Fueron 117 días de silencio. Hasta que el viernes último, el Gobierno comunicó el cierre del Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), un programa modelo en Latinoamérica, que a partir de su implementación en 2018 redujo a casi un 50 por ciento la tasa de embarazo en las adolescencias. Con la misma estrategia comunicacional patológica que caracteriza a La Libertad Avanza, la decisión del desfinanciamiento y la baja de los equipos que trabajan en las 12 provincias donde se implementa el Plan, no fue transmitida en forma oficial, y contradice los dichos de funcionarios del área de Salud, que hasta mediados de marzo afirmaban su continuidad. La desvinculación por tandas de unxs 709 trabajadores contratadxs y el vaciamiento de una de las pocas políticas públicas diseñada específicamente para la población adolescente, ocurren en paralelo al aumento del 500 por ciento en la asignación del Plan Primeros Mil Días de Vida, y al lanzamiento del Programa Nacional de Primera Infancia, cuyo objetivo es “salir a buscar mujeres embarazadas” hasta los primeros años de vida, una especie de operativo de detección y asistencia de la embarazada “y su hijo por nacer”, según su impulsor, el secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo de la Torre, antiderechos declarado y activista antiaborto.

“Con el desfinanciamiento del Plan ENIA, sin sus equipos de trabajo territoriales y sin insumos disponibles, se va a generar una brecha de desigualdad entre las provincias del NOA y NEA respecto del resto del país en materia de prevención de embarazos no intencionales, como era la situación en 2016 y 2017. El impacto sobre les adolescentes será alto”, aseguró a Las12 la ex directora nacional de Salud Sexual y Reproductiva, Valeria Isla, en referencia a las provincias de aplicación que fueron priorizadas por la magnitud del problema: Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Salta, Jujuy y provincia de Buenos Aires.

“Anuncio oficial no ha habido, y ése es parte del problema, del destrato hacia las y los trabajadores”, advierte la socióloga e investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), Silvina Ramos, y ex coordinadora técnica del Plan.

Ramos se había reunido en marzo con la actual subsecretaria de Relaciones Sectoriales y Articulación del Ministerio de Salud, la médica Paula Zingoni, ex directora general de Planificación Operativa del ministerio de Salud porteño. “Fui a verla como ex coordinadora técnica del Plan Enia y le ofrecí información valiosa. Fue una buena reunión, me escuchó, hizo preguntas, y me quedó la impresión de que conocía las virtudes del Plan, que quería sostenerlo, pero a veces esas cosas se cocinan en otros niveles y no dependen de las voluntades de subsecretarios. Hoy todo parece indicar que más allá de su buena voluntad, no hubo plafón.”

El vaciamiento tampoco sería por cuestiones presupuestarias: en los cinco años de su implementación, el impacto del Plan redujo el costo de oportunidad del embarazo no intencional en más de 280 millones de dólares anuales, confirma un estudio de UNFPA, el organismo de Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva.

Desde una mirada integral e intersectorial, el Plan Enia, que continúa publicado en el portal Argentina.gob.ar, busca prevenir los embarazos no intencionales en la adolescencia, garantiza los derechos de lxs y las adolescentes al acceso gratuito de métodos anticonceptivos, educación sexual integral, brinda la consejería en salud sexual y reproductiva y asesorías en las escuelas, y realiza actividades de promoción comunitarias. En agosto de 2023 había logrado ampliarse con la firma de convenios de adhesión en el resto de las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Ahora todo queda en stand by.

El retroceso

Discontinuar el plan significa abandonar a las adolescentes. Es un abandono del resguardo que se les daba en términos del acceso a la educación sexual integral para que pudieran informarse más y mejor sobre muchos aspectos de la sexualidad, y pudieran desarrollar habilidades para tener relaciones más horizontales y más amorosas”, explica Ramos, en diálogo con Las12. “También significa un abandono al dejar de tener las asesorías de salud sexual en las escuelas y en la comunidad, donde lxs adolescentes accedían a información sobre salud sexual y reproductiva pero además recibían apoyo en aspectos como trastornos alimentarios, violencias, abusos, bullying, depresión y suicidio. Y en los servicios de salud, que suelen ser hostiles a las adolescencias, los recibían agentes del Plan, les daban consejería y además les proveían de un método anticonceptivo a su elección.

¿Qué implicancias tiene desarmar todo este engranaje?

-Significa desarmar una estrategia que implicaba para lxs y las adolescentes poder continuar su trayectoria educativa, y en el futuro tener mayores y mejores oportunidades para ingresar al mercado de trabajo. Porque lo que hace la maternidad temprana es truncar las oportunidades de desarrollo de la trayectoria educativa de las pibas, y con eso el ingreso al mercado de trabajo en mejores condiciones, tal como lo evidencia el estudio Milena, elaborado por UNFPA en Argentina y en otros diez países de América Latina. Se van a volver a instalar las barreras que las adolescentes sufrieron históricamente y que se pudieron revertir, además del efecto que supone dejar a las y los agentes del Plan sin trabajo, que tuvieron un compromiso activo. El Plan Enia desarrolló una mística de trabajo loable y de modelo de política pública transparente.

¿Qué efectos tuvo el Plan en las provincias donde se implementó?

-En principio, lo importante de recuperar esta experiencia de las personas, porque las políticas públicas son personas que trabajan y comprometen su dedicación en pro de algo, además de los recursos financieros y los insumos, pero sin recurso humano comprometido la política pública no existe. En lo territorial poblacional fue una política exitosa, que logró reducir la tasa de fecundidad adolescente a la mitad en todas las provincias involucradas. Muchas adolescentes pudieron evitar un embarazo que no querían tener y que hubiera comprometido sus oportunidades de desarrollo personal, que es el impacto más importante del Plan Enia.

El vaciamiento del Plan Enia significa volver a instalar  barreras  históricas, sostiene Silvina Ramos

¿Cuánto dinamizó la política a nivel local, sobre todo en las provincias más conservadoras?

-El Enia fue un plan que conquistó voluntades políticas, sobrevivió de un signo político a otro, desde la gestión de Mauricio Macri hasta la de Alberto Fernández, que lo sostuvo, y los gobernadores de los dos períodos lo apoyaron. Hubo mecanismos de co-construcción de un federalismo bien entendido. Rompió muchas barreras y a pesar de contextos conservadores fue bien recibido,  porque la propuesta era íntegra y hubo apertura mental y sensibilidad de las autoridades políticas nacionales y provinciales. Eso sucede cuando transmitís con claridad lo que querés hacer y mostrás los beneficios para las adolescentes, para la política pública y también para el propio Estado, porque este plan le ahorró mucho dinero evitando los embarazos no intencionales. Era el 0,16% del PBI que se ahorraba en gastos vinculados a la atención del embarazo, el parto y las complicaciones que surgen en embarazos y partos a edades tempranas.

Entonces el desmantelamiento no estaría relacionado con los costos.

-Claro, es una de las razones por las cuales no me explico por qué están desmontando el Plan. Podés no tener una perspectiva de derechos, como creo de este Gobierno, pero si justamente le pone mucho el ojo a la cuestión costo-beneficio, cuánto invertís y cuánto te reditúa una política pública, en este caso el Plan Enia redujo de manera sustancial los costos de oportunidad del embarazo no intencional en la adolescencia. Además de garantizar derechos, apoyar desarrollos y crear oportunidades para la mejor inserción en el mercado de trabajo de las generaciones futuras y, sin embargo, aun así tomaron la decisión de desmantelarlo. Me sigue carcomiendo la duda de cuáles han sido los argumentos internos, porque creo que nunca nos los van a decir.

¿Cree que esta decisión va en línea con los ataques y el ensañamiento de este gobierno hacia todas las políticas de derechos sexuales y (no) reproductivos?

-Puede ser que el Plan Enia entre en esa redada, pero al mismo tiempo es como llevarse puesto al 50 por ciento de la población argentina, porque por un lado son adolescentes que necesitan tener oportunidades para su desarrollo personal, y después sus madres, que también están preocupadas por el desarrollo educativo, por el hecho de que sus hijas puedan tener decisiones libres e informadas y buenas oportunidades para su vida. Más allá de la cuestión ideológica y de si estás o no con el género, en esa lucha que los personajes del Gobierno expresan, en realidad se están llevando puestas a las mujeres de la Argentina. Más tarde o más temprano eso va a pesar, porque a ninguna madre de este país le va a resultar ajeno que su hija se quede sin información sobre educación sexual en la escuela, o sin una asesoría que la ayude a enfrentar los problemas de violencia o de nutrición, o sin acceso a la anticoncepción, con esa orientación de enfoque de derechos, de identidad de género. En términos personales, que también son políticos, estoy muy triste por lo que está sucediendo. Es injusto, es miope, es poco estratégico, y creo que las adolescentes de este país no se merecen tamaño descuido. Ojalá volvamos a tener la oportunidad de diseñar con cuidado y atención las políticas, porque se muestra que no es utopía, es una realidad.

En un escenario donde hablan de ideología de género, demonizan los feminismos, quieren derogar el aborto, prohibir la ESI, reinstalar conceptos como el niño por nacer, ¿qué es lo que más le preocupa?

-Que tengamos la capacidad de no desesperar, porque es cierto que las cachetadas y las humillaciones son cotidianas, el ninguneo es cotidiano y la falta de sensibilidad respecto de la vida de las mujeres es cotidiana, y eso es muy abrumador. Entonces me preocupa que tengamos la capacidad de seguir reflexionando, de seguir mostrando lo que hicimos y lo que queremos. Seguir haciendo tiene que ver con mejorar la vida de las personas, que no es una cuestión ideológica, los derechos son cuestiones cotidianas, no son discursos. Que podamos ayudar a que una niña no sea abusada en su entorno familiar no es una cuestión ideológica, es una cuestión de la vida de esa niña. Me parece que debemos tener la capacidad de ser muy concretas en el reconocimiento de estas cuestiones, de seguir mostrando que afectan la vida de la gente. Y no creo que la sociedad argentina haya cambiado drásticamente su sensibilidad respecto de estos temas. Podés estar a favor o en contra de la legalización del aborto, hacer grandes discursos, pero al fin práctico, cuando una adolescente es violada, queda embarazada y quiere interrumpir su embarazo, la gente va a estar ahí para apoyarla, porque es inhumano que una mujer tenga que llevar adelante un embarazo fruto de una violación. Hay que seguir mostrando que de eso se trata cuando hablamos de los derechos de las mujeres. Más allá de la lucha que el Presidente quiera dar en contra del feminismo, no se da cuenta de que en esa lucha se lleva puesta a las mujeres y, como dije antes, las mujeres somos el 50 por ciento de la población. Yo sería un poco más cuidadosa.