Gattaca, aquella película de Andrew Niccol que imaginó –a lo Huxley- los niños del futuro concebidos por selección genética, sirvió de inspiración a Elbi Olalla para nombrar un nuevo grupo: Gattaca Nou Tango. Son cinco quienes lo integran, además de la pianista: Alvar Llusá Damiani, en violín; Andrea López Conde, violonchelo; Ezequiel Acosta, al bandoneón; Fede Salgado, en contrabajo y Josefina Rozenwasser Marín, en voz y algo que llaman diseño sonoro. Todos residen hoy donde el grupo experimentó su génesis –Barcelona- aunque, a excepción de López Conde, nadie nació allí. Primera data de peso. Segunda: lo que el Sexteto se propone es propalar lo que ya está -y crear lo que no- del tango secular, desde un ángulo distópico y a la vez humano, inspirado en partículas de la película de Niccol.

Tercera: ya lo está haciendo. Y lo está haciendo a través de una belleza abrumadora, porque el disco debut que acaba de aparecer en la Argentina, Aqcua Records mediante, así lo indica. Se llama igual que el grupo, y además de una excepción a la regla (la potente versión tanguera de “Sasha, Sissí y el círculo de baba”, temita de Fito Páez cantado por tangueramente por Marín y poseída por un soberbio solo de contrabajo en manos de Salgado), contiene piezas del tango del milenio diseñadas justamente para copar “tierras ajenas”.

Entre ellas, el trípode milonguero, tenso e instrumental nominado “La delgada línea”, tema compuesto por López Conde y Olalla. El oscurito y despiadado “Viejo Bar”, pieza escrita por uno de los más filosos poetas existenciales que dio el tango del milenio como es Alejandro Guyot (“Sumergirse en el profundo mar de los bolsillos de un abrigo ya tan viejo / de un piloto / de un gabán / Siempre hurgando en la esperanza / o tal vez en la certeza de pescar /tan solo/ siquiera/una migaja del vil metal”). Y un par que no solo por el factor numérico puede escucharse en suite: “11:10” y “11:11”. El primero, tenebroso y-también- oscurito concebido por la violonchelista catalana López Conde –es su instrumento de hecho el que conduce el tema-, y el segundo, más participativo y abierto instrumentalmente, cuya pluma es, otra vez, la de Olalla.

Integralmente grabado en los estudios Koryland de Barcelona, el disco debut de Gattaca Nou Tango acompaña perlas sonoras que por ahora solo tienen circulación en redes, y que tal vez formen parte de un futuro disco. Hay entre ellas dos bellísimas vistas a “Una delicia” y “Diagonal Morte”, ambas de otro héroe tanguero del siglo (Pablo Gignoli), y una de Julián Peralta (“Páribum”) que suena para alquilar balcones.

El tacto, la fuerza y la creatividad del grupo fundado por Elbi abren puertas a cada paso. Las presentaciones por caso en la sala Jamboree del barrio Gótico, junto a la otra agrupación de la pianista (la veinteañera Altertango) y el dúo Volco-Gignoli, han marcado un pequeño hito en el circuito del under tanguero barcelonés, al igual que los toques en la Casa Astor, del barrio Sants, y en la sala Ciutat Vella, en este caso compartido con seres que están en el mismo plan de seguir expandiendo un tango argentino en permanente movimiento: Noelia Sinkunas, y la Orquesta Típica Ciudad Baigón.