No llegar a fin de mes y el peligro de los despidos. Esas son las dos cuestiones que se van convirtiendo en el centro de las preocupaciones de los argentinos. Es cierto que cuando se acerca a los seis meses de gestión, Javier Milei conserva un 46 por ciento de ciudadanos que lo ven bien o muy bien, con una mayoría -54 por ciento- que opina mal o muy mal. Son números que no reflejan la brutalidad del ajuste y el hecho de que muy poca gente (11 por ciento) cree que el costo lo está pagando la casta. Lo que explica la caída lenta en la aprobación del presidente es la esperanza: hay una parte de la sociedad que piensa que hay que tener paciencia y que las cosas mejorarán. Pero aparecen fuertes nubarrones en el horizonte del presidente, más allá de que los esquiva con actuaciones en el Luna Park, la tapa de la revista Time, viajes de autosatisfacción y omitiendo hablar de recesión y la desastrosa caída de jubilaciones y salarios.


Sin lugar a la tibieza

Las conclusiones surgen de la encuesta mensual, especial para Página/12, del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.200 personas de todo el país, respetando las proporciones por sexo, edad, nivel socio-económico y lugar de residencia. El trabajo se terminó de procesar este viernes 24 de mayo. La selección de los encuestados se hizo digitalmente, a partir de usuarios de algunas de las páginas que son transitadas por la mayoría de los usuarios.

“No es sencillo encontrar explicaciones a la situación -analiza Bacman-, teniendo en cuenta que se aplica un ajuste tan duro. La imagen de Milei bajó rápido al principio de su gestión, pero se mantiene en esa meseta que va del 45 al 48 por ciento. Diría que es exitosa la jugada de crear un enemigo, la casta, a la que definió como el culpable de todos los males. Ahí metió a todos, kirchneristas, zurdos, progresistas, ratas del parlamento, gobernadores, todos los que no la ven y por lo tanto ‘no son gente de bien’. En ese marco, no hay medias tintas, se lo ama o se lo odia. No hay lugar para la tibieza. Los que lo apoyan creen que al final el cambio triunfará. Mantienen la esperanza. Y buena parte de los otros afirman que esto no se aguanta ni un día más”.

El niño terrible

Según Bacman, lo que sostiene a Milei en los números que tiene, es el perfil de niño terrible, el que rompe todos los modelos. “Va a Davos, produce un escándalo con España, canta en el Luna Park... Así se sostiene el relato”, redondea el consultor. Se presenta como un distinto a todo lo anterior, que -a los ojos de la mayoría- fue decepcionante, malo. "Es una forma de comunicación que resulta exitosa", es la conclusión.

O sea, para buena parte de la población, la falta de gestión -se vio en el choque ferroviario-, así como las derrotas -no termina de aprobarse la Ley Bases, no hubo pacto de Mayo, el conflicto en Misiones, la marcha de las universidades, crisis en el gabinete- se tapan con nuevas actuaciones del niño terrible. Y, mientras tanto, se alienta la expectativa de que las cosas cambiarán, que tarde o temprano se verán los resultados. “La esperanza es lo que sostiene a Milei, sin dudas”, redondea el titular del CEOP.

Nubarrones

Pero el escenario no es de cielo despejado. Bacman describe nubarrones de distinto tipo.

  • Los que se consideran oficialistas bajaron al 41,7 por ciento. La baja es pronunciada. Su núcleo duro está por debajo del 30 por ciento. Mientras tanto los que se ubican como opositores crecen sin prisa pero sin pausa.
  • Lo fundamental: los sueldos no alcanzan. “Aquí el semáforo se enciende dado que no sólo se ha convertido en la principal preocupación, incluso superando holgadamente a la inflación, sino que nueve de cada diez entrevistados reconocen que los ingresos no alcanzan para vivir y llegar a fin de mes”, explica Bacman.
  • Aparece en escena el fantasma de perder el trabajo. Dice Bacman: “crece la percepción de la posibilidad de perder el empleo. Lo dicen cuatro de cada diez personas. Y hay un 46 por ciento que afirma conocer a alguien que fue despedido en los últimos meses”.
  • Se pierde la paciencia. “Sólo 3 de cada diez sostienen que aguantarán lo que sea necesario -concluye Bacman- Del otro lado, 4 de cada diez dicen que no se soporta ni un día más y 2 de cada diez le dan un plazo que va de uno a tres meses. Eso significa que el 60 por ciento ya está sin paciencia o casi sin paciencia”.
  • Aparecen desacuerdos con algunas de las políticas centrales de Milei. El 98 por ciento dice que debe aumentarse a los jubilados, el 65 por ciento que hay que mantener las moratorias que permiten que los que no tienen aportes se jubilen, el 67 por ciento respaldan a los comedores populares, el 62 por ciento no está de acuerdo con que regrese el Impuesto a las Ganancias.

El cuadro entonces exhibe fuertes advertencias.  Por ahora, Milei retiene la adhesión de una parte de la población -menos de la mitad- en base a la decepción con lo anterior y la esperanza de que en algún momento las cosas mejoren. La encuesta del CEOP indica que todavía hay combustible en el tanque, pero que se va gastando. De a poco, pero se va gastando.          

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