Detrás de las cifras de despidos que se multiplican con dramatismo en todas las áreas del Estado se esconden historias: el dolor, la angustia por un futuro incierto en un mercado laboral retraído y la imposibilidad de reinsertarse en lo inmediato, producto de la propia recesión que sacude a la economía argentina en la era Milei

Lucas Berengua acaba de ser despedido de una forma “cruel” del Servicio Meteorológico Nacional tras 21 años trabajando en el organismo. Esta semana, el video donde se oberva a todos sus compañeros abrazándolo, consolándolo y a apoyándolo se viralizó con rapidez. 

No era una persona más en el SMN. Su carrera empezó, como no podía ser de otra manera, de manera meteórica. Ya a los 15 años comenzó a entrar en el mundo de la meteorología. Así empezó. Bien de abajo, en la estación de Azul, provincia de Buenos Aires. Allá lejos por el 2003. Fue, y es, el meteorólogo más joven que vio el país.

Así, a los 18 años, ya había sido dado de alta como empleado. Al principio, como era una dependencia a cargo de las Fuerzas Armadas, con un contrato de mutua colaboración con las Naciones Unidas. Luego, cuando el organismo pasó al área de Defensa, bajo la extendida modalidad de la contratación por artículo 9, es decir, con contratos de renovación automática año a año.

Y si bien el Gobierno había hecho alarde de que no despedirían a ningún trabajador que hiciera su trabajo — con ataques y descalificación al tratar a los estatales de "ñoquis" y "parásitos — que solo revisarían los contratos hechos durante el 2023, el recién arribado director de Servicio Meteorólogo Nacional le informó, con su histórica directora al teléfono y por altavoz, que se iba a quedar sin trabajo.

Si bien el argumento tuvo que ver, exclusivamente, con el panfleto del “ajuste fiscal”, Berengua cree, tal como dijo con AM750, que su despido tiene que ver, en parte, con la licencia médica que se tomó el 2023 para poder hacer un tratamiento médico intenso que lo tuvo varios meses ausentado.

Pero eso no es todo. El modo en el que se lo comunicaron, aseguró, fue lo verdaderamente cruel: “Acá no hay telegramas. Acá es todo mucho más perverso. Me llamaron por teléfono. Me dijeron que me estaba buscando el director, que es una persona que no conozco, porque está hace pocos días. Y que lo acompañan ciertos directores que ya estaban en el organismo y que vienen desde hace muchos años”.

“En el caso de mi directora nacional, tuvo la bajeza de no ir. Y que el nuevo director la pusiera por altavoz para avisarme que yo no seguía trabajando. Adelante de un señor que no me conoce, que no sabe quién soy, que no entiendo si termina de comprender la envergadura del puesto en el que está y lo que eso implica”, relató.

Y siguió contando: “Todavía no lo termino de entender. Me dijeron que no vaya más por altavoz. Sentí mucha tristeza en el momento. Siempre fui una persona que confía en la gente. Esto te demuestra que la gente, cuando se tiene que salvar, hace cosas muy turbias. Es muy triste”.