Besos, abrazos, tetas al aire, birra. La esquina de Alberdi y avenida Illia se ponía cada vez más colorida cuando la tarde del sábado se despedía de Resistencia, y el calor daba una tregua porque hasta el clima fue encuentrero este año. La primera jornada de talleres había terminado: los bustos de Evita y de Perón -intervenidos con pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto- llamaban a las fotos festivas. Porque eso fue, una fiesta, la marcha Orgullosamente Torta. Multicolor, más que el arcoíris que se repetía en decenas de banderas. “Macri no es puto, es liberal. Hacete cargo, él es heterosexual”, fue uno de los primeros cantos que se escuchó, cuando la marcha todavía se iba a armando y nadie sabía que sumaría cinco cuadras de tortas, pero también trans, travestis y todas las chicas que fueron a celebrarse en ese recorrido de cantar con la alegría que también deviene de la bronca compartida, de romper los años de silencio. “Acá está la Resistencia disidente, sexual y feminista. Horda de lesbianas”,  decía la pancarta de la grupa que jugaba de local, aunque nadie se sentía visitante. La Horda se formó para pedir por la libertad de Higui, hace menos de un año y pocos días antes del Encuentro, una pareja que la integra resistió una orden policial para que dejaran de besarse en la plaza: respondieron con un besazo porque, como se grita a los cuatro vientos, “a los closets no volvemos nunca más”. Cabeza con pelos de todos los colores, dibujos sobre el cuerpo, hechos allí, a mano alzada entre pares, pañuelos verdes de la Campaña dispersas en los cuellos a lo largo de toda la columna, iban construyendo visibilidad en una marcha que crecía al paso. 

En las esquinas, la gente de Resistencia sacaba fotos. Había caras de curiosidad hospitalaria, sonrisas y hasta un señor que se entusiasmaba con la postal colorida: “Esto necesita Resistencia”.  La única competencia era por el ingenio de los cantos. “No soy amiga/ de tu mamá/ somos lesbianas/ no paramos de garchar”, fue una de las consignas que se repetía cada tanto. 

La marcha torta que corona el primer día del Encuentro fue este año más multitudinaria que el anterior, y que la primera, de Mar del Plata, en 2015. “Absolución para Higui. Atacada por lesbiana, presa por defenderse” fue una de las banderas más fáciles de divisar desde lejos por su color verde fluorescente, detrás de la Asamblea Lésbica Permanente. “Tortas de barrio”, era otra de las columnas, con una pancarta colorida y alta que se veía de lejos, en medio de cientos, escritas a mano, traídas desde cada lugar. En la plaza Belgrano esperaba un festival que luego se prolongó en fiesta, hasta la madrugada. 

Cada año, la visibilidad lésbica se hace más fuerte en el Encuentro. Nadie más se esconde, nadie habla en voz baja, sino más bien cada quien lleva el orgullo a cada espacio para esparcir el amor disidente en cada plaza, pero también hacerlo fiesta. Lejos quedaron las épocas en las que sólo se hablaba de amor entre mujeres en el taller de lesbianismo. Ahora, ese amor se grita a los cuatro vientos.