Desde Rosario

Rosario amaneció este lunes sin colectivos por una sorpresiva suspensión del servicio, luego de que un colectivero de la línea 153, perteneciente a la empresa Movi, encontrara una nota intimidante en el interior del vehículo, antes de comenzar su jornada laboral. Tras conocerse la amenaza, los delegados del gremio decidieron dejar de prestar el servicio, medida a la que se sumaron los trabajadores de la empresa Rosario Bus. Luego de una reunión con autoridades de la Municipalidad y del Ministerio de Seguridad de la provincia, las autoridades de la Unión Tranviaria Automotor (UTA) decidieron restablecer el servicio a media tarde. El secretario de Seguridad, Omar Pereira, aseguró que se intensificarán los controles en los colectivos, así como también la seguridad nocturna en las puntas de línea. “Volvemos a prestar el servicio porque hay un compromiso fuerte de que a partir de hoy los controles van a ser distintos”, señaló Sergio Mancini, representante de la UTA.

La amenaza fue hallada este lunes pasadas las 4.30 de la mañana, debajo de un colectivo de la línea 153 de la empresa Movi. El propio chofer de la unidad, que se preparaba para iniciar su recorrido, encontró el papel con una amenaza dirigida hacia el personal de la empresa. La noticia circuló entre los colectiveros, que decidieron suspender el servicio de forma inmediata. La situación generó confusión entre los usuarios del servicio, que se agolparon en las paradas de colectivo para dirigirse a sus trabajos. La medida también impactó en las escuelas: tanto Amsafé como Sadop activaron el protocolo que rige ante los paros de transporte, que exceptúa a los docentes de asistir a clases en caso de que vivan a más de 20 cuadras de distancia de la institución. También se vieron afectadas las clases en el nivel universitario.

Con la suspensión del servicio comenzaron las tratativas por parte de las autoridades locales para que los colectivos volvieran a las calles. “No hay ninguna determinación o decisión gremial de paro y estamos trabajando para que se retome el servicio. Se hizo la denuncia a la policía, se está encaminando la investigación y haciendo las reuniones con el Ministerio de Seguridad. Todo lo necesario para que vuelva con tranquilidad el servicio”, explicó el jefe de gabinete municipal, Rogelio Biazzi, en diálogo con LT8. “Se está tomando la situación con la precaución necesaria”, advirtió desde temprano.

Por la misma radio, el secretario de Gobierno local, Sebastián Chale, indicó que se estaba trabajando para tener hipótesis firmes y esclarecer el hecho para que la ciudad “recupere normalidad en un día muy particular”, teniendo en cuenta que martes y miércoles está previsto un paro docente. Además, la medida de fuerza se plegará con el fin de semana largo que comenzará el jueves 28 de marzo y se extenderá hasta el martes 2 de abril.

“Tuvimos una saga de hechos muy conmocionantes como nunca vivimos en la ciudad. También hubo en los últimos diez días una cantidad de amenazas, con papelitos pegados en la peatonal, que en general apuntan a los servicios esenciales. Creo que hay otro nivel de generar conmoción o cierta parálisis en la ciudad”, evaluó Chale. “Entendemos que es necesario resolver esto cuanto antes”, añadió.

Cerca de las 11 de la mañana, los colectiveros mantuvieron una reunión con autoridades locales y provinciales para evaluar la situación. Desde el gobierno provincial se comprometieron a intensificar los controles de forma aleatoria en los colectivos, al mismo tiempo que se reforzarán las actividades de patrullaje y seguridad en los galpones donde los choferes inician el recorrido. También se baraja la posibilidad de sumar corredores seguros en las zonas más calientes de la ciudad.

Tras el encuentro, desde la UTA confirmaron la vuelta del servicio en horas de la tarde, ante el compromiso del Ministerio de Seguridad de reforzar los controles.

La nueva amenaza vuelve a tocar un sector sensible en la ciudad. El 7 de marzo el chofer de la línea K, Marcos Daloia, fue baleado en la cabeza en una parada de México y Mendoza, en la zona oeste de la ciudad, mientras cumplía con su recorrido. El hombre de 39 años fue atacado por una persona que frenó el colectivo con intenciones de subirse. Pero cuando se abrieron las puertas disparó contra el colectivero que terminó falleciendo tres días después en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

Ese ataque estuvo precedido por otros dos asesinatos a sangre fría contra los taxistas Raúl Figueroa, de 43 años, y Diego Celentano, de 32 años. Los hechos ocurrieron bajo una misma modalidad: ambos recibieron pedidos de viajes vía Whatsapp y se presume que fueron emboscados por pasajeros o sicarios que los esperaban en el punto de encuentro del viaje. Los peritajes determinaron que en ambos casos se utilizó la misma arma, así como también balas pertenecientes a la policía provincial.

Ese mismo fin de semana, un cuarto asesinato terminó por conmocionar a la ciudad. El playero Bruno Bussanich, de 25 años, fue asesinado mientras cumplía su turno en la estación de servicios de Mendoza al 7600, en el norte de la ciudad. El joven fue asesinado sin mediar palabras por una persona que fue al lugar con ese único objetivo. El hecho quedó registrado en las cámaras de seguridad. El autor del hecho continúa prófugo.