En tiempos sobregirados, la evocación por lo retro y la conmemoración constante se volvió una especie de manía: volvemos para atrás porque hay algo ahí que nos sigue imantando. Incluso, existen proyectos actuales cuya creación parte desde la invocación al pasado. Hacer hoy pero mirando ayer: no es tanto melancolía como sí es cultura pop. La infancia como una huella y el arte que siempre emprende su retorno hacia su lugar seguro. La presencia de fantasmas de futuros pasados y el pasado como un museo, sí, pero ahora reutilizado en creaciones que van hacia territorios novedosos, indómitos, desconocidos.

La nostalgiacore explora en los rincones de la niñez y la adolescencia, se fascina con la TV de hace unas décadas, se enrosca en viejas tendencias, le chupa la energía a videojuegos, dibujos animados, series, cómics y películas retro. Acá, un flaco que revisa diskettes y se viraliza en TikTok, otro ser misterioso que bebe del cuenco de un año totalmente arbitrario y otro pibe que le rinde tributo -mitad alegre y mitad terrorífico- a estampas que zumban al ritmo de algo que se parece a la añoranza. Aquí, entonces, tres proyectos cuyo sustrato es la nostalgia.

DisKEH?!: por qué la nostalgia vende

Nicolás Yaquinta tuvo Internet de grande. Sin embargo, en ese momento, en aquella red, todavía se navegaba en portales, se crackeaba el software, se parcheaban los juegos. Era otro el vínculo con la WWW, existían los foros y las redes sociales todavía ni estaban en las fantasías de Mark Zuckerberg. Al toque, los "NEW GAME" que explotaban en las pantallas se convirtieron en su obsesión, y jugó todo cuanto pudo.

Hoy, en sintonía fina con sus antiguas fantasías, conserva programas en diskettes y videojuegos retro, y divulga su existencia en TikTok. Viejos fetiches, nuevos medios: su cuenta DisKEH?! junta 30.000 seguidores y cada video suyo tiene entre 100.000 y 500.000 reproducciones. "La idea es preservar y mostrar cosas raras y de antes", afirma.

Pero a esta historia le hace falta un pequeño rewind: de cebado, Nicolás armaba y desarmaba sus compus, bajaba freewares y sharewares, truchaba programitas comerciales, y quemaba sus horas al frente de su TV mientras sopleteaba cartuchos de SEGA. Enseguida, un fast-forward: esa niñez curiosa y catódica desembocó en este analista de sistemas de 30 años que encuentra en ese pasado, en aquella nostalgia, una especie de cobijo.

"Soy muy nostálgico", reconoce el admin de DisKEH?! mientras muestra con orgullo un lote de diskettes entre los que están el Golden Axe, el Grand Prix, el Out Run y el Pac-Man. El rat pack de los fichines vintage. "Es el medio de almacenamiento que más usé en mi vida", explica.

Para reparar ausencias que tuvo de pibe (levante la mano quién no lo hizo o, al menos, lo intentó), Nicolás empezó a recorrer ferias -fundamentalmente el combo Rivadavia & Centenario- para comprar programas originales, juegos inusuales y diskettes que podrían alojar algún lost media. "Me inspiré en Raro VHS", reconoce.

De pronto, se ensancha con el videíto que hizo sobre Fútbol Deluxe, el videojuego creado en la prehistoria por el cryptomaster Santi Siri. "Es el equivalente de un diploma universitario para mí", le dice Siri al NO. Nicolás tiene a Fútbol Deluxe en caja, con sus cositas, impoluto: probablemente ni el creador lo conserve en ese estado.

"Todavía es un hobby barato", asegura el divulgador sobre sus chiches. Un deseo: que siga así. ¿Otros hits de su canal? El video del juego de Yo Matías y el del Prehistoric 2 ("Nunca entendí por qué"). Entre sus gemas, un The Sims de PlayStation 2 -what that fuck?, ¡eso pasó!-, un Daikatana de PC (ese juego extrañísimo del creador del Doom) y el Total Distortion de compu (un juego para hacer videoclips que no vendió ni 10 copias). "Los videos más populares son los de los juegos que se jugaban en la clase de computación." Juegos que, obvio, eran rarísimos, como unos que había hecho ¡la Administración Federal de Ingresos Públicos! (a.k.a. AFIP)

DisKEH?! reconoce que, para su contenido, encontró un formato pero no un patrón. Y su manifiesto se yergue en la preservación de software y videojuegos, poniendo en valor el arte, los manuales, los booklets, las cajas y el largo etcétera de obsesiones físicas. "La gente ve a la nostalgia como un elemento de la actualidad para llenar algo", asegura.

Por lo demás, DisKEH?! reniega de la falta de creatividad de los productos culturales del presente y encuentra en los del pasado una especie de abrigo ante tanto desamparo. No obstante, en su caso, advierte a la nostalgia como ¿apenas? un hobby: "Esta cuenta y mis recorridas por las ferias son mis pasatiempos, nomás".

Y sobre sus estantes, un tendal cuidadito y limpito de consolas entre las que están la Genesis, la Nintendo 64, la Wii, las PlayStation 1 y 2, el Game Boy Color, el GB Advance y la 3DS. "Encontrar joyitas es lo que más me llama la atención", confirma el preservador y divulgador. "Las empresas están vendiendo nuestra niñez pero no es que están nostálgicas… ¡es que la nostalgia vende!"

2006 Argentina: el culto a "la vida de antes"

En 2006, Eduardo soplaba 19 velas y no sabía bien qué hacer con su vida. Aquel presente -sin Internet- se dividía entre el zapping por los canales de cable que ya no están (I.Sat, Locomotion, MuchMusic: Dios los tenga en la gloria) y unas buenas horas en el cibercafé. En aquel momento no tenía la más pálida idea de que esa fecha, unos 18 años después, se convertiría en una especie de inspiración bizarrísima y caprichosa para su existencia.

Por caso, su cuenta 2006 Argentina pretende que sus seguidores "recuerden y revivan la idiosincrasia y la cultura popular de una Argentina no muy lejana, pero a su vez muy diferente, más inocente y menos dividida". Quien habla es Eduardo, su admin, un programador que reserva su identidad y que pone su tiempo al servicio de un rompecabezas emocional del pasado inmediato.

"Me interesa compartir todo aquello que nos recuerde cómo era la vida diaria. A veces publico noticias de ese año, pero eso es básicamente relleno. Prefiero postear fotos de calles, negocios, cibercafés, interiores de casas, videos caseros de situaciones cotidianas sin algún remate. Comerciales televisivos, canciones que ya no suenan tanto. Y trato de mantener la temática de la cuenta: todo tiene que ser estrictamente de 2006 o tiene que estar totalmente relacionado."

Ahora bien, ¿por qué 2006? ¿Cuál es la decisión insólita que llevó a rendirle tributo a ese año y no a 2005, 2007, 1986 o el 500 a.C.? "La cuenta debía estar dedicada a un año lo suficientemente alejado en el tiempo para que cause nostalgia, pero a su vez debía ser adecuadamente reciente como para poder encontrar archivo de la época."

En ese sentido, 2006 tuvo algunos hitos rutilantes como el conflicto de las papeleras en Uruguay (remember: la protesta de Evangelina Carrozo), el resabio de la visita de George Bush a la Argentina (fue en 2005, aún se mantenía la invasión a Irak y todavía se percibía en el aire un sentimiento de anti imperialismo yankee), las muertes de Saddam Husein (comidilla para South Park) y de Augusto Pinochet, el primer mundial de Leo Messi (y el cambio del "Cuchu" Cambiasso por Riquelme), el fin del Magic Kids coincidiendo con el primer Bailando por un Sueño, el boom de Fotolog, el estallido del Messenger y algunas otras más.

"La nostalgia nos caracteriza. El contexto mundial nos fuerza a cambiar constantemente y al argentino no le gusta el cambio vertiginoso. Preferimos vivir recordando", identifica Eduardo. Y esa velocidad en la que se mueven estos tiempos provocan un retorno hacia el punto previo a "cuando todo se nos empezó a ir de las manos".

Según el admin, la evocación nostálgica es muy importante porque "está ligada a la identidad cultural". Y eso incluye desde una foto familiar hasta un comercial de TV: "Todo forma parte de nuestra identidad y me preocupa mucho cuánta conciencia tiene la gente sobre esto".

Para sus posteos, Eduardo levanta material gráfico de su registro personal, recibe colaboraciones de sus seguidores y bucea entre los caireles de los archivos de la red, los videos olvidados de YouTube, las fotos encontradas en Flickr, los posteos de Blogspot o Wordpress, los rastros de Fotolog, los intercambios en los foros y más. "Hay mucha arqueología de Internet detrás de la cuenta."

2006 Argentina está dirigida a "los individuos sobreinformados por la tele, la radio e Internet y con un gran sentido social" y, obviamente, a "la gente melancólica". Por estos días, la cuenta tiene continuadores y, entre sus administradores, lejos del shade, se tiran la mejor. Juntos configuran una especie de memoria colectiva de la web y se convierten en patronos protectores de la cultura retro. ¿Hay un personaje que defina a ese año? "Sí, si decís 2006 pensás inmediatamente en Messi."

Nostalgy Card: el reverso incómodo de la nostalgia

Lo que hace Juan Morello con Nostalgy Card es algo raro. En su cuenta de Instagram sube animaciones que tensan su existencia entre la nostalgia y el horror. Es que Morello, fan del terror y eminentemente nostálgico, diseña situaciones vestidas de cotidiano que generan un algo: un poco de incomodidad, otro poco de satisfacción.

Con referencias al estilo survival horror -especialmente a Resident Evil y Silent Hill- este publicista y creativo sabe que, con lo que hace y cómo lo presenta, toca alguna fibra loca. Por ejemplo, con el videíto del colectivo y su "estás esperando el bondi hace 30 minutos, ¿querés seguir esperando?" mientras, a lo lejos, se oyen estruendos y el sonido de cómo tu bondi, chau, se va. Ahí hay un sentir. "Son miedos muy argentinos", reconoce el también guionista de la serie Un Mundo Sin

Usando un look and feel a lo PlayStation, sonidos tensos y texturas en 3D, la cuenta Nostalgy Card logra sintetizar "el chistecito del survival horror de acá". Y anda en línea con lo que provocan las cuentas de liminalidad. ¿¡Limiqué!? Según Wikipedia, "liminalidad es no estar en un sitio ni otro; es estar en un umbral, entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar". Eso provoca: "Es medio difícil de explicar pero estoy tratando de generar lo mismo, esa incomodidad y esa nostalgia".

En su vida, los videojuegos "modernos" le llegaron tarde, pero su marco referencial anida en el lore de corte 32 bits. "¿Sigues pensando en ella? ¿Sí o no?", se pregunta otra de estas tarjetas creepy. "A la que mejor le fue es a una de un supermercado chino en la que tenías que acomodar unas galletitas Pitusas". Y la elección de las Pitusas y no de una marca más cara obedece, también, a la búsqueda de una interpelación horizontal.

Hay otro con Dragon Ball y unas galletitas Diversión. "Es que las Bagley son más caras y se aplica a lo que viví de chico que comer Bagley era de cheto", Morello dixit. En los videos también suele haber hipervínculos a VHSs, objetos reconocibles como la taza de Tweety de plástico o el mismísimo Magic Kids estallando su granada de fotones desde un televisor de tubo. "El argentino promedio vivió todo lo mismo. No creo que la idea que tengo de mi casa sea muy diferente a la de otro. Por eso muestro esas cosas que ya no están con nosotros."

La nostalgia, asegura, lo hace sentir cómodo. "Es una sensación que sólo sentís cuando estás nostálgico", sigue. Y sobre eso, revuelve: "La magia de la nostalgia es que no se puede explicar. Lo que vos sentís no es lo mismo que siento yo, ni tu hermano, ni tu papá, ni tu amigo. Cada uno tiene una nostalgia diferente. Por eso a los videos les va como les va".

Entre los comentarios, a Morello le preguntan constantemente "para cuándo el juego" sobre todo esto. Y no es que el creativo publicitario no quiera, es que aún se asume (algo) amateur: aspira a convertir a este proyecto en un proxy para otra cosa. Busca que su gesto visual le permita participar de un proyecto artístico, digamos, más grande.

Sin embargo, a quienes reclaman hay que decirles que este joven de 30 años ya tiene uno llamado Ganale una discusión a Alfa, un adventure text inspirado en el personaje menemista de Gran Hermano. "Fue una gilada que salió bien", tira. Bueno, como ésta, que de febrero a hoy ya levantó casi 20.000 seguidores y, cada vez que publica algo, su contenido vuela entre los inbox de los consumidores de la retromanía champagne.


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