El intento de desregulación económica del gobierno de ultraderecha es una embestida contra la cultura a gran escala. “Menos libros = más pobreza”: Esta es una de las consignas de la Feria del Libro Urgente que se realizará este sábado 20 desde las 15 horas en la Plaza del Congreso para rechazar la derogación de la Ley 25.542 de Defensa de la Actividad Librera, prevista en el proyecto de Ley Ómnibus, que pone en peligro el trabajo de pequeñas librerías y editoriales independientes y atenta contra la bibliodiversidad y el ecosistema del libro. 

Como nunca sucedió en estos cuarenta años de democracia, todos los actores que participan del mundo del libro (escritores, traductores, dibujantes, ilustradores, editores, libreros y bibliotecarios) se han unido en un plan de visibilización y lucha que se desarrollará en el marco de una asamblea general convocada por el colectivo Unidxs por la Cultura, en la que participarán diferentes sectores afectados por la derogación de leyes, el desfinaciamiento y el cierre de institutos.

Durante la tarde habrá una intervención dibujada de libros, organizada por ADA (Asociación de Dibujantes de Argentina); Liliana Heker dará una clase abierta en defensa de la cultura argentina a las 18 y a partir de las 19 llegarán las lecturas de Guillermo Martínez, Federico Jeanmaire, Jorge Consiglio, Betina González, Agustina Bazterrica, Raquel Robles, Gonzalo Heredia, Horacio Convertini, Cecilia Szperling, Santiago Loza, Laura Wittner y Andi Nachón, entre otras. La ley 25.542 establece que el precio del libro debe ser uniforme y respetarse en todos los puntos de venta del país.

“El mayor riesgo que implicaría la derogación es volver a la situación que teníamos hace veinticinco años cuando estaba monopolizado el mercado por los grandes grupos editoriales y teníamos una avalancha de libros importados”, explica Enzo Maqueira de la Unión de Escritoras y Escritores, una de las entidades que participa de la Feria del Libro Urgente, junto a la Cámara Argentina del Libro (CAL), Fundación El Libro (la organizadora de la Feria del Libro de Buenos Aires), Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes (AATI) y Colectivo LIJ, literatura para niños, niñas y jóvenes, entre otras. 

“Este ecosistema de editoriales independientes que nos pone orgullosos, de autores y autoras que ganan premios en el exterior, toda esta cantidad de librerías que tenemos, todo este orgullo nacional que es el libro argentino y nuestra literatura, todo eso se construyó en los últimos veinte años en gran medida porque esta ley permitió una competencia equitativa entre editoriales y librerías. Nadie del sector pidió la derogación de esta ley, que sólo beneficia a las grandes cadenas y a las grandes plataformas de venta online como Amazon. Estamos a las puertas de perder todo lo que supimos conseguir con mucho esfuerzo”, advierte el escritor a Página/12.

Cecilia Fanti, escritora y librera, dueña de la librería independiente Céspedes, ubicada en el barrio de Colegiales, precisa que el impacto de la derogación de la ley es directo. “En la medida en que los grandes jugadores comiencen a hacer dumping se va a empezar a reducir la oferta bibliográfica”. La librera, que es vicepresidenta de la CALI, observa que en algunas discusiones, atravesadas por el “no hay plata”, el caballo de Troya de Milei, escucha frases como: “compitan; se les terminó el curro”; “son una casta”; “los libros están carísimos y la cosa no da para más”. 

Fanti dice que es necesario mencionar el precio exorbitante del papel, el problema fundamental para el sector antes de la Ley Ómnibus. Hasta hace un tiempo, el precio del papel representaba el 30 a 34 por ciento del costo del libro; ahora ascendió a casi 60 por ciento. “Lo preocupante es que algunos creen que los libros están más caros por culpa de las librerías independientes, cuando está claro que ninguna librería pequeña de barrio puede levantar el teléfono y decirle a un director de una editorial multinacional que suba los precios porque no le da el ticket promedio. Nuestra pequeña rentabilidad está muy atada al trabajo artesanal que hacemos con la selección de nuestros catálogos y la recomendación; pero también con generar entornos culturales para nuestros lectores y formar libreros. En Céspedes -y en muchísimas otras librerías- contratamos personas con avidez, con ganas de aprender, para formarlas en el oficio librero”.

Fanti pone el dedo en una llaga medular. “El único término de discusión para este gobierno es el dinero y eso hace que sea muy difícil comunicar la importancia de la pluralidad de voces de escritores nuevos y cómo estos escritores terminan proyectándose en el mundo, una proyección que genera divisas para el país”, desliza con ironía. “Nuestro rol no puede ser estar hablando todo el tiempo de guita”, cuestiona la librera y subraya que hay que hablar del peligro que supone que “dos jugadores poderosos hagan dumping y provoquen el cierre de librerías” y en consecuencia la reducción de editoriales porque van a perder visibilidad en los puntos de ventas.

Liliana Heker dará una clase abierta (Imagen: Adrián Pérez)

“El problema más grave es que vamos a terminar leyendo lo que quieren dos o tres tipos y eso es matar la cultura literaria de un país que es modélica en América Latina, envidiada por los editores que vienen a la Feria de Editores (FED)”. Una anécdota le permite ilustrar este asunto. “Un editor mexicano estaba fascinado porque se había tomado un taxi desde su hotel hasta la FED y el taxista estaba leyendo un libro de M. John Harrison y se pusieron a hablar de ciencia ficción. El editor mexicano contaba que tuvo una charla literaria con un taxista y era la primera vez en su vida que le pasaba algo así. A nosotros no nos sorprende tanto porque consideramos que es parte de nuestra cultura, que es algo que nos identifica, y eso es lo que quieren romper y sacarnos”.

¿Por qué el gobierno de Javier Milei se propone desfinanciar al Fondo Nacional de las Artes y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), entre otros organismos fundamentales? “La derecha argentina era una derecha ilustrada que ponía al libro y a la cultura por encima de todo”, recuerda Maqueira. “Hoy tenemos una derecha estúpida que se maneja por TikTok y que no tiene ningún problema en sembrar su ignorancia y reproducirla en redes sociales con una fauna de bobos que los aplauden”, plantea el escritor y lamenta que el presidente y sus seguidores repitan que “los artistas no trabajamos o que vivimos del Estado”. 

“Los artistas tenemos varios trabajos y aun así no nos alcanza; pero nos hacemos tiempo para ensayar una obra de teatro, para escribir un libro, para componer una canción”, argumenta el escritor y aclara que ni siquiera entienden “las reglas del mercado que ellos mismos endiosan”. Hay un mercado del libro que funciona, pero “esta gente en nombre de la libertad de mercado viene a pisarle la cabeza a esta industria que supimos armar entre todos y todas”, concluye el escritor.