Alejandro Burzaco es además de un sobornador confeso y arrepentido un buen amigo de ciertos amigos. El abogado argentino que lo defiende ante una corte de Estados Unidos, Mariano Mendilaharzu, también le cubrió las espaldas en el directorio de Torneos y Competencias. Cuando aquel renunció a la compañía después de que estalló el FIFAgate -pero no al 20 por ciento de las acciones que mantenía en ella-, su letrado se mantuvo como director titular de TyC hasta el 10 de febrero de este año. Abandonó el cargo cuando ya había gestionado la venta de los dividendos de Burzaco en la productora, hoy con mayoría de capitales norteamericanos. Especialista en derecho penal, su sola mención también remite a la alianza autodenominada Cambiemos. Fue abogado del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, consultor de la Agencia Gubernamental de Control (AGC) en la CABA durante la gestión del militar Juan José Gómez Centurión, y asesor del Banco Ciudad en la gestión macrista.

“Burzaco es amigo de Mendilaharzu y lo dejó en Torneos, lo cual me parece lógico. Se conocían hace unos quince años”, le cuenta a PáginaI12 una fuente que integró el staff de la empresa. De sucesivas actas de directorio se desprende que tras una reunión de accionistas el 21 de mayo de 2015, los

dos fueron designados directores titulares de TyC. Al explotar el escándalo de la FIFA en Suiza, el ex CEO de la compañía que confesó sus delitos en EE.UU., renunció a aquel cargo el 9 de junio del 2015. El abogado que lo defiende continuó vinculado hasta el 10 de febrero pasado a la productora que le pertenece a DirectTV, el dueño mayoritario junto a otros socios minoritarios como Daniel Nofal. Es un dato que ratifica la confianza que Burzaco depositó en él. Tenía que cumplir un cometido. Negociar el 20 por ciento del paquete accionario que le pertenecía a aquel.

Cuando lo consiguió, abandonó el directorio. Esta información fue confirmada en base a dos testimonios que supieron de la operación. La sociedad que produce los contenidos del fútbol televisado y ahora pago mediante un pack de 300 pesos, hoy no admite ese tipo de filtraciones. “Cualquier dato que se dé a conocer debe ser autorizado desde Estados Unidos”, comentan desde adentro.

“A Burzaco no había forma de sacarlo antes, tenía el 20 por ciento de la compañía”, dice la fuente. Todavía faltaba mucho tiempo para que no se cumpliera un vaticinio del abogado Mendilaharzu: “Burzaco no es un hombre bomba” había dicho el 10 de junio de 2015 en todos los medios. Casi dos años y medio después, la metáfora de la bomba explotaba en la corte de Brooklyn. El confeso pagador de coimas a dirigentes del fútbol americano –contra los que testificó en estos días– se transformó en el hombre de las esquirlas. Salieron en varias direcciones, aunque con un objetivo predeterminado en la Argentina y un par de países: ex funcionarios kirchneristas, ex presidentes de la AFA y distintas cadenas o productoras de TV. Fox Sports de EE.UU., Traffic y Globo de Brasil, Televisa de México, Mediapro de España, y la propia Torneos a la que no pertenece más, fueron acusadas por él de haber pagado sobornos. Son las principales del continente. “Que yo sepa todas las compañías, a excepción de Clarín”, según aseguró ante la jueza neoyorquina Pamela Chen.

Quienes intentan explicar las delaciones por entregas de Burzaco, apelan a una metáfora diferente a la del hombre bomba. “En Estados Unidos tiene que confesar todo, hasta la marca de los calzoncillos que usa”, señalan. El habla, pero la estrategia judicial corre por cuenta de su abogado amigo y ex director de TyC, más otro profesional que asumió su defensa, el ex fiscal estadounidense John Casey. Mendilaharzu ha tenido en el pasado otras faenas menos complejas. Como cuando patrocinó al actual jefe de Gobierno porteño en la causa 31.909, “Rodríguez Larreta sobre recurso de Casación”.

Cuando el ex jefe de Gabinete de Mauricio Macri en la ciudad tuvo que apelar a sus servicios, lo hizo saber para defenderlo: “El es abogado mío en algunas causas, es un hombre de confianza, pero no sé de qué se trata la denuncia. Todas las denuncias que aparezcan estamos a disposición, siempre fuimos muy transparentes”. Aludía a una acusación que pesaba contra Mendilaharzu porque no había cumplido con determinados servicios de consultoría en la AGC en aquel momento. Tenía contratos que llegaban a 741.180 pesos, según dos resoluciones administrativas de 2013.

Al abogado lo había contratado Gómez Centurión el 26 de marzo de aquel año “para el desarrollo de mejores prácticas inspectivas, a efectos de posibilitar consultas en línea relativas a cuestiones técnico-jurídicas en materia contravencional y/o penal, en ocasión del ejercicio del poder de policía desempeñado por esta Agencia Gubernamental de Control” en el expediente 523904-2013. Cuatro meses después, lo volvieron a conchabar según el expediente 2888993-2013. Los gastos se pagaron gracias al decreto 556 de 2010 que les permitían a directores generales y directores del gobierno porteño disponer de 2.500.000 y 2.000.000 de pesos mensuales, respectivamente, para contrataciones directas.

El defensor de Burzaco también asesoró al Banco Ciudad. En esa tarea coincidió con su colega Jorge Eduardo Anzorreguy. Pero no es la única semejanza. El penalista hermano de Hugo, ex jefe de la SIDE menemista, defiende a Hugo y Mariano Jinkis, los dueños de la sociedad Full Play que evitaron la extradición desde la Argentina a EE.UU. en el marco del FIFAgate. Algo que el ex CEO de Torneos y Competencias no pudo impedir desde Italia. Atrás quedaron sus etapas en el City Bank, el CEI Citicorp Holdings liderado por el banquero Raúl Moneta y su llegada a Torneos y Competencias cuando todavía la controlaba Carlos Ávila. “Tenía un perfil financiero agresivo con el que no comulgaba”, lo describe hoy alguien que lo trató en aquella etapa, hace veinte años. Lejos quedó esa imagen que supo dejar. Ahora en la corte de Brooklyn se parece más al cordero atado que al lobo suelto del disco de Patricio Rey y los Redondos. Espera arrepentido y confiado por una sentencia que lo deje muy poco tiempo en prisión.

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