Ideas simples, muy elaboradas. Búsquedas tímbricas que rondan formas originales de swing, diálogos abiertos. Y la improvisación como camino hacia lo imprevisto. Por ahí, para empezar, pasa la música de Luis Nacht. El saxofonista, figura central de esa generación que a principios del nuevo milenio reavivó la escena del jazz local, presenta un nuevo disco, el undécimo de su propia cosecha. Curanto se llama y fue publicado en noviembre pasado por Club del Disco. Son siete composiciones propias, que Nacht mostrará el viernes 22 a las 22.30 en Thelonious Club (Nicaragua 5549), al frente de un quinteto que se completa con Patricio Carpossi y Juan Pablo Arredondo en guitarras, Carto Brandán en batería y Fermín Merlo en contrabajo.

Con dos guitarras –una particularidad de los últimos trabajos de Nacht– y el saxo al frente, Curanto es un laboratorio de melodías breves y contundentes, gestos del canto que entran y salen de una trama sonora rústica y cuidadosamente desaliñada. Entre el himno grácil que se repite hasta el encanto de “Re-Motian”, el primer tema, hasta el cierre con la elaboración de la Bachianas brasileiras nº5 de Heitor Villa-Lobos, de “Ensañando”, se despliega una idea original y atractiva, que sin solos largos ni chisporroteos instrumentales ensaya una lúcida combinación entre lo individual y lo colectivo. “Mi rol cómo compositor y líder en las melodías es llevar la música hacia diferentes direcciones”, asegura Nacht en diálogo con Página/12. “Desde ese lugar, pensar en la instrumentación de un grupo donde es poco lo que se acuerda antes de la ejecución, es pensar directamente en un músico en particular, en su sonido, su expresión, su personalidad”, agrega el saxofonista.

“Desde hace mucho trabajo con Patricio (Carpossi) y Juan Pablo (Arredondo), que además de instrumentistas muy eficaces son verdaderos maestros del arte sonoro. Ellos aportan a la orquestación del grupo una gran amplitud de recursos sonoros y, cada uno con su estilo, logran complementarse muy bien”, continua Nacht. “En general, dispongo una organización musical que permite que cada uno vaya encontrando su lugar. En el disco, el sonido del bajo eléctrico de Mariano Otero es un mar en el que nos sumergimos con certezas, como seguramente va a pasar con Fermín (Merlo) en el vivo. Sobre todo eso el aporte de Carto Brandán en batería es una forma de libertad que nos contiene y nos anima a ciertas osadías. Esta complicidad es el resultado de una búsqueda grupal de casi diez años, sobre un repertorio de ideas simples muy elaboradas”, reflexiona el músico.

En ese clima de laboratorio, se fueron procesando los temas de Curanto, nombre que refiere a la tradición mapuche de cocinar con piedras calientes en un hueco en la tierra. “Esta música fue compuesta entre 2022 y 2023, pensando en un disco de canciones improvisadas colectivamente. No hay solos largos individuales, en ese sentido se diferencia de mis discos anteriores. Todo se cocina junto y lento, como el curanto chileno”, dice Nacht y agrega: “Las músicas de Curanto parten de ideas que transmiten emociones y cada vez que las tocamos buscamos sorprendernos. Nunca ensayamos, justamente para partir casi de cero en cada concierto”.

–¿Cómo sentís que maduraste cómo compositor desde tu primer disco, Nachtmusik (2001) y las distintas experiencias que se sucedieron?

-No sabría decir si he madurado cómo compositor. A veces escucho los discos anteriores y me sorprende cierta osadía, que me gusta y casi había olvidado. Lo que sí creo que ha madurado en todo este tiempo es el sonido grupal que busco. Ahí siento que todo es más certero. La propuesta y el viaje. La composición y la improvisación. Eso es lo distintivo de mi música y lo que como grupo nos identifica.

–¿De qué manera regulás las proporciones entre lo pautado, los espacios para la improvisación y el aporte individual de cada integrante del quinteto?

–Creo que en el balance entre la abstracción y digamos lo “figurativo” está la receta perfecta para una música que se nutre del momento, del aquí y ahora, que es lo que nos proponemos. En este contexto, la responsabilidad de cada uno de los músicos es vital para lograr ese equilibrio. En la grabación nos planteamos tocar varias versiones, con pautas diferenciadas, y sobre eso experimentar con total libertad. De lo que fue saliendo elegimos la versión más efectiva.

–¿Cómo ves la escena actual del jazz en Buenos Aires?

–Hoy en la Argentina hay músicas y músicos excelentes. Ya contamos con varias generaciones muy bien formadas, entusiastas y creativas. Dentro de este panorama, hay una vuelta a los lenguajes tradicionales y hay que ver en qué deriva esta idea de tocar la música de los grandes genios del pasado. En todo caso, da trabajo y la gente lo disfruta, pero el jazz no puede dejar de mirar hacia adelante. Para el jazz, el presente ya es pasado.