La nave Peregrino 1, cuyo objetivo era arribar al suelo lunar y que despegó durante la madrugada de este lunes, enfrenta problemas técnicos que ponen en riesgo una misión de ribetes históricos. Este obstáculo amenaza la ilusión de Estados Unidos, que aguarda por primera vez en 50 años colocar un robot en el satélite natural, territorio cuyos astronautas supieron conocer mejor que nadie en plena Guerra Fría. A un problema vinculado con una “anomalía en la propulsión” que se identificó siete horas después de su lanzamiento, se sumó una “pérdida crítica de combustible”. La misión es liderada por la empresa Astrobotic, una firma privada con experiencia en el rubro que había recibido el apoyo de la NASA. Ante la imposibilidad de continuar con el plan original, sus responsables estudian opciones viables.

El proyecto de colonización espacial que comenzaba a desplegar Estados Unidos sufre su primer traspié. El intento forma parte de la iniciativa de Servicios de Carga Útil Lunar Comercial, de la agencia espacial norteamericana que, desde hace tiempo, tiene entre ceja y ceja impulsar su plan de retorno a la Luna. Este lunes, el cohete Vulcan Centaur había despegado con éxito desde la estación espacial de Cabo Cañaveral, en Florida. Una hora después de su lanzamiento, el módulo Peregrino 1 (dos metros de alto y dos y medio de ancho, con una capacidad de 120 kilos) consiguió una separación exitosa y todo marchaba según lo planificado. Sin embargo, el primer problema surgió porque los equipos de control en tierra no apuntaron de la manera adecuada hacia el Sol. La nave debía hacerlo de una manera específica con el propósito de que sus paneles solares estuvieran en condiciones de captar la mayor cantidad de energía para su funcionamiento. Este inconveniente fue seguido de una pérdida crítica de combustible que empañó aún más las posibilidades de la iniciativa de llegar a tierra firme.

Así lo expresaron desde la cuenta de Astrobotic, a través de la red social X: "El equipo cree que la posible causa del inestable apuntamiento hacia el Sol es una anomalía de la propulsión que, de probarse, amenaza la capacidad de la nave para un aterrizaje suave sobre la Luna". Desde la cuenta oficial de la NASA aprovecharon para dar un mensaje de aliento ante el imprevisto: “Cada misión es una oportunidad para aprender. Estamos orgullosos de trabajar con nuestros socios para avanzar en la exploración de la Luna”.

Al momento de cerrar esta nota, la comunicación con la nave se había perdido. Según la ruta espacial trazada, Peregrino 1 debería haber alcanzado la órbita lunar; para luego mantenerse allí por varias semanas hasta alunizar el 23 de febrero, en una latitud media denominada Bahía de la Viscosidad. Un sitio que, según se ha comprobado, hace millones de años estuvo dominado por la lava.

El Peregrino 1 trasladaba instrumentos científicos útiles para el estudio de la radicación y la composición de la superficie de la Luna; así como un vehículo pequeño (del tamaño de una caja de zapatos) diseñado por un equipo de expertos de la Universidad Carnegie Mellon. También, como en todas las misiones, en esta se incluían elementos excéntricos: un bitcoin físico y restos cremados y ADN de 70 humanos enviados por Elysium Space, una compañía de entierros espaciales. Entre las muestras, figuraban las de Gene Roddenberry (el creador de Star Trek), el autor Arthur C. Clarke y tres expresidentes: George Washington, Dwight Eisenhower y John F. Kennedy.

Un fracaso también geopolítico

Además de la disputa en torno a recursos naturales considerados esenciales como el litio o al desarrollo de tecnologías de punta vinculadas a la Inteligencia Artificial, Estados Unidos concentra la mayoría de sus esfuerzos internacionales en imponerse en otras carreras que podrían revalidar, de cara a los próximos años, su papel de “superpotencia”. Un terreno de disputa ya conocido es el aeroespacial y el gobierno de Joe Biden lo sabe. En el último tiempo, para no ceder terreno frente a otras naciones como China e India, EE.UU. recurrió al sector privado para que, junto a la NASA, pudieran conquistar una porción del universo antes que sus competidores.

El capitalismo no tiene fronteras y Estados Unidos observa con buenos ojos el hecho de que el satélite pueda convertirse en una base privilegiada para futuras transacciones comerciales a partir de las próximas décadas. El conocimiento científico y tecnológico abre nuevos mercados y posibilidades inesperadas. Para esta misión de Astrobotic, la NASA desembolsó más de 100 millones de dólares. En la misma línea, otra compañía denominada Intuitive Machines, lanzará su propio cohete en febrero con el propósito de alcanzar el polo sur de la Luna.

En este marco, Estados Unidos planea que los viajes a la Luna sean cada vez más frecuentes, rentables y rápidos. Todo de cara a la misión Artemis, el programa de la NASA que organiza --nuevamente-- misiones tripuladas. Conquistar la Luna servirá como paso intermedio de cara al premio mayor: ganar experiencia y tomar envión para llegar a Marte hacia 2050.

Más allá de este fracaso que hoy protagoniza Peregrino 1, si se revisa la historia --y para ser justos-- los alunizajes suaves constituyen más una excepción que una regla. A la Unión Soviética, Estados Unidos y China, en agosto de 2023, de manera heroica, se sumó la India. En efecto, otras potencias científicas y tecnológicas como Japón o Israel no corrieron la misma suerte. A falta de una atmósfera amable para el despliegue de un paracaídas, la suerte de las misiones depende de propulsores más o menos capaces de evitar la colisión y la destrucción de la nave frente al suelo lunar.

El último éxito estadounidense fue la misión Apolo 17, hace 52 años. La espera se extiende y la celebración se hace desear.

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