Creció en el barrio porteño de Villa Luro, en el seno de una familia de docentes. Pero a los 10 años ingresó en la Escuela Nacional de Danzas, y profundizó en el área de la danza contemporánea. Decidió bailar desde muy pequeña y nunca más dejó de hacerlo. Sin embargo, si el lector lee el nombre de Griselda Siciliani lo va a asociar automáticamente a la actuación. Es que primero en teatro y después en televisión, realizó innumerables obras y tiras televisas, ganando un lugar de prestigio en cada ámbito. De a poco, el cine cada vez la convoca más. Llegó a trabajar con el director mexicano Alejandro González Iñárritu en su última película, Bardo, falsa crónica de unas cuentas verdades (actualmente en Netflix). Ahora, de la mano de Sebastián Borensztein, es la coprotagonista del drama-thriller psicológico (todo junto) Descansar en paz, donde su luce junto a Joaquín Furriel. El film se estrenó este jueves en salas y, a partir del 27 de marzo se podrá ver por Netflix. Es una adaptación de la novela homónima de Martin Baintrub.

En la ficción, Furriel compone a Sergio, un hombre de familia, acorralado por las deudas, que lo tienen sin poder vivir medianamente tranquilo. Es 1994 y en su fábrica lo amenazan con el paro. Otros usureros lo ponen contra las cuerdas. El nunca le contó a su esposa Estela (Griselda Siciliani) -la madre de sus dos hijos pequeños- sobre las deudas que tiene- Hasta que eso sucede. En la historia se ve el momento del atentado a la AMIA, producido el 18 de julio de 1994. Luego de la explosión, Sergio no aparece y a Estela, tras averiguar por qué zona había ido, se le viene el mundo abajo: cree que Sergio está bajo los escombros. Pero allí solo encuentran un maletín de Sergio. La angustia de Estela es tremenda. Días después, Sergio viaja a la frontera entre Argentina y Paraguay y allí iniciará una nueva vida, sin dejar rastros de su presencia en esta vida, mientras Estela derrumbada se queda en la Argentina pensando qué es de la vida de su marido. 

"Ya tenía un sí bastante adentro porque quería trabajar con Sebastián como director. Me gustan mucho sus películas. A priori no pensaba que iba a hacer el dramón que es, y no sabía por qué me estaban llamando a mí y, además, porque Sebastián también suele hacer películas que tienen un rasgo de comedia, al menos un rasgo de ironía. Y esta es una terrible tragedia" cuenta Siciliani en la entrevista con Página/12. Después, la actriz leyó el guión en el avión yendo a Venecia a presentar Bardo. "En principio, me pareció muy entretenido. No había leído la novela, que también lo es. Más allá del drama y la tragedia, la historia te va llevando de las narices. Me atrapó mucho la incorrección de la decisión del personaje. Pensé en el debate que se podía generar porque me pasó a mí de decir 'qué hace este tipo, por qué decide esto, por qué aprovecha esa situación', todas esas rarezas". A la actriz le saltaron las lágrimas en un momento de la lecttura cuando Estela dice: "No sé qué le voy a decir a los chicos mañana" (ya que no se sabía nada de Sergio). "Hay algo de un personaje atravesado por ese llamado fatal que me conmovió y que me pareció un desafío. Dije: 'Ojalá pueda interpretar esto de la misma manera que lo que me pasó al leerlo, que pueda llegar al espectador de esa manera'", afirma Siciliani. 

-Seguramente te resonó esa frase porque sos madre, ¿no?

-También. Hay algo de esa frase que tiene que ver con lo vital, como que te atraviesa una cosa, pero después hay otras cosas que tenés que seguir haciendo. Tenés que encontrarte con tus hijos a la mañana y al personaje le pasa eso. Son cuestiones muy hondas las que le pasan a mi personaje.

-¿Cómo se trabaja el sufrimiento de un personaje, teniendo en cuenta que Estela tiene mucha angustia, y es una mujer sufrida?

-No sé cómo se trabaja, sé cómo lo hago yo: medio en carne viva. Es la única manera que yo conozco o, por lo menos, la que me sale. Es estar presente. No tengo mucha estrategia para ese tipo de escenas más que la de la entrega total de estar ahí presente y ser ese personaje. El trabajo del actor es empatizar con los personajes. El trabajo del actor es entender, pero después para transitar las escenas, no sé si mi manera es buena o mala, pero es arrancarme la piel y estar ahí para el drama, para la comedia, para lo que sea, para el teatro...

-¿Qué valor le otorgás a la intuición en eso?

-En general, le doy mucho valor a la intuición en mi oficio y en mi camino hasta para elegir los proyectos y pensar con quién trabajar y con quién no. Y valoro mucho mi intuición. Por ahí, no me elogiaría tanto en otros aspectos, pero sí siento que soy muy intuitiva en muchas cuestiones de la profesión. Y en mi caso le doy crédito, me dejo llevar.

-¿Cómo viviste el rodaje?

-No fue sencillo por esta cuestión de que mi personaje atraviesa situaciones de mucho dolor que, además, estaban muy bien recreadas por todas las áreas, la de arte, la dirección, la ambientación...Era duro conectar con esos espacios como llegar al de la explosión de la AMIA, al Juzgado a reconocer las pertenencias del marido de mi personaje. Había un montón de cuestiones por las que cada día ir al set era bastante duro. También esa perfección de las áreas artística y técnica hacía que fuera muy reconfortante. Me iba del set con la cara desfigurada de llorar todo el día , pero también muy reconfortada con el trabajo en equipo que se generó. Cada persona hizo un trabajo desde peinado, arte, maquillaje, asistentes de dirección. Cada uno hacía un trabajo tan minucioso que era irme del rodaje muy reconfortada. Agotada emocionalmente y físicamente. Fue duro interpretarlo, pero me iba muy reconfortada sabiendo que eso tenía que estar bien.

-¿Cómo fue el trabajo con Joaquín Furriel, en ese sentido?

-Fue hermoso el encuentro. Nunca habíamos trabajado juntos y nos complementamos de una manera genial. Entendimos que trabajábamos parecido, que pensamos la profesión de una manera parecida. Así que fue un encuentro muy mágico con él.

-¿Crees que las deudas pueden llevar a una persona a una situación tan límite? ¿O es más bien algo de la ficción?

-Lo veo muy verosímil. Me interesa mucho la mirada de este hombre. He escuchado miles de historias. En este caso, tiene una vuelta de tuerca. Pero tiene que ver con la cultura: el patriarcado hace que los varones tengan ese peso de tener que ser exitosos económicamente. Es algo muy pesado y en la película se ve bien: el personaje de Sergio tiene este elefante sobre los hombros desde que arranca la historia. Y es muy debatible lo que hace. Se genera ahí la pregunta y va a generar el interrogante cuando te vayas del cine. ¿Vos qué hubieses hecho? ¿Qué te parece? Ahí también está el gancho.

-Esta pregunta es para vos como persona, no desde el personaje: sin develar el desenlace de la trama, ¿vos comprenderías a un hombre que desaparece de tu vida de la noche a la mañana?

-Hay tantos que desaparecen...No sé. Este es un caso muy particular. No sé si lo comprendería, pero siento que en la película es muy comprensible. Y también no. Te parás un poquito más acá y un poquito más allá y lo podés juzgar desde los dos lugares. Es alguien que está devastado, tapado por la angustia.

-Por otro lado, la película abre el debate pero no lo juzga...

-No, la película lo muestra y uno se queda ahí pensando ¿y?

-Descansar en paz tiene ritmo de thriller psicológico, pero en el fondo es un drama. ¿Coincidís?

-Sí, plenamente. Tiene el ritmo que te va llevando, una pregunta y el suspenso de qué va a pasar, pero es totalmente un dramón.

-Paralelamente a tu extensa trayectoria televisiva construiste otra en teatro. ¿El cine cada vez ocupa un lugar más destacado en tus elecciones artísticas?

-Sí, desde hace unos años, cinco más o menos, tengo muchas propuestas para hacer cine, muchas muy interesantes. No puedo hacer todas las que me gustaría y tengo el privilegio de poder elegir los mejores proyectos. No sé cómo fue, por qué fue, pero pasó que empecé a hacer unas películas muy interesantes en España, en México, en Los Angeles y también me empezaron a llegar muchos proyectos acá y me dediqué más al cine. Entonces, voy eligiendo las películas. A algunas les digo que no porque voy a hacer una serie que también me interesa y así voy nadando un poco en el mundo audiovisual. Después trato de dejarme los espacios para hacer teatro porque no puedo estar mucho tiempo sin hacerlo, ya que extraño el escenario de una manera que no la puedo explicar bien, pero que tiene que ver con mi naturaleza. Pero hay muchas películas que vienen, así que estoy feliz. Es un lenguaje que me encanta.

-¿Cómo viviste todo lo sucedido con Bardo?

-Como algo muy importante en mi camino y en mi vida también, porque fue un proceso de muchos años. Fueron muchos castings: a distancia, después otros en Los Angeles. Desde los primeros castings hasta que terminó la gira por los festivales fueron tres años de vida que le dediqué. Muy intensos, muy hermosos. Fue como una especie de universidad del cine. Imaginate experimentar en todo ese tiempo un montón de cosas. Es incontable y la experiencia de trabajar con un director tan particular.

-¿Qué significó trabajar con Alejandro González Iñárritu? ¿Qué te aportó?

-De todo. Es alguien muy particular para dirigir, muy apasionado, muy singular. Es su manera. Es la manera Iñárritu. Comulgué rápidamente con su manera de trabajar. Nos entendimos rápidamente. Fueron procesos profundos, arduos. Me han tocado escenas duras de hacer y muy complejas. Quedé fascinada con las escenas que me tocaban, con el tipo de lenguaje, cuestiones mágicas que me tocaban actuar. Necesitaba mucho de la creatividad, del cuerpo. Y fue una emoción haber sido elegida entre tantas actrices del mundo, pero una vez pasada esa emoción, después estuvo el trabajo real. Una experiencia enorme de principio a fin, desde los castings hasta el último festival en que tuvimos que presentar la película. Cada paso resultó un aprendizaje enorme y enriquecedor humanamente, de generar muchos amigos y relaciones para toda la vida. Pasamos momentos muy profundos entre quienes fuimos parte de ese equipo.

-En mayo estrenás junto a Adrián Suar la obra Felicidades y vas a componer a la abogada Felicitas. ¿Cómo la definirías y qué propone la obra?

-Estamos en pleno proceso de ensayos con Mariano Pensotti y Daniel Veronese. La obra, además, es de Pensotti. El escenario es un lugar donde yo me siento muy cómoda, con bastante autoridad. Tengo mucho camino recorrido desde la niñez. Es un lugar que es como mi casa. Estar en el escenario es estar en un lugar muy familiar para mí. Estamos armando algo de lo que estoy orgullosa.

-Ya que nombraste la niñez, ¿qué nació primero: el amor por el baile o por la actuación?

-Por la danza. Es mi primer amor claramente. Enrique Symms decía no sé con respecto a qué esta frase: "Es el primer domicilio del alma". Y yo pienso que la danza es el primer domicilio del alma.

-¿Qué es para vos el éxito?

-¡Ni idea! (risas). Es difícil de definir, muy filosófico, pero cada pasito de disfrute en lo laboral es poder verme, respetarme, poder elegir, poder poner la libertad de decir con mi trabajo, de conectarme con los demás, de trabajar en equipo, de acompañarme con una tribu de colegas, gente con la que coincido y con la que puedo intercambiar cada día, de conectar profundamente desde esta profesión. No sé si eso es éxito, pero está bueno.