"Para sobrevivir en las islas hay que tener pasión por la libertad bucólica que nace de la fraternidad con la tierra y el árbol. Hay hombres que tienen la pasión del dinero que puede producir el árbol sobre la tierra y esos están condenados a ver quebrados sus esfuerzos. Podrían tener éxito en la llanura o en las montañas, nunca lo tendrán en el Delta. Allí fracasaron compañías organizadas para explotar la producción local. El albardón, el pajonal, la laguna, la tierra floja que casi nunca soporta el peso de un tractor, las alimañas que se multiplican, anularon el esfuerzo de sociedades que para prosperar tienen que contabilizar el esfuerzo. La pala y la guadaña de hoja corta son los únicos instrumentos que permiten abrirse paso en ese reducido espejo del infierno verde. De allí que las islas han sido colonizadas, no por hombres que pretendían enriquecerse, sino por hombres que querían vivir sin que les fatigaran la dignidad". Eso afirma el escritor Roberto Arlt en "La lucha del hombre", una de las aguafuertes que escribió después de su estadía en el Delta de San Fernando en 1941, que ahora edita La Ballesta Magnífica, única editorial que se piensa entre juncos y tierra mojada y, siendo fieles a su territorio, sentencian que algunas cosas merecen la timidez de lo artesanal.

La resiliencia de la isla

Marisa Negri es poeta, profesora de literatura y editora. Hace doce años vive en el delta profundo, en la segunda sección, y no se la ve con ganas de que eso cambie. Es una de las fundadoras de La Ballesta Magnífica, que nació en plena pandemia y lleva casi cuatro años publicando libros de escritores nacionales y latinoamericanos, prosa y poesía, desde las condiciones que permite la territorialidad del lugar. 

"La señal es pésima: todo lo que hemos hecho lo hicimos con los fluctuantes dos megas que nos llegan. Cada cosa es una lucha contra los elementos (amén de la belleza y los municipios) y se necesita un temple particular, algo que nadie sabe que tiene hasta que lo sabe, ser un poco outsidera la fuerza", afirma. 

Ahora, decidieron honrar el espacio desde donde conciben y trabajan sus libros con la publicación de un clásico: Roberto Arlt. Reciben el nombre de aguafuertes las crónicas que el autor publicó en el diario El mundo desde 1927 hasta 1941. La intención del escritor y periodista era mostrar la realidad de diferentes espacios en fragmentos , de forma breve, y condensar sus impresiones como si se tratara de una fotografía.

Así como hay aguafuertes cariocas, gallegas, porteñas, las hay bonaerenses, y las hay del Delta. En 1941, Arlt es enviado por el diario al territorio para realizar una serie de entrevistas, de las que surgieron aguafuertes como "El canal de San Fernando", "La lucha del hombre", "La vivienda del isleño", "El problema más serio", entre otras. El viaje debe haber surtido más de un efecto en él, que decidió que al morir sus cenizas fuesen esparcidas justo allí, en un rincón del delta. La segunda de esas aguafuertes fue editada por la pequeña pero orgullosa editorial en formato plaquette, publicación breve de unas 10 páginas impresa de modo artesanal, que, dicen, tiene mucho que ver con las formas de la editorial misma. 

"Este artículo de Arlt, cuyas cenizas fueron esparcidas, según quiere la leyenda, a unos pocos golpes de remo de acá, trata un poco sobre eso, de la obstinación de hombres y mujeres, de seguir vivos contra todo pronóstico, asumir el ritmo circadiano de la naturaleza, como las gallinas", afirma Marisa. 

Se trata de la única editorial del Delta de San Fernando.

A pesar de continuar sacando libros ("esos archivos que mandamos a las imprentas y que regresan multiplicados y con lomos considerables"), la editorial continúa elegir apostar porque a algunas cosas les corresponde una forma pequeñita. "Seguimos haciendo fanzines y plaquettes un poco con la idea del inmigrante de conservar siempre una huerta por si lo demás falla –y lo demás falla todo el tiempo-. Lo artesanal lleva la huella de la imperfección, defectos que son tesoros, rastros de nuestras manos, firmas involuntarias y secretas", afirma.

El delta aparece en Arlt como un lugar que al habitarlo se hace propia la aparente contradictoria coexistencia entre la lucha de todos los días por sobrevivir y una aparente calma de vivir en medio de la naturaleza. "No sé si todo eso habla bien o mal de uno, pero no deja de ser increíble despertarse con el sacudón que hacen las pavas de monte, el silbo del zorzal o la vuelta de los murciélagos, abrir a Proust en cualquier página y tomarse unos mates viendo de reojo por la ventana como la cosa se reinicia y el trabajo que nos espera afuera, porque todo es trabajo", sostiene Marisa desde las oficinas de la editorial, en aquella lejana 2da sección. 

Contracorriente

No es el primer libro que La ballesta magnífica publica desde su mentalidad bonaerense. Si bien no existe una voluntad explícita de editar solo autores bonaerenses, o solo por el hecho de serlo, la cuestión se ha ido dando de forma espontánea: La voz del ciervo, de Marisa Negri y Paula Collini, que traen la urgencia del humedal en peligro, o Rosa Cedron, una poeta radicada en Mar del Plata con su vuelo lírico, y Noelia Rivero de Chascomús, o La punta de la lengua, novela de infancia que transcurre en el barrio de Los Hornos, en La Plata. Pero afirman que profesan el mismo cariño al publicar a esos autores que con "los patagónicos, o con la uruguaya Amanda Berenguer, esa especie de agujero negro inexplicable en la devoción de los editores argentinos por otras poetas del ’40; o los chilenos Adolfo Couve y Rosabetty Muñoz", afirma Marisa. 

Además, representan al delta en la colección Identidades Bonaerenses del Plan de Lecturas y escrituras de la Provincia de Buenos Aires con el libro La voz del ciervo. "Somos una editorial de la provincia, del Río Paraná y creemos que un poco llevamos el mandato, como con lo artesanal, de reflejar un cierto espíritu, si existiera tal cosa, del lugar en el que vivimos, del sol que tenemos sobre nuestras cabezas y del aire que respiramos", afirma. 

"En esta época tan oscura, en donde quieren hacernos creer que la palabra Estado carece de valor y que el territorio solo se mira en cuanto posibilidad monetizable, formar parte del colectivo de editoriales que conforman el Stand del Instituto Cultural en la Feria Internacional del Libro nos enorgullece e impulsa a seguir trabajando", concluyen desde La Ballesta Mágica. Ya saben donde encontrarlos: ocasionalmente, en tierra firme, y a diario, en la isla.