Desde Berlín

Seis años después de la conmoción que provocó Teatro de guerra, el primer largometraje de Lola Arias, en el Forum de la Berlinale, este domingo la directora teatral y cineasta volvió al Festival de Berlín con su segunda película, Reas, un musical híbrido a cargo de un grupo de mujeres cis y personas trans que estuvieron detenidas en distintas cárceles argentinas. Las intérpretes bailan y cantan sobre su pasado en prisión, reviven su vida como ficción e inventan, a través de la fantasía y la imaginación, un futuro posible para sí mismas. 

Desde esa base documental que siempre está en toda la obra de Arias, Reas abraza un género cinematográfico por excelencia, el musical, que conlleva luz, brillo, alegría. Y es lo que transmiten los personajes de Reas, que a sus evocaciones carcelarias le suman sus sueños, aspiraciones y deseos. Esa característica distintiva es lo que hace de Reas una película radiante y vital, porque esos cuerpos antes confinados y sometidos ahora son libres para bailar y cantar, jugar e imaginar. De esa energía esta hecha la nueva película de Lola Arias. 

-¿Cómo surgió Reas?

-En 2019 decidí dar un taller de cine y teatro en la cárcel de mujeres de Ezeiza como primer paso para hacer un proyecto artístico allí. Inicialmente, pensé en escribir una película para filmar dentro de la cárcel, con lxs detenidxs cumpliendo su condena. En el primer taller, improvisamos algunas escenas basadas en sus vidas e hicimos coreografías y sesiones de karaoke. Y pude ver cómo la música y el baile traían felicidad y nuevas formas de expresión, y así fue generándose la idea de hacer un musical. En la cárcel están constantemente vigiladxs, no sólo por los guardias sino también por los demás presxs. No hay espacio para la soledad, ni intimidad, ni forma de tener tu "propia habitación" ni nada que te diferencie o te permita ser otra persona. Así que la actuación y el baile generaron un espacio diferente dentro de ese espacio: un espacio de libertad, fantasía e imaginación. Era como si se olvidaran de que estaban allí. Pero entonces llegó la pandemia y ya no pudimos entrar en la cárcel. Se cancelaron los talleres, y me di cuenta de que sería imposible hacer la película ahí adentro. Además, empezaron a liberar a la gente que había conocido. Entonces pensé en trabajar afuera, con la gente que había salido, reconstruyendo su estancia en la cárcel en otro espacio, en este caso, el espacio real de una prisión en desuso. Al final, Reas es realmente una película “ex”: ex detenidxs en una ex prisión, reconstruyendo sus historias.

-¿Cómo fue el proceso de casting? ¿A quién eligiste y por qué?

-Llevo más de quince años trabajando con no actores en el teatro. Mis obras se basan en historias de personas reales -niños inmigrantes, veteranos de guerra-, y ellxs las representan en el escenario. La investigación y el casting ocurren simultáneamente: voy comprendiendo poco a poco el mundo en el que voy a trabajar a través de las entrevistas que hago. Por lo general, hago unas sesenta entrevistas y luego elijo a cinco o seis personas que aparecerán en la obra. En el caso de Reas, era muy importante elegir a personas de distintos orígenes que hubieran pasado por la misma experiencia. En ese sentido, intenté que el reparto fuera diverso en cuanto a personalidad, edad, autóctonos e inmigrantes, con y sin hijxs. También era esencial incluir a personas trans para concienciar a la gente de las situaciones específicas que viven en la cárcel. Ya conocía a varias personas por haber hecho los talleres en la cárcel. Pero luego, durante dos años, investigué más, buscando a gente que hubiera salido en libertad. Algunas personas trajeron a otras. Por ejemplo, conocí a Nacho porque, cuando entrevisté a Estefy, me habló de un hombre trans con el que estaba en un grupo de rock, y quise conocerlo. En cuanto a Yoseli, la conocí en 2019, en el taller de la cárcel. Luego salió y la busqué por todos lados. No sabía muy bien por qué. Realmente, como protagonista, es muy tímida y misteriosa. Quizá fue ese enigma lo que me hizo querer volver a ella. Y ahora me di cuenta de que Yoseli Arias, esa chica de un barrio popular de Buenos Aires que quiere visitar París, que lleva tatuada en la espalda la Torre Eiffel con las palabras "¡Nunca te rindas!" es una especie alter ego, ¡y no sólo porque tengamos el mismo apellido! Yoseli tiene la fantasía de viajar, de ver otro mundo, de vivir otras realidades. Aun así, nació en un entorno económico muy precario, y la única posibilidad que tenía de salir de allí era cometer un delito. Para mí es importante que cualquiera pueda identificarse con ese deseo de vivir una vida diferente, que cualquiera pueda pensar: yo también podría haber acabado en la cárcel.

-¿Cómo se convierte un no actor en actor?

-Es un proceso muy largo, básicamente entrenamiento, ejercicios de interpretación, improvisación de escenas, aprendizaje de diálogos, y hacerlo una y otra vez. Pero actuar es algo que todos llevamos dentro. Se trata de descubrir al performer que hay dentro de la persona, sin convertirla en un personaje diferente. Además, en el caso de Reas, el trabajo actoral iba acompañado de canto y baile. Una coreógrafa entrenó a lxs protagonistas a bailar, y dos músicxs les enseñaron a cantar y a tocar instrumentos. Hicimos mucho trabajo previo. Fueron meses de pruebas, talleres y ensayos para un rodaje que, por razones de presupuesto, sólo duró tres semanas. Tenía que tenerlo todo claro; el guion tenía que ser muy preciso sobre lo que harían, dirían, cantarían, bailarían...

-¿Se puede encontrar la verdad en el artificio? Es todo un contraste con lo que suele ocurrir en las series y películas ambientadas en la cárcel.

-Cuando escribía la película y también durante los ensayos, nuestro mayor peligro (lo discutimos mucho con el equipo) era el "realismo carcelario". Nuestra película no podía ser una de esas series que estigmatizan a la gente, que convierten la cárcel en un espectáculo de violencia. Reas tenía que ser algo diferente. Queríamos retratar los recuerdos, las fantasías, los deseos de estas personas. Y, sobre todo, queríamos hacer hincapié en algo que para mí es muy importante: cómo es el sistema penitenciario. ¿Cómo es trabajar en la cárcel, cómo es hablar por teléfono en la cárcel, amar en la cárcel? El género musical era la forma perfecta para enfatizar la fantasía, la imaginación, para dejar que lxs intérpretes se divirtieran y brillaran, fueran asombrosxs, bellxs y glamorosxs. En la cárcel hay violencia, horror y tortura. Pero también hay amor, comunidad, familia. Y esas relaciones que nacen en la cárcel son las que te salvan.

-Aunque Yoseli tiene mucho protagonismo, Reas también tiene una estructura coral...

-Para mí, Yoseli es el vehículo que hace hablar a todo el mundo. Todos cuentan su vida a través de ella. Ella es la que entra en prisión al principio y sale al final. Pero en ese tiempo, consigue que todos los personajes que conoce hablen con ella. La película explora estas diferentes historias y se encuentra con estos diferentes personajes, pero de alguna manera, siempre vuelve a ella, como si ella fuera el hilo conductor. Porque Reas no es exactamente una película sobre un tema; es una película sobre un grupo, sobre el tipo de comunidad que se construye en la cárcel.

-¿Qué similitudes y diferencias hay entre Teatro de guerra y Reas?

-Teatro de guerra es una película sobre la masculinidad, la guerra y el heroísmo, mientras que Reas trata sobre mujeres cis y personas trans, la comunidad, el amor y la solidaridad. Reas también trabaja con este extraño acoplamiento entre documental y musical, y da la apariencia de ficción porque está construida al estilo de una historia más clásica, incluida su cronología lineal: una chica entra en prisión, conoce a un chico, se enamora y luego sale. También hay similitudes muy importantes que tienen que ver con el dispositivo, el uso de la recreación y la reconstrucción que reflexiona sobre las formas de restaurar la memoria. Tanto Reas como Teatro de guerra son películas que utilizan el cine para retroceder en el tiempo y reconstruir una experiencia con toda su complejidad.

-Y también hay una diferencia en el tono...

-¿Lo decís por el humor? Se podría decir que la película tiene algo de comedia, y nos divertimos mucho haciéndola. Creo que la fuerza de Reas reside en ese empoderamiento que surge del simple hecho de reconstruir juntxs ese pasado. Solíamos bromear diciendo que era un acto psicomágico, que estábamos sacando a todos los fantasmas de la cárcel por un día, toda esa gente que estuvo en prisión, que fue torturada, que fue asesinada... El espacio de la cárcel es tan oscuro, pesado y cargado de muerte, que sólo podíamos hacer algo que se dirigiera hacia la luz. Nadie habla de estar en la cárcel. Es algo que la gente no comparte porque sería estigmatizada, no podría conseguir trabajo. Así que la idea era reapropiarse de esa historia carcelaria y reconocer que es una experiencia que lxs marcó. Algunos de los intérpretes me dijeron: "Cuando se estrene la película, todo el mundo sabrá que estuve en la cárcel". Tuvieron que aceptar que estaban haciendo público algo que no todo el mundo conocía y que no era fácil de compartir. Porque mostrar la complejidad de la experiencia también tiene valor. Y así pudieron tomar cierta distancia y a veces incluso reírse de su propia tragedia.

-¿Tenés algún proyecto teatral con los mismos personajes de Reas?

-Mientras hacíamos la película, el reparto empezó a preguntarme qué pasaría después, y bromeábamos diciendo que teníamos que hacer Reas II, la obra de teatro. Y empecé a pensar que tenían razón, que sería bueno hacer una obra de teatro después de hacer la película. Así que ahora estoy investigando y escribiendo para la obra, que se llamará El rock de la cárcel. A diferencia de la película, creo que la obra tratará más sobre lo que ocurre después de la cárcel, que queda abierto al final de la película, en la escena final en la que todos hablan de sus sueños. ¿Cuál es la realidad de esa vuelta a casa después de la cárcel? La obra se estrenará primero en Argentina (en el Teatro Alvear), y luego tendrá su estreno europeo en el Festival de Aviñón. Así que el sueño de Yoseli de visitar París se va a hacer realidad. Creo que sólo por eso la obra ya vale la pena. El cine tiene algo de cruel, es como un vampiro: te quita todo lo que necesita y lo deja ahí, grabado en piedra, inmortalizado para siempre. Mientras que el teatro sólo existe cuando la gente está presente. La obra les va a dar la experiencia de los ensayos, los shows y los viajes; les va a dar un trabajo y, lo más importante, les va a dar esperanza. Siento que es una forma de devolverles algo por todo lo que me dieron. Porque esta gente confió en mí, y ahora tengo que estar a la altura. 


"Reas" en el contexto Milei

"La película es una producción de la compañía argentina Gema Films en coproducción con Sutor Kolonko de Alemania y con Mira Films de Suiza", explica Lola Arias. "Y se hizo también gracias a aportes del Incaa y de fondos públicos extranjeros. Esta película le dio trabajo a profesionales del cine y a un grupo de personas que viven en la precariedad total, en total a alrededor de 70 personas. Y decir esto es importante porque Milei quiere demoler las fuentes de trabajo de lxs trabajadores de la cultura, supuestamente porque quiere recortar los gastos del Estado. Cuando en realidad, en Incaa es autárquico (no depende económicamente de fondos estatales) y esta película, como muchas en Argentina, no solo da prestigio a nuestro país sino que consigue fondos extranjeros que se invierten en el país sin pedir nada a cambio. La batalla que se libra actualmente en las calles y en el Congreso no es económica sino ideológica: Milei quiere destruir el Incaa, el Instituto Nacional de Teatro (INT), el Fondo Nacional de las Artes y la educación pública en general, porque sabe que la educación genera pensamiento crítico, porque el arte es una herramienta de emancipación, porque, finalmente, le tiene miedo a la cultura".

El elenco

Considerando que no son actrices ni actores profesionales, el compromiso, la dedicación y el talento que todxs pusieron en Reas amerita que se les nombre a todxs. Aquí están, estxs son: Yoseli Arias, Ignacio Amador Rodriguez, Estefy Harcastle, Carla Canteros, Noelia LaDiosa, Paulita Asturayme, Laura Amato, Pato Aguirre, Cintia Aguirre, Julieta Fernandez, Silvana Gomez, Daniela Borda, Jade De la Cruz Romero y Betina Otaso.