Entre los testimonios que perduran y abren porvenires, destaca la tarea de las y los artistas. ¿Quiénes, si no, de manera tan amorosa, enfrentan la decisión de decir y contar de formas necesariamente distintas? Desde este lugar, Unicanal -la plataforma audiovisual de la UNR- estrenó la miniserie Queda la poesía, cinco capítulos dedicados a la resistencia cultural desde la mirada de poetas, dibujantes, músicos, actores y artistas visuales.

El estreno del primer capítulo tuvo lugar el domingo 24 de marzo, a partir de hoy se podrá ver el tercero; de una lista que se integra del modo siguiente: "Quedan los escritores", con la periodista de Rosario/12, Beatriz Vignoli, Alicia Salinas, Eduardo D´Anna y Rafael Ielpi; "Quedan los dibujantes", con Flor Balestra, Carlos Barocelli, Max Cachimba y Eduardo Risso; "Quedan los músicos", con Jorge Cánepa, Flor Croci, Myriam Cubelos y Ezequiel “Choza” Salanitro; "Quedan los actores", con Mirko Buchín, Gerardo Dayub, Liliana Gioia y Bárbara Peters; "Quedan los artistas visuales", con Jorge Molina, Norberto Puzzolo, Mabel Temporelli y Camila Guerra. “El propósito de la miniserie estuvo en los 40 años de democracia, y la idea inicial era estrenarla antes del 10 de diciembre; pero empezamos a pensar en qué pasaría con el contexto si ganaba Milei, así que lo postergamos para que el primer capítulo saliera el 24 de marzo”, explica Héctor "Nene" Molina, director del proyecto, a Rosario/12.

Beatriz Vignoli aparece en el capítulo "Quedan los escritores".

En la transición entre la última dictadura cívico-militar y el recupero democrático, las experiencias de vida de las y los entrevistados delinean un mapa compartido, de vivencias similares y preocupaciones éticas en sintonía. “Desde distintos oficios y generaciones, cada uno de los entrevistados hace su interpelación en estos 40 años, y claro que no pudimos resolver un montón de cuestiones sociales, políticas y culturales, pero se elige seguir con la democracia. Al hacer una serie contada por artistas, se nos hacía presente la consigna que expresa la famosa frase de Spinetta: ‘¿Quién resistirá cuando el arte ataque?’. Eso es algo que hablaba con cada uno de los que intervinieron. Dentro de 30 o 40 años, ¿de qué o de quiénes nos vamos a acordar, sino de las canciones de Fandermole, de los libros de D’Anna y Vignoli, de las obras de teatro de Dayub, Peters y Gioia? Medio jodiendo, pero también en serio, pensábamos en esto de ‘Quedan los artistas’, por ese monólogo en forma de canción que hacía Pinti; y en lo que también decía María Elena Walsh: ‘¡No se suspende la función!’. El trabajo de los artistas es lo que queda, lo que va a seguir resistiendo. Y lo abordamos desde un lugar para nada doliente, y es hermoso cómo cada uno lo narra”, continúa.

-Difícilmente pueda pensarse en una alternativa mejor para enfrentar los problemas.

-Mas allá de todos estos avatares y subibajas permanentes que tenemos, desde hace más de 40 años, sigue superviviendo la producción, la mirada creativa, la belleza y la poseía. Creo que eso es lo que va a ser inclaudicable. En los mejores y peores momentos, la creación y la expresión del arte no va a tener fisuras. Yo quiero creer y agarrarme de eso, y no nos vamos a equivocar. Entre los entrevistados, pareciera que se hubieran puesto de acuerdo sobre cómo cada uno lo cuenta, porque hay un mismo perfume que flota en el aire, lo que dicen va por un mismo andarivel. Hay distintas extracciones políticas y generaciones diferentes, pero subidos a un mismo tren, sin seguir los más jóvenes las directivas ni consignas de nadie. De hecho, y si bien lo hay, es muy raro encontrar artistas reaccionarios.

-Al mismo tiempo, se trata de un recorrido de miradas rosarinas, de artistas que hablan desde este momento, cuando la ciudad está en un agujero como nunca antes.

-Hasta hace 10 años, la llamada nocturnidad contaba con cantidad de lugares para la expresión y el trabajo de artistas, músicos, plásticos, cineastas, poetas. ¿Dónde se encuentra la gente hoy? ¿Dónde están esos lugares, para gente de 20 o de 60 años, como yo? Antes íbamos a lugares donde, mientras se tomaba algo, tocaban Coki o Cielo Razzo, había 20 milongas, un montón de espacios culturales y de teatros. Lo obturaron todo. Todo aquello te abría un panorama social y humano mucho más amplio; convivías, producías y gestionabas algo que es indestructible, porque es lo que se hace de forma colectiva. Me da un poco de temor, porque el espíritu colectivo está bombardeado y devaluado, mientras se sobredimensiona la individualidad. Quizás tengo una mirada romántica, pero sigo creyendo en lo colectivo y en lo grupal. Si querés considerarte una estrella, te va a durar dos tapas en el diario, la vida sigue. Y eso es algo que también me interesaba contar en este ciclo.

-Y desde un lugar como la UNR, en este momento también jaqueada.

-La Universidad pública está absolutamente presente en nuestra creación, proyectos y modos de ver la vida. Seguimos cada vez más convencidos de este lugar, en el que estamos con mucha modestia, con un equipo de trabajo excelente, con una Universidad que está siendo jaqueada pero que está bancando este proyecto, gracias al Rector Franco Bartolacci, con quien hemos compartido gestiones; es alguien que cree en este proyecto y lo acompaña en el momento más virulento. Esto es nuestro orgullo, y lo que estamos contando lo hacemos acá, es algo que no vas a poder ver en ningún otro medio. Es nuestra tarea y de lo que somos conscientes, de la misma manera que defendemos la obra pública, la educación y la salud públicas.

Queda la poesía cuenta con dirección de Héctor Molina, música original de Iván Tarabelli, producción de Belén Bertero y Julián López, montaje de Mario Armas y Francisco Zini, arte de Fabián Gallego, post producción de Lucio Garcia, y cámaras de Camilo Postiglione y Dana Tameron.