“Cuando voy a dormir, cierro los ojos y sueño con el olor de un país florecido para mí”: la frase de la “Canción del jardinero” sintetiza el espíritu de una nueva edición del Festival María Elena Walsh (MEW), que reúne a exponentes de la música infantil en el espacio cultural de las Madres de Plaza de Mayo, ubicado en el predio donde funcionó uno de los  principales centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar. “Es un festival luminoso, como ella”, asegura Verónica Parodi, directora del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), en alusión a Walsh, figura que este encuentro pretende, más que homenajear, mantener viva. Hoy, a partir de las 14.30 en Avenida del Libertador 8465 (ex Esma), compartirán escenario Bigolates de Chocote –debutantes en el MEW–, Vuelta Canela, Urraka, y Rayos y Centellas. 

Es la séptima edición y, como es habitual, la conducción estará a cargo de Los Cazurros, ya un emblema del más multitudinario y popular de los tres festivales para toda la familia a los que el ECuNHi invita cada año (los otros son el Hugo Midón, de teatro, y el Gustavo Roldán, de literatura). “Este es un festival muy querido por el ECuNHi, por todo lo que significó María Elena, una autora que trasciende generaciones y fronteras; una autora para siempre. Es nuestra. Y hablar de ella en este lugar es enorme. Estamos en tiempos que no son fáciles, porque la patria toda está viviendo tiempos difíciles”, expresa Parodi, en diálogo con PáginaI12. “Es cierto que este encuentro sería maravilloso en cualquier lugar, pero más aún en este espacio, cargado de historia, donde habitó el horror, y que nos llena de compromiso con las Madres”.

Cada banda ofrecerá una versión de alguna canción de la cantautora, tarea que se han tomado con libertad, incluso en la selección. Parodi destaca “la calidad artística y el respeto” que caracteriza a estos artistas. Bigolates de Chocote es un grupo de cinco actores y músicos que ofrece canciones propias y juegos, a través de la percusión, la narración y el absurdo. Vuelta Canela nació en 2007 y su nombre es el equivalente en Colombia a la “vuelta carnero”: sus temas invitan a girar por distintos rincones del mundo. Rayos y Centellas está compuesta por los integrantes de Papando Moscas, banda pionera en el rock para chicos, e incorpora nuevos ritmos. Y Urraka tiene la particularidad de hacer música con objetos, elementos de la vida cotidiana que se resignifican en una puesta musical y teatral, condimentada con humor.

Durante el encuentro de esta tarde, estarán presentes las Madres de Plaza de Mayo, y Los Tamborcitos del ECuNHi –banda del taller de percusión del espacio– y Claudio Ferraro serán invitados especiales. Habrá muestras visuales, talleres de circo, tambores y juegos, una feria de libros, discos e instrumentos y serán anunciados los ganadores del concurso literario “Quién apaga las estrellas”. El acontecimiento sucederá en un contexto difícil para la casa cultural y educativa que soñaron las Madres: desde que comenzó la gestión macrista, se encuentra absolutamente desfinanciada. “El ECuNHi resiste por el amor profundo de sus 25 trabajadores, el apoyo incondicional de los artistas, que donan su arte, por la Asociación de Amigos del ECuNHi. Y porque hay una sociedad comprometida que lo defiende, lo quiere y sigue viniendo”, asegura Parodi, y deja inaugurada una ronda de preguntas de la que participan los artistas de todos los grupos que estarán sonando dentro de unas horas. “Ha sido un año tremendo. Es necesario que nos encontremos los muchos que sentimos y pensamos parecido; los que tenemos el deseo fuerte de una patria totalmente diferente.”

–¿Qué les representa este encuentro, en un contexto social y político como el actual y en un escenario tan particular?

Pablo Herrero (Los Cazurros): –Para nosotros es una cita obligada. Nos sentimos parte de la familia del ECuNHi y lo agradecemos siempre, enormemente. Es un regalo que nos dieron ellos a nosotros. Los años pasan y el festival sigue creciendo. Ya creo que trasciende al ECuNHi. Y eso está buenísimo. Es maravilloso ver cómo este lugar, donde existieron el terror y la muerte, se transforma en un espacio de vida, alegría y música, y cómo las familias se encuentran acá. Es un lugar de encuentro, fiesta, alegría y reflexión, y en estos momentos no tan gratos que vivimos, es también un lugar de encuentro para escuchar al otro, acompañarlo, darle una palmada y decirle “acá estamos”. Y que vamos a seguir estando.

Luciano Molina (Tamborcitos del ECuNHi): –Es un encuentro necesario por el contexto en que estamos viviendo. Aparte de pasarla bien, está para comulgar entre toda la gente que más o menos está metida en la misma.

María Marcela Herrera (Bigolates de Chocote): –Como artistas tenemos un lugar de potencia, que nos permite salir de la impotencia que muchas veces sentimos. Esta invitación implica tomar un lugar de poder a través del arte. 

Gustavo Libedinsky (Rayos y Centellas): –Me tocó participar varias veces antes, con Papando Moscas. Es emocionante saber que vamos a venir a tocar acá. Saber, por ejemplo, que las Madres están ahí, un rato, mirando.

–¿Y cómo transitan la comunicación con la infancia en un contexto tan complejo?

P. H.: –El ECuNHi es un lugar donde el artista puede expresarse. Y este festival, una gran excusa para mucha gente para venir a este lugar. Conozco miles de padres que no comulgan con la idea democrática y popular, y que sin embargo vienen, porque saben que vienen a ver algo con un nivel artístico de excelencia. Somos todos músicos que trabajan por y para los chicos. Siempre nos planteamos eso: qué decimos. En este momento de mierda, ¿cómo se les habla a los chicos? Creo que la forma de hablar es hacer. Y que, luego, cada familia, padre, madre, tía, tutor y encargado trabaje como crea que es mejor. Si no, nos ponemos en un lugar de tener la palabra y me hace ruido el hecho artístico que baja línea. 

Santiago Reyes (Vuelta Canela): –Todos tenemos una mirada de la infancia desde un lugar distinto, creativo y pensando en la libertad, y creemos que los chicos son gente piola, inteligente, pensante, que tiene los mismos sentimientos que los grandes. Estamos haciendo algo transformador de por sí, porque laburamos desde el amor al arte y la infancia.

Patricio Famulari (Bigolates): –Me da la sensación de que nosotros vamos a hacer lo nuestro y el lugar va a hacer lo suyo.

–¿Cómo viven como artistas el hecho de sumarse a la resistencia del ECuNHi?

Lucas Rivarola (Urraka): –Este compromiso conlleva mucho amor. Tenemos ganas de estar, creemos que es nuestra responsabilidad participar de estas cosas, manifestarnos, solidarizarnos, dar una mano; porque va de la mano con nuestra ideología, nuestra forma de pensar no sólo el arte, sino también el país y la sociedad. Como grupo estamos contentos y nos hace muy bien. Creo que nos gustaría participar más, que haya una corriente, que haya más de este tipo de festivales. 

G. L.: –No tengo más que agradecimiento para esta convocatoria. Hemos participado de distintas ediciones con distintas agrupaciones. No estamos inmersos en la vida diaria del ECuNHi. Pero poder subir a este escenario, sin hacer otra cosa que lo que sabemos hacer, es un orgullo. Cuando el espacio estaba en una buena situación en todo sentido, fuimos convocados. Cuando las papas están un poco más calientes, lo somos nuevamente. Sólo queda agradecer.

Adriana García (Bigolates): –Estamos muy contentos, con mucha expectativa, creemos que va a ser una fiesta. 

P. H.: –Por este festival pasamos todos los que nos dedicamos al trabajo para la infancia. Es un lugar de encuentro. ¿Cuántos lugares del país nos han brindado esta posibilidad? Hay una coincidencia entre nosotros sobre el trabajo, el hacer, el disfrutar, el compartir, el despertar. Acá, en el ECuNHi, se pueden hacer muchas cosas. Se hicieron muchas. Cruzamos los dedos para que se sigan haciendo. Nunca en un escenario estuvieron tantos y todos.

Roberto González (Urraka): –Tener la posibilidad de estar en un festival de las Madres, apoyar desde un lugar directo, mostrando lo que sabemos hacer, es impagable. Yo me imagino el post de toda esa movida, con mis compañeros. No nos suele pasar. Y eso es lo lindo.

–El encuentro revive la esencia de María Elena Walsh. ¿Qué creen que le puede transmitir a las nuevas generaciones? ¿Qué aprendieron de ella como artistas?

L. M.: –Creo que lo más importante es que uno puede agarrar todas sus canciones y son tremendamente actuales, tiene una vigencia increíble. No toma al niño como alguien menor, que no puede pensar por sí mismo. Esa es la fuerza más grande de sus canciones, además de la belleza musical y poética.

S. R.: –Su obra junta a todas las generaciones. Me acuerdo de mi infancia, de poner el disco, escucharlo con mis viejos. La escucho con mis hijos ahora. Mi nene canta conmigo. La magia está en la infancia. Es muy claro que ella laburó siempre desde ahí. Es una unión de generaciones, y siempre están presentes la imaginación y la libertad, la idea de que no hay límites para pensar y hacer.

P. H.: –Le abrió las puertas a esta nueva forma de comunicación. Pocos artistas pudieron reflejar la realidad a través de su poesía como lo hizo ella. Fue la que abrió las puertas a los trabajadores de la infancia para que hablemos de cosas que antes no se nos hubieran ocurrido, como los poderes políticos, la opresión, la imaginación, la libertad. Antes, el niño tenía que ir de a poco aprendiendo que tiene que ser parte de un sistema. Así nos criaron. Perdón, así nos siguen criando. Ella, con sus letras y poesía, para niños y adultos, abrió una puerta. 

Martín Paladino (Rayos y Centellas): –Todos tenemos propuestas muy disímiles; María Elena es una de las cosas que nos une.