Es común para una feminista estar discutiendo boludeces con cualquier boludo, mi consejo suele ser “elige tus batallas hermana”, o “elige bien a ese boludo”, pero tengo que ser sincera: mi consejo está cada vez más cercano a “ríete de él y pasa a otra cosa, no es tu trabajo convertir en interesantes a gnomos del infierno, la gente del bien existe, ha leído y ciertos temas necesitan ser debatidos con urgencia por cerebros funcionales, no por secas pasas de uva conformes con el orden de las cosas”. Luego de años de trabajar con hombres que han intentado frotarme su pene por la cara todos los días para recordarme que ellos tienen la chagar y más vale me calme, atención digo esto de manera metafórica, es necesario aclarar dado que a la gran mayoría de nosotras nos pasa literalmente, luego de años de soportar que tipos a los que les va peor que a mi me den clases de cómo vivir, tomé la decisión de mi vida: “¿y si trabajo con mujeres?”. Debo confesar que no fue un plan en principio, cuando me sumé al grupo PERSONA ya formado por Ana Carolina, Charo López y Vanesa Strauch, sin demasiado plan más que el de contar chistes para no perder el ritmo, el alivio fue inmediato, sin dudas un alivio al que te hacés adicta. 

Hace poco tuve la oportunidad de grabar una serie y habiendo sentido ese alivio de no sentir chotas en la frente poniéndome en mi lugar, decidí buscar ese mismo confort que siento con mi grupo de teatro: vamos a hacerlo con todas mujeres adelante y atrás de cámara. El equipo técnico estaba conformado por mujeres en su totalidad. Salvo por un utilero y el asistente de la productora,  llegar a grabar todos los días era una visión de otro mundo. Nosotras, las que actuábamos, nos extasiábamos en cada escena viendo lo que había atrás de cámara; para mí discutir cuestiones de puestas con una persona que no me quería explicar el origen del universo fue una sensación inexplicable.

Promediando el rodaje tuvimos un solo inconveniente grave. En la serie hay una motorhome que cumple una función importante en la historia. El día que había que grabar escenas con esa motorhome en movimiento no arrancó, el encargado de la motor no lograba descular lo que sucedía, llegó a desmantelar el motor prácticamente, mientras tanto el tiempo pasaba y no íbamos a llegar a grabar lo que necesitábamos, lo que significa que tu historia queda sin sentido porque le falta escenas. El hombre decidió llamar al mecánico, yo llena de odio y desesperación, la productora que lleva años manejando motores y boludos le dijo apenas empezó el conflicto: “El ruido que está haciendo es del tanque de nafta”. El hombre, como es hombre decidió no escucharla, porque qué carajo de mierda sabe esa rubia con vagina y así también decidió hacerme perder medio día y una escena que jamás recuperaré en la historia. Llegó finalmente el mecánico y, ¿adivinen dónde estaba el desperfecto? Sí, en el tanque de nafta. El único varón que no fue elegido por mí me complicó la vida y me arrebató el alivio. No importa cuánto te cuides de que un forro no te forree el día, no importa cuánto me ocupe de trabajar con mujeres, siempre se te cuela un machito. Como nos pasó también en el camarín de Madrid, cuando un amigo trajo al show a un boludo con polera y pantalones beige a quien habíamos escuchado gritar indignado “Qué les pasa a estas amargadas de la vida”, Y cuando nos vio, pobre gil, se hizo el boludo y primero se presentó como “el hijo de…”. Todas quisimos vomitarle la cara. Se trataba del hijo de un famoso filósofo español que escribió sobre drogas en los ochenta y fue un revolucionario en el tema, de hecho fue preso por apología de las drogas, y no tuvo tiempo de ocuparse de que su hijo no fuera un pelotudo. “Polerita” coronó la velada diciendo sobre el show: “Muy lindo todo, pasa que yo soy macho alfa”. Recuerda, elige tus batallas, a estos enunciados no se les da el derecho a una conversación. Todas lloramos de risa en su cara. ¿Macho alfa con polera beige? Par favaaaaaar.