A 52 kilómetros de La Plata se encuentra una isla que no es isla. Se trata de la no-isla Isla Maciel, ubicada frente a la ribera del Riachuelo, en el partido de Avellaneda. Durante años, en el imaginario de los porteños y hasta de los habitantes del sur de la provincia significó muchas cosas, ninguna de ellas buena: fábricas cerradas, calles peligrosas, prostitutas que asomaban desde las chapas de los conventillos, delincuencia. Sin embargo, eso está empezando a cambiar, gracias a que vecinos y autoridades de la zona buscan cambiar su degradada imagen. Y eligieron para eso un recurso infalible: conocerla con sus propios ojos. 

Con visitas guiadas durante los meses de enero y febrero, buscaron y buscan darle un carácter turístico y revalorizar tanto sus orígenes como su presente. La gran cantidad de turistas que cruzan hacia la orilla sur del Riachuelo por el puente Nicolás Avellaneda o el emblemático Transabordador de La Boca generó la idea en los funcionarios de la Municipalidad de Avellaneda, la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) y la Universidad Nacional de Avellaneda, que decidieron organizar el circuito turístico El puente y sus dos orillas”, un recorrido por la Isla Maciel que despega de la costa boquense los viernes y los sábados a las 10 y a las 11.30hs. El plan es libre y gratuito.

Antiguas viviendas de chapa y material pintadas de una infinita variedad de colores y calles empedradas hacen a este barrio histórico. Allí, aún se puede vivenciar el trabajo obrero de inmigrantes genoveses vinculados a la construcción de barcos

Uno de los edificios que colorean la Isla Maciel. 

El objetivo de las visitas es poner en valor la cultura y el patrimonio de la Cuenca Matanza Riachuelo, a la vez que busca la revinculación de las comunidades con sus entornos y promueve el turismo como estrategia de promoción de empleo verde en las comunidades. 

Finde tras finde, los turistas nacionales y hasta lugareños de los alrededores se reúnen en La Boca para emprender la travesía pedestre junto a los guías del municipio, cuya primera información es establecer que no se trata de una isla, ya que el territorio no está separado del continente. 

El mito se remonta a mediados del siglo XX, cuando el territorio estaba separado del partido de Avellaneda por el arroyo Maciel que, en la actualidad, está casi totalmente entubado. Rodeado por el Riachuelo, que consolida su apariencia insular, en la memoria popular la Isla Maciel sigue siendo una isla. En ese territorio, que lleva el nombre de Cosme Maciel, un político santafesino "exiliado" que tenía un astillero, hoy viven unas 7.000 personas, según el último censo.  

Los turistas caminan sorprendidos por un territorio que desconocían, o que solo habían podido apreciar en forma de habladurías locales o prejuicios. Al bajar de lado de Avellaneda la caminata sigue por la calle Pellegrini para hacer escala en la esquina de los cuatro bares, puntos de encuentro frecuentados por los trabajadores de los astilleros y del Frigorífico Anglo, que llegó a contar con 16 mil empleados por turno. 

Se sigue por la plaza José Hernández y el Polideportivo Municipal, la casa-museo de la familia de carpinteros Eusebi, la parroquia Nuestra Señora de Fátima y la casa donde se filmaron escenas de la película La Mary, donde Susana Giménez y Carlos Monzón iniciaron su auténtico romance en los años 70. 

Luego se llega a la cancha de San Telmo, una de las seis referencias de Avellaneda, la capital Nacional del Fútbol. El Estadio Osvaldo Baletto es el lugar azul y celeste que se ve desde el puente, paso obligado desde Capital Federal hacia La Plata por la autopista. Fue inaugurado el 24 de noviembre de 1929, cuando se jugó el primer partido oficial. Hoy, a casi un siglo de aquel día, el Candombero sigue jugando allí con orgullo, sus partidos oficiales de AFA. En el año 2015 se construyó la nueva tribuna, Las Heras, ampliando la capacidad del estadio a 10.000 espectadores, y así las nuevas cabeceras de cemento reemplazaron a los míticos tablones de madera. 

Se desanda luego por dos circuitos mensuales, uno de contenido histórico y el otro con más de 700 murales pintados en fachadas de viviendas y paredones de plantas industriales por vecinos, alumnos de la Escuela Secundaria N° 24 Argentino del Valle y artistas argentinos y del exterior. 

El regreso a La Boca puede ser en el transbordador o utilizando la plataforma peatonal del nuevo Puente Nicolás Avellaneda, que cuenta con ascensores, escaleras mecánicas y cámaras de seguridad y facilita el cruce de los habitantes de la Isla Maciel que estudian o trabajan en la Ciudad de Buenos Aires.

Un pasaje que contiene siglos de historia para caminar, visitar, vivenciar oficios y conversar, con el sello de la inmigración de la Provincia de Buenos Aires. Para más información sobre los paseos, es posible consultar la web oficial de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Avellaneda.