Juan Bautista Yofre se convirtió el pasado domingo en el rostro del relato oficial sobre los años 70 que quiere imponer el gobierno de Javier Milei. El extitular de la Secretaría de Inteligencia al comienzo del gobierno de Carlos Menem ofició como conductor del video que puso en primer plano la lucha armada antes del golpe de 1976 y que borró de un plumazo el terrorismo de Estado.

Revisionismo de derecha

Yofre ha sido, en las últimas dos décadas, una punta de lanza del negacionismo. Sus libros sobre los años 70 se empezaron a publicar a poco de reiniciarse los juicios por los crímenes de la dictadura. En 2006, en una pequeña editorial, publicó Nadie fue, una crónica sobre los meses finales del gobierno de Isabel Perón. La aparición del libro coincidió con la avanzada negacionista del 5 de octubre de ese año cuando, en el 31º aniversario del ataque de Montoneros al regimiento de Formosa, hubo un acto en Plaza San Martín convocado por Cecilia Pando. Entonces no era conocida, pero es más que factible la presencia de Victoria Villarruel.

El acto fue visto como una provocación: apenas tres semanas antes se había producido la desaparición de Jorge Julio López. En ese marco, Yofre presentó Nadie fue en el Ateneo Grand Splendid. El teatro devenido librería quedó chico para una presentación en la que lo acompañó Roberto García y en la que hubo, entre el público, consignas contra "los zurdos".

El disparador del libro había sido el 30º aniversario del golpe militar, la primera vez que el 24 de marzo fue feriado. Yofre consideró que se imponía un relato oficial y busco imponer un contrarrelato que, mutatis mutandis, ahora desde el amparo del Estado (el video lo grabó dentro de la Casa Rosada), pretende ser un relato hegemónico. Ha publicado doce libros a la fecha sobre los 70 y la dictadura.

Humanizame y decime Jorge

El nivel de ventas de Nadie fue resultó llamativo y le abrió las puertas de una editorial grande: Sudamericana. Auspiciado por Pablo Avelluto, futuro ministro de Cultura de Mauricio Macri, Yofre publicó su saga de libros sobre los años 70 sin caer en el negacionismo brutal de Nicolás Márquez o de Carlos Acuña, el titular de Télam durante la dictadura (y uno de los que dijo presente la noche de la presentación de Nadie fue, cuando nadie imaginaba adónde llegaría esa prédica). 

Los libros de Yofre no hablan de "dictadura" o "dictadores", sino de "gobierno militar" y "presidente de facto" (a veces, "presidente", a secas). Su segundo opus, de 2007, resultó sugestivo en el título y en el subtítulo: Fuimos todos. Cronología de un fracaso, 1976-1983. De ese modo, puso en pie de igualdad a toda la sociedad argentina en cuanto al "fracaso", que en todo caso resultó político, porque la dictadura no pudo generar herederos a nivel electoral y, como es sabido, hubo victimarios y víctimas, beneficiarios y perjudicados. Era una manera de poner en foco la teoría de los dos demonios, que quita de foco el componente clasista del régimen y saca de esa escena al bloque civil, además de borrar de un plumazo el orden de clase de 1976. 

Por si fuera poco, Fuimos todos humaniza en la portada a Jorge Rafael Videla. Uno de los dictadores más siniestros y crueles del siglo XX aparece saludando a civiles que se acercan a saludarlo en medio de la nieve, a mediados de 1976, en Ushuaia. La solapa del libro dice: "Esta foto fue elegida por lo escasamente conocida. Y porque exhibe a un Videla en el que no aparecen rodeándolo custodias ni agentes de seguridad. Sólo simples ciudadanos con interés en saludar a su presidente".

El hermano funcionario

Para entonces, la dictadura se abocaba, además de exterminar opositores y concretar la reconversión del capitalismo argentino (que veía agotado el proceso de sustitución de importaciones y se pasaba al rentismo financiero con el terrorismo estatal para evitar la reacción organizada de la sociedad), a la ambiciosa tarea de lograr lo que no habían podido ni la Libertadora ni la Revolución Argentina: una herencia politica que no limitara al partido militar a los cuartelazos, sino que lo llevara a la gimnasia electoral.

Hubo varios proyectos, y el mas ambicioso fue el que motorizó la secretaría general de la Presidencia. Allí, Videla colocó al general José Rogelio Villarreal. Para tener cierta muñeca política, Villarreal pidió ayuda a la Unión Cívica Radical, que aporto al subsecretario general de la Presidencia: Ricardo Yofre, el hermano de Juan Bautista. También recaló como asesor otro hombre sugerido por Ricardo Balbín: Virgilio Loiácono, quien más de veinte años más tarde fue designado secretario legal y técnico por Fernando de la Rúa. Alfredo Bravo, que fue víctima de la represión ilegal, rechazó ese nombramiento en 1999.

En tiempos de la dictadura, Juan Yofre fue miembro de la misión argentina ante el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización de Estados Americanos. Mientras los Yofre eran funcionarios de una dictadura terrorista, sus primos y tíos sufrían la represión: Ricardo y Juan Bautista son sobrinos de Miguel Vaca Narvaja, fugaz ministro del Interior de Arturo Frondizi. Fue secuestrado días antes del golpe militar y asesinado, lo mismo que su hijo homónimo. Toda la familia se exilió en México. Los Yofre son primos de Fernando Vaca Narvaja, hijo de Miguel, integrante de la conducción montonera.

Del periodismo al menemóvil

Sobre el final de la dictadura, Yofre ingresó al periodismo por la puerta grande. A mediados de 1982 realizó tres entrevistas a Leopoldo Galtieri tras la derrota militar en las Malvinas. El exdictador se explayó a cambio de no publicar el material hasta tanto diera su conformidad. Yofre dio por roto ese acuerdo y publicó el material en Clarín en abril de 1983, cuando se cumplía un año del desembarco en las islas. El Ejército le dio sesenta días de arresto al exdictador, que había abundado en detalles sobre su caída. Al tiempo, Yofre, comenzó a trabajar en la sección política de Ámbito Financiero. Para esa época, Ricardo Yofe colaboraba en la campaña radical y se lo señala como uno de los impulsores de la existencia del "pacto militar sindical" que Raúl Alfonsín denunció a fines de abril de 1983. 

En su rol de periodista, Yofre comenzó a seguir el derrotero de un gobernador peronista que quería ser presidente. Se subió al menemóvil y se bajó el 8 de julio de 1989 en la puerta de la SIDE. Allí sirvió durante los primeros seis meses del gobierno de Carlos Menem.

Tras esa experiencia, Menem lo designó embajador en Panamá y después en Portugal (Lisboa fue también el destino diplomático de otro embajador menemista: Jorge Asís); y a su regreso al país fue nombrado asesor presidencial. En el medio, debió declarar por la causa del contrabando de armas a Croacia y Ecuador: Panamá, mientras él estaba a cargo de la legación argentina, era el destino oficial de un cargamento que apareció en los Balcanes y en la selva andina.

En 2012 fue procesado, acusado de hackear cuentas de correos electrónicos de funcionarios públicos. El procesamiento no prosperó, aunque quedó la sospecha sobre los métodos para proveerse de información. Su nuevo horizonte político es el primer gobierno de extrema derecha de la historia constitucional argentina