“Es el tomate con gusto tomate”. Simple y clara es la definición que Carlos Franca, productor del tomate platense, hace del fruto que se cosecha por estas épocas y este 3 de febrero se viste de gala para la Fiesta del Tomate Platense que organiza el Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense. Se trata de un evento que aglutina a los pocos productores de esta variedad que sobreviven sosteniendo las semillas y no pierden un modo de siembra y cultivo ajeno a la lógica comercial que se instaló en la década de los noventa. 

Franca es uno de los casi veinte productores de tomate platense que siguen en pie. “Queremos mantener vivo el gusto a tomate que comíamos cuando éramos chicos”, remarca en sintonía con su primera frase sobre el sabor. Esta variedad de tomate, explica, está ajena al circuito tradicional de comercialización por no tener modificaciones que alarguen su durabilidad post cosecha y, por ende, que favorezcan su manipulación y traslado.

A sus 57 años, Franca cuenta que sus primeras semillas de tomate platense se las dio su padrino en el barrio platense de Los Hornos. Aquel descendiente de italianos que cultivaba esta variedad para el consumo familiar lo hizo incursionar en la siembra del “tomate con rayitas”. Es una producción, relata, donde no interviene la metodología de las grandes empresas, ni en la venta de semillas ni en la comercialización.

A su vez, dentro de esta ecuación hay un rol político del Estado. Esta es la segunda vez que el ministerio organiza la fiesta. Para Juan José “Lolo” Garat, quien dio pie al origen de este evento a principios de los años 2000, apostar a visibilizar este modelo de producción está “en las antípodas” de lo que piensa Javier Milei.

“Milei te va a decir que es una preservación artificial”, señala, y por eso abraza el acompañamiento del Estado porque si no “esta semilla dejaría de existir”. La balanza que evalúa Garat incluye a las familias que viven de este producto, del cual se hacen salsas, mermeladas, e incluso, como en el caso de Franca, también alfajores.

El lugar que toma el Estado

“Sin el apoyo del Ministerio de Desarrollo Agragrio las cosas se harían muy cuesta arriba o al punto de abandonar estas tareas”, resalta Franca acerca del rol de la cartera que comanda Javier Rodríguez. Para el ministro es una “satisfacción” impulsar este evento por segunda vez, luego de la experiencia en 2023.

Rodríguez coincide con lo relatado por Franca y asegura a Buenos Aires/12 que “la historia señala que la búsqueda de mejores condiciones comerciales como el tamaño o la duración llevó a perder el sabor del tomate, y esa recuperación es clave”. A lo largo de la conversación, el ministro pone énfasis en el concepto que tiñe a la matriz de esta iniciativa: que no se pierda el valor de lo tradicional.

La misión de esta fiesta, según Rodríguez, es visibilizar los sistemas productivos hortícolas agroecológicos donde, por ejemplo, los productores utilizan sus propias semillas o las intercambian. “Esto está enlazado con la soberanía que pregona la actual Ley de Semillas y que se pone en peligro con la ley ómnibus”, subraya el dirigente.

El acceso a las semillas es una política que el ministerio viene potenciando. En el último período, según detalla Rodríguez, fueron desarrolladas seis variedades de tomate, donde tres son consecuencia de la recuperación de variedades tradicionales. “Es una experimentación que busca recuperar el sabor, es un trabajo que lleva mucho tiempo, donde solo la registración ante el Instituto Nacional de Semillas (INASE) puede llevar hasta dos años”, relata Rodríguez.


Una fiesta con historia

El evento se llevará a cabo en la estación experimental de Gorina, una de las 16 chacras que dependen del ministerio donde se investiga y desarrolla tecnología para el agro. Tiene como horario de inicio las 10 de la mañana y se extenderá hasta las 18 horas.

En el predio habrá un total de 79 puestos de productores hortícolas, incluidos aquellos que transitan en Mercados Bonaerenses, el programa con el que el gobierno Axel Kicillof apunta recortar intermediarios y lleva a los productos del agro de forma más directa a los consumidores. Además, habrá una gran variedad de puestos de artesanos y foodtrucks, junto con música en vivo.

Quien recibirá a los productores y visitantes es Inti Ganganelli, responsable de la chacra de Gorina. Conocedor de la región, cuenta que esta variedad de tomate está en la zona desde los años treinta y fueron los más importantes dentro del mercado hasta fines de los ochenta. “Ahí se empezó a virar en las formas de producción hacia cultivares de larga vida, los que hoy se conocen como híbridos, con mayor duración en la post cosecha”, relata.

De esta manera, el tomate dejó de ser un producto estacional y hoy se consume a lo largo de todo el año. El tomate platense sobrevivió por medio de algunas familias, que luego de la crisis del 2001 generaron un vínculo con la Universidad de La Plata y comenzó a revitalizarse.

Para el 2010, relata, la profesora de mejoramiento genético Mercedes Mujica empezó el proceso de estabilización de algunas líneas de tomate platense en la estacion experimental, permitiendo el registro de tres variedades de semilla en INASE. "Este trabajo fue continuado por el Dr. Lisandro Entio y fortalecido por el Programa de Mejoramiento Vegetal del Ministerio de Desarrollo Agrario", subraya.

Ganganelli resume este proceso de varios años que se realizó en Gorina donde se seleccionaron plantas con las características deseadas y luego se realizaron "sucesivos cultivos con autopolinización hasta lograr un comportamiento homogéneo y estable entre las descendencias". De este modo se obtiene la seguridad de que al plantar una determinada semilla se obtiene determinada planta con una serie de características puntuales y no otras.

El responsable de la chacra que será anfitriona del evento por segunda vez consecutiva, remarca que “hay que entender que uno de los principales costos en el agro son las semillas y para todos los cultivos la mayoría de las semillas son importadas o extranjeras que se producen en Argentina”. Por eso deja un mensaje claro: “La inscripción de variedades que realiza el ministerio permiten la producción pública con un costo muy inferior al importado”-

Ganganelli no deja de lado la sintonía con las palabras de Franca y Rodríguez y sintetiza el rol del tomate platense: “Es el tomate que hacían nuestros abuelos”.

Sostener una tradición

Esta es la segunda vez que el ministerio organiza esta fiesta. Tomó la posta de la iniciativa que surgió a partir del vínculo entre la UNLP y los productores de tomate, tal cual lo dice Ganganelli. Ese puente emergió por medio de la labor de Juan José “Lolo” Garat, docente de la universidad. “Docente extensionista”, se define, por su rol de investigador en la Facultad Agronomía.

Hoy tiene 60 años, pero las primeras 17 fiestas fueron producto de su iniciativa. El tiempo y la pandemia lo llevaron a desvincularse de la organización de la fiesta, por lo que celebra que el Ministerio de Desarrollo Agrario se haya hecho cargo.

El tomate platense seria la representación de un tipo de producción que desapareció, donde el productor hacía su semilla, la compartía o la vendía, por eso digo que es representativa de la horticultura de hace cincuenta años”, resume Garat.

Ingeniero agrónomo de profesión, fue durante la cursada de una maestría en los primeros años del nuevo milenio que una materia lo sumergió en la posibilidad de revalorizar las producciones típicas que se perdieron durante los años noventa.

“Yo la llamo la variedad criolla, porque es muy difícil encontrar su origen”, dice. Para “Lolo”, en los últimos veinte años la producción agroalimentaria modificó mucho sus métodos, por sobre todo los de control. “Hoy el tomate se hace invernáculos, donde hay un control de plagas, se hace con plantines y no con semillas”, detalla.

Así como todas las voces consultadas en esta nota, Garat afirma que el tomate platense es “insuperable en materia gustativa” y que “los tomates modernos no tienen nada que ver con el sabor del tomate”.

Feliz de que se mantenga esta tradición, rememora que “siempre fue un proyecto bastardeado, porque estaba la ola de producción intensiva que tiene semillas que producen más, que usan agroquímicos, fertilizantes, y uno aparecía para revalorizar producto prácticamente abandonado”.