En la recordada El lobo de Wall Street, nos topamos con una transmisión. El novato Jordan Belford comparte un almuerzo con su mentor, Mark Hanna. El dialogo deriva hacia el tema del éxito para aquellos que trabajan en la bolsa de valores y en mesas de dinero. El maestro Hanna se decide a exponer una receta con dos claves. Belford las debe seguir para triunfar y para sobrevivir. 

Explica que en ese ámbito, como norma general, hay lograr relajarse. El trabajo con números es peligroso. El riesgo viene de esas cifras, sin sentido, los malditos dígitos, que pueden descalabrar a alguien o hacerlo implosionar. Los números se cargan sobre los hombros. Entonces hay que aliviarse de alguna forma. La manera es el onanismo. Hanna recomienda una dosis doble por jornada. Al comienzo del día y luego del almuerzo.

La segunda clave, que pone ante Belford, es el consumo de cocaína. Eso mantiene alerta los oídos y ágiles los dedos, que son necesarios para actuar y llamar a los clientes.

La tercera clave, la que escapa a los cálculos de Hanna, es el entretenimiento. A los clientes hay que crearles un juego, un parque de diversiones, que se mantenga abierto 24 horas, los 365 días al año. No hay que permitirles abandonar el juego.

Las recomendaciones de Hanna vienen a establecer un cortocircuito con el lacaniano tiempo de comprender. La rueda debe girar. Droga y masturbación para él, entretenimiento para los otros.

También sus dichos resuenan con la referencia de Freud, aquella que escribe en 1897 y a la que alude en 1927 cuando habla del juego compulsivo: “Se me ha abierto la intelección de que la masturbación es el único gran hábito, la “adiccion primordial”, como cuyo sustituto y relevo, exclusivamente, nacen las demás adicciones al alcohol, la morfina, el tabaco, etc.” Con estos temas y otros trabajaremos en la segunda edición de Adicciones, Manías y Pasiones. Más información en la página web de Psicología de la UBA

*Miembro EOL y AMP.