El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, se refirió al "lamentable espectáculo" que dará el presidente Javier Milei en el Luna Park dónde hará una performance cantada en la presentación de su último libro. 

El editorial de Víctor Hugo Morales

Uno piensa en Milei, ¿qué va a decir? ¿Qué escribiría? Y es una página en blanco. Te quedás ahí, mirando, no se sabe por donde empezar, no sale nada.

No se puede decir demasiado de un personaje de opereta. Es el chistoso. Todas las operetas tienen un tipo ridículo que es el que hace reír, no a la gente -también a la gente-, pero a los otros protagonistas.

Todo esto ocurre en medio de un drama social, de un escándalo palaciego como el que tienen entre ellos, que es brutal; y de este ridículo internacional, y de este drama de Misiones.

Dicen los medios mafiosos que Alberto Fernández canto alguna vez y que CFK hizo unos pasitos de baile una vez. ¿De verdad es lo mismo, muchachos?

El hombre solo, ese hombre que consume 45% menos de pan, no es un hombre libre. Un hombre sin Estado, sin Presidente, sin nada, es un hombre demasiado solo.

Cantores no precisa, anda buscando otra cosa, anda buscando pan, por ejemplo.

Pero, este niño -porque parece un niño, de vez en cuando-, un niño de bullying padecido que sale a vengarse por la vida, que siente que es el guapo del barrio que no fue.

La víctima que ahora se puede reír de los otros, y le cuesta entender, a todo esto, eso de ser Presidente. El tipo está jugando, está paveando.

Pero siente el aplauso de sus defensores, de esos bandidos de los medios que preguntan: ¿acaso no se puede cantar? ¿Está mal cantar?

Y sigue Milei con sus plagios, con la mala lengua, con el desprecio por los pobres, con ese papel de Rigoletto de las cortes de Washington.

Y esta tarde será la gran nota para el mundo. Está cantando, imitando a otro cantante con un pañuelo atravesado en la cabeza, disfrazado de Superman, pegándole con un palo a una piñata, una cosa por el estilo. Ese será el espectáculo que surge de la Argentina.

En paralelo, con el lamentable espectáculo del hambre y la postergación de los sueños de la gente.