En Se despide el campeón, un popular boxeador, el Bicho González, acaba de morir en forma trágica y Lopecito, su entrenador, ofrece a quien guste homenajearlo un espacio para el ritual colectivo. Pero con el correr de los minutos se produce un giro hacia lo inesperado. Escrita por el dramaturgo y actor cordobés Fernando Zabala, dirigida por Mariano Dossena, la obra está interpretada por Cristian Thorsen, en su segundo unipersonal junto al mismo director, en la misma sala del Complejo Teatral Itaca (Humahuaca 4027).

Si en Jarra de porcelana, de Florencia Aroldi, Thorsen le ponía el cuerpo a un escritor que no podía dejar de actuar como si fuera él mismo uno de sus propios personajes, acá interpreta a un singular sparring que, puesto a evocar al muerto, concluye revelando una pasión largamente silenciada. De aspecto desaliñado y tosco, nada anuncia que Lopecito dará cuenta de una crisis de identidad que lo irá llevando a la consumación de una tragedia.

Dossena cuenta en la entrevista con Página/12 que Zabala escribió la obra a partir de un hecho que había tenido lugar en Puerto Rico, donde habían velado a un boxeador embalsamado, instalado sobre un cuadrilátero. Con escenografía y vestuario de Nicolás Nanni y diseño de iluminación de Claudio Del Bianco, Lopecito hace su confesión, acompañado por la efigie del mismísimo campeón, vestido como para un combate, rodeado de velas y flores. El director detalla, además, que Zabala tomó de Roland Barthes la idea del “amor embalsamado”, como aparece en su Fragmento de un discurso amoroso: el acontecimiento amoroso es de orden hierático, es una pequeña historia sagrada de orden personal, y la declamación de ese hecho consumado ("coagulado, embalsamado", dirá Barthes) es, precisamente, el discurso amoroso.

-¿Qué es lo que te atrae de los unipersonales?

-Me gusta trabajar con el actor y la palabra, creando una partitura casi musical. En este caso, el texto tiene giros propios del habla de los cordobeses y es por eso que el actor lo dice con el acento característico de esa provincia. Dicho de otra manera, nos parecía que el texto se ponía monocorde. En cambio, así el espectador es llevado a otro espacio, al pueblo donde ocurre lo que se está narrando. Encontrarle el tono fue el trabajo más difícil.

-¿Cómo pensaste encarar la obra?

-Pensé en obras del absurdo, como Amadeo o cómo salir del paso, de Ionesco, donde lo imposible se muestra como algo natural. O en las obras del Teatro Pánico, de Fernando Arrabal y Alejandro Jodorowsky, porque esta obra tiene algo desmesurado. Pensé también en la Orestíada

-¿Cuál es aquí el motivo de la tragedia?

-Los silencios generan tragedia. Y en la obra, el descubrimiento de un espacio propio que le era desconocido es lo que transforma en confesión lo que el personaje dice. Dirigiéndose al público, él entabla un diálogo con su padre, a quien le rinde cuentas de algo que ya sucedió, de cómo fue atraído por un hombre. Y en la forma en que el público se va enterando de a poco de los hechos, hay algo propio del thriller.

-Un relato de amor secreto en un entorno muy masculino…

-Sí, porque el mundo del boxeo crea un arquetipo cristalizado de lo que es la masculinidad. Y este personaje no encuadra con la idea general que se tiene de un hombre al que le puede atraer otro hombre.

-¿La obra trata sobre esos prejuicios?

-Sí, creo que hay una idea cristalizada acerca de cómo se supone que es un gay o una persona que deja girar sus aspectos femeninos y masculinos. Me parece que hace falta todavía mucha deconstrucción para terminar de entender las pluralidades en la sexualidad y el teatro puede ayudar a romper con lo que ya está dado.

-Aunque la obra tiene raptos de humor, le encontrás similitud con la tragedia griega…

-La obra también habla de las máscaras sociales. De lo que sucede en un pueblo chico, aunque los prejuicios y lo que no puede decirse abiertamente es algo que se puede encontrar en cualquier parte. Que el personaje no pueda llevar la carga de haber descubierto un amor que estuvo ocultando, la solución que finalmente encuentra, eso es lo que lleva a pensar en el teatro griego.

*Se despide el campeón, en el Complejo Teatral Itaca (Humahuaca 4027) los martes a las 20.45.