace tiempo que yo trabajo en la documentación audiovisual de problemáticas socioambientales. Trabajé mucho a través de la ONG Cadena Internacional. Yo hacía la documentación audiovisual de las intervenciones humanitarias que realizaba la ONG. Pero con el tiempo busqué hacer también proyectos con iniciativa propia que me llamaran la atención, para visibilizar las problemáticas socioambientales y la gravedad de las consecuencias del cambio climático e industrias contaminantes en la sociedad. Siempre tuve mucho interés en las comunidades indígenas porque entiendo que son, a veces, los que más la sufren, porque nosotros en Buenos Aires con el cambio climático tenemos calor y prendemos el aire acondicionado, pero ellos la tienen más difícil. Mi objetivo es visibilizar esas problemáticas y también dar a entender que no es que solo pasa en el lago Poopó en Bolivia, está pasando en todo el mundo y todos tenemos nuestro propio lago, en cierto punto. Cuando Michael me comentó que iba a estar haciendo este proyecto, me pareció una oportunidad buenísima como para poder ir con él y colaborar para filmar el documental y sacar las fotos mientras él hacía su investigación.

-¿Cómo vivieron los nativos la idea de la película?

-No fue fácil que nos aceptaran. Nosotros estuvimos ocho días con la comunidad y, a través de un contacto que teníamos en una zona cerca del lago, y que tenía contacto con las autoridades Uru, nos enteramos que justo había una reunión semanal de autoridades, en las cual Michael formó parte y les pidió que nos permitieran ir a filmar y hacer un documental de investigación. No fue fácil porque ya hay un par de investigaciones hechas y los Uru no querían que vayamos, robemos información y después no hagamos nada. Pero nuestro objetivo es difundir y visibilizar la problemática y dar a conocer a los Uru al mundo porque son una comunidad indígena que hasta no hace tanto tiempo vivían arriba del lago, en islas flotantes. No se los conoce por ahí como se los conoce a los aymara, a los quechua en Latinoamérica. Y lo que nosotros les ofrecimos fue darlos a conocer en el mundo porque al haber trabajado con medios internacionales, nuestro objetivo también era ese. Al ser estudiantes (tenemos 22 y 23 años) confiaron mucho en nosotros, nos permitieron ingresar a la comunidad, tuvimos el aval de las autoridades máximas de los Uru. Después nos ayudaron mucho para que cada comunidad Uru (son tres), que viven en las orillas del lago Poopó, que nos acepten. A partir de esa reunión de autoridades firmamos un compromiso que no es ir a hacer el documental y volverse, sino seguir en contacto con la comunidad, seguir buscando formas de poder ayudar y que esto no iba quedar en vano, sino que se iba a publicar internacionalmente, como lo fue. El objetivo es poder visibilizar la problemática socioambiental. Este lago tiene un tamaño de quince ciudades de Buenos Aires. No es un charco que se secó. Y se trata de poder visibilizar eso y dar a entender que esto trasciende a los Uru; es parte de la crisis civilizatoria, en la cual vivimos todos hoy en día.

-¿Cómo fue el trabajo de comunicación, dado que hablan en lengua nativa?

-Depende de la edad, en algunos el español es su segundo idioma, especialmente la gente más grande. Pero se podría decir que las generaciones más pequeñas, de los 40-50 para abajo, ya hablan perfectamente el español. Las partes que nosotros tenemos en otros idiomas también fue con gente mayor que se sentía más cómoda transmitiendo sus ideas en su idioma nativo. Eso nos pareció muy valioso por más que en el momento no hayamos entendido su respuesta porque permitirles expresarse en su idioma nativo es parte de su esencia. Y poder después traducirlo como para después utilizarlo. Pero la comunicación fue toda en español. Y por más que Michael sea estadounidense y viva allí su familia es argentina, yo también lo conozco por eso. Así que no hubo problema con la comunicación.

-Los motivos de la desaparición del lago tienen que ver con el calentamiento global, entre otras cosas. ¿De algún modo la película busca advertir de este peligro?

-Sí. El lago se secó principalmente por dos razones. Una es el calentamiento global, que la comunidad lo puede traducir en la falta de lluvia, pero que viene por el aumento de la temperatura del planeta Tierra, las emisiones de gases del efecto invernadero que hacen que no llueva tanto y que se seque el lago. Y, por otro lado, por las industrias contaminantes. Esa zona en la cual está ubicado el lago Poopó es una zona minera en Bolivia muy importante. Las empresas que tienen las minas cerca se llevaban el agua del río para la minería. Hay un par de piletones de agua contaminadísima muy cerca del lago, por todos los desechos de la minería, sumado también a la diversificación de aguas del lago para la agricultura. Estas tres cosas en conjunto hacen que el lago se haya secado y nunca más se haya vuelto a llenar. Hace veinte años, pero con las temporadas de lluvia volvía a llenarse, pero ya no se podían comer los pescados porque estaban contaminados por los desechos de la minería.