Poner el fútbol argentino en estado de sospecha sólo para mantener en Primera División a Barracas Central, Deportivo Riestra y Central Córdoba de Santiago del Estero pareciera un despropósito, un objetivo demasiado irrelevante. Pero así se están dando las cosas.
Jugadores, técnicos y dirigentes de la mayoría de los clubes de la máxima categoría están cada vez más convencidos de que esos tres equipos juegan bajo protección arbitral. Y que hay un acuerdo tácito para beneficiarlos y/o en paralelo, perjudicar a sus rivales. Lo que todavía no se ha podido determinar es si esa directiva baja expresamente de los más altos mandos de la Asociación del Fútbol Argentino, es una voluntad unilateral de Federico Beligoy que atiende a ambos lados del mostrador del arbitraje o simplemente es un acto de genuflexión de un grupo de jueces hacia el poder del presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia (llegó a ese cargo representando a Barracas) y del tesorero Pablo Toviggino, quien parece defender los intereses de los equipos santiagueños.
A mediados del año pasado, desde esta misma columna se dijo que uno de los grandes problemas del fútbol argentino es que ya nadie cree en los árbitros. Y lo que sucedió el miércoles pasado en el partido entre Barracas Central e Independiente con el desempeño que tuvieron Pablo Dóvalo en la cancha y Luis Lobo Medina en la cabina del VAR en Ezeiza reforzó esa convicción. Sobre todo porque Independiente, uno de los grandes tradicionales, se sintió perjudicado. Y quien salió a hablar en voz muy alta fue Carlos Tevez, el director técnico del "Rojo" y un protagonista con resonancias que van bastante más allá del agitado mundo de la pelota.
A cinco días del episodio, nadie parece dispuesto a bajar un cambio. Tevez acusó a Toviggino y a Dóvalo y los dos le respondieron. Dóvalo, incluso, denunció a Tevez ante la Justicia penal y Tevez volvió a contestarle. A la pelea se sumó, como si fuera poco, Sergio Agüero, quien, sin que nadie lo convocase, también salió a defender a Independiente y a hacerle sentir el rigor a los árbitros. Todos parecen saber más de lo que se atreven a decir. Por eso, Tapia bajó línea este lunes al Comité Ejecutivo de la AFA. La idea es que nadie saque los pies del plato.
La cercanía política y personal de Tevez con el expresidente Mauricio Macri solo contribuye a enturbiar aún más el aire enrarecido. Presentar al fútbol argentino como un antro viciado de corrupción dentro y fuera de las canchas podría facilitar un cambio de régimen en la misma AFA y el ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas que Macri impulsa para adecentar prácticas y comportamientos.
El poder político de Tapia y su manejo personalizado de la Selección Argentina y de los negocios del fútbol son un plato fuerte que apetecen Macri y no pocos empresarios. Y eso es lo que verdaderamente parece estar en juego por detrás de las fallas de los árbitros y la pelea con tal de que Barracas, Riestra y los santiagueños puedan seguir estando en Primera.