En un pasaje de Notas al pie, la historietista cordobesa Nacha Vollenweider cita el tango “Cambalache”. Es una referencia al paso mientras alterna el relato de su nueva vida en Alemania y los recuerdos familiares en Alta Gracia. “El mundo fue y será una porquería”, escribe al pie de una viñeta y sigue contando de su casamiento con Carina, de la vida social y política en Hamburgo, de las raíces familiares en la Suiza hambreada por la guerra, del tío desaparecido por la última dictadura cívico-militar argentina. Del amor entonces y del amor hoy. De lazos, de solidaridad, de miedos, oscuridades y refugiados. Vollenweider enlaza pasado y presente con una naturalidad y fluidez que lo hace parecer sencillo cuando en verdad supone un trabajo intenso tanto de introspección como de reflexión histórica, un ojo atento a captar las similitudes entre una época y otra, y sensibilidad para construir a partir de eso un autoretrato que muestra mucho más que su persona. La cordobesa no cae en la autobiografía egocéntrica ni pierde su identidad en el retrato social. Así, construye una de las mejores historietas que se publicaron en lo que va del año en Argentina.

Notas al pie supone la primera historieta extensa (verbigracia: “novela gráfica”) de Vollenweider como autora integral. Antes había publicado Ruta 22 junto al guionista cordobés Roberto von Sprecher y Vientre, junto a la mendocina Lauri Fernández y el guionista uruguayo Pablo Roy Leguisamo. Además había colaborado con trabajos cortos para distintas revistas y antologías y había ganado el segundo premio en el concurso de historieta del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti con su adaptación  de Los otros. En ese recorrido se puede ver una evolución notable, no sólo como dibujante –la expresividad de los trazos en este libro es conmovedora–, sino en la fluidez narrativa que propone.

Notas al pie está montado en su mayor parte con páginas de no más de tres viñetas en las que Vollenweider aporta contexto histórico apenas con el texto indispensable e ilustra con mano hábil. La autora alterna encuadres y rompe aquí y allá con la grilla que domina el libro, pero lo hace con tal sutileza que el artificio narrativo se advierte recién al releer. Es tan diáfano que su primera lectura transcurre sin esfuerzos. Así como hay dibujantes que se esfuerzan en (de)mostrar su talento a fuerza de composiciones de página osadas e innecesariamente complejas, Vollenweider destaca haciendo lo opuesto: lo que quiere contar está primero y acercar eso al lector es su evidente prioridad.

Además, Vollenweider se revela como una guionista inteligente y como una dialoguista notable. Los textos en off son precisos y claros. Pero los diálogos son excepcionales y dejan claro que la cordobesa tiene buena mano para escribirlos. Las conversaciones que aparecen en el libro –la mayoría con su flamante esposa– son a la vez personales y públicas. Exponen su vida en común tanto como el momento que las atraviesa. Y si esto último podría hacer pensar en charlas acartonadas, solemnes, meramente informativas, nada más lejos de eso se encuentra en estas páginas. En cierto modo, son diálogos casi naturalistas.

Si la mayoría de las historietas autobiográficas se esfuerzan en exponer lo fuera de lo común en la vida de su autor, en Notas al pie su autora deja claro que es lo aparentemente excepcional lo que la vuelve parte del mundo. Vollenweider tampoco busca contar una historia mínima. Entiende desde qué lugar y cómo puede presentar lo que tiene para decir. Así, su historia lleva al lector a la Historia, a los valores, ideas, experiencias y sentimientos compartidos. Sus Notas al pie son parte integral de una memoria colectiva.