“El San Juan es una especie de Ferrari, uno de los seis submarinos que se iban a construir por decreto de Juan Domingo Perón y luego Estela Martínez. Es una Ferrari porque es de los mejores submarinos convencionales que hubo en el mundo. Por ejemplo, con capacidad para navegar al doble de velocidad que el resto”. Ricardo Burzaco es el director de la revista Defensa y Seguridad, historiador en temas navales y autor del libro Submarinos argentinos. Además, navegó en el San Juan. En diálogo con PáginaI12 respondió preguntas claves sobre la tragedia del San Juan.

1 Se ha dicho que el San Juan no debía estar navegando ¿cuánto hay de cierto?

 –Por los decretos de Perón e Isabel, Argentina terminó comprando seis submarinos a Alemania, más un astillero para la construcción de submarinos. Dos se fabricaron en Alemania, el Santa Cruz y el San Juan, cuatro se iban a fabricar en la Argentina. De esos cuatro, uno está construido al 70 por ciento, el Santa Fé, pero nunca se terminó. De los otros tres tenemos las partes, pero algo se usó en la reparación de media vida del Santa Cruz, otros repuestos en la reparación del San Juan y el resto de las partes sigue en el astillero. ¿Por qué no se terminaron? La Armada argentina nunca fue muy submarinista, pero también aquel plan fue demasiado ambicioso. Ningún otro país construyó en aquel momento un submarino tan poderoso, el más poderoso de los convencionales, hecho a medida de la Argentina, con el doble de baterías de cualquier otro submarino. Tiene una capacidad de tránsito impresionante. 

2 ¿Hay otros países que tengan submarinos de 1984 y los sigan usando?

–Sí, claro. Muchísimos países del mundo. Brasil tiene, Chile, Ecuador, Venezuela, de los más cercanos. Puede haber diferencias en las reparaciones de media vida y las modernizaciones que se le hicieron a cada unidad. El submarino es un arma estratégica, silenciosa, que cualquier país quiere tener en una guerra. ¿Si no son fácilmente localizables hoy en día? No, siguen siendo difíciles de localizar. Estados Unidos y Rusia, por ejemplo, siguen fabricando submarinos. Y en el mar argentino es todavía más útil porque hay distintas profundidades, capas de temperatura, los sonares rebotan, siempre es muy difícil de ubicar un submarino, más teniendo en cuenta que, con entrenamiento, un capitán conoce los lugares menos detectables. En vísperas del conflicto con Chile, en 1978, teníamos tres submarinos en el Pacífico del lado chileno.

3 ¿Para qué fue el San Juan a Ushuaia?

–El San Juan navega para que se entrenen los submarinistas. Si un equipo de fútbol entrena para jugar los domingos, este equipo, el del San Juan, entrena cada vez que navega. Los submarinistas tienen que adiestrarse. Entre 2011 y 2014 no navegó ningún submarino porque el Santa Cruz estaba parado y el San Juan en la reparación de media vida. De manera que se recibieron varias promociones de submarinistas y no habían puesto un pie en un submarino. Es muy probable que eso haya llevado a un sobre-uso y a la falta de mantenimiento posterior. 

4 ¿Debía estar acompañado de corbetas?

 –No, de ninguna manera. La navegación acompañada de corbetas es sólo un ejercicio. Terminado el ejercicio, cada uno va a su puerto de origen. No creo que la presencia de corbetas hubiera cambiado nada.

5 ¿Pudo jugar algún papel que haya 44 tripulantes en lugar de los 37 previstos?

 –No juega ningún papel. El San Juan puede llevar 22 torpedos que pesan una tonelada y media cada uno. En este caso, no llevaba ningún torpedo. Eso indica que le hacía falta aún más peso, que se compensa con agua. Yo dormí en la sala de torpedos. Uno tira un colchón ahí y listo. No tiene el menor efecto que haya llevado siete tripulantes más. 

6 ¿No puede haber explotado un torpedo?

–Hubo un incidente de ese tipo en el San Juan hace años, en 2006, cuando explotó la batería de un torpedo. En este caso no, porque oficialmente se informa que no llevaba ningún torpedo. Tampoco veo peligro de explosión por el gasoil, que no produce explosiones.

7 ¿Cuál pudo ser el origen de la catástrofe?

–Está claro que se trató de una explosión o de un incidente que se produjo por una irrupción abrupta de agua de mar. Es evidente que los 44 murieron en el mismo momento, al instante. No hay ningún vestigio de intento de salvación o de advertencia. Ni lanzaron las boyas satelitales, ni vaciaron los tanques de lastre, ni hicieron emisiones de sonar activo, ni siquiera golpearon el casco. Esto fue una tragedia devastadora, en segundos. Tenemos dos antecedentes: el San Juan sufrió un ingreso de agua cuando estaba en Río de Janeiro y el Santa Cruz también sufrió una gravísima avería en Ushuaia, por lo que ahora está en el astillero. La batería emana hidrógeno y puede haber chispazos en una entrada de agua y, de inmediato, una explosión. Eso produce un desastre. Es casi obligatorio creerle a la red SOSUS (Sound Surveillance System) norteamericana y a la CTBTO (Comprehensive Test Ban Treaty Organization), con sede en Austria, que vigilan los sonidos la primera y las explosiones la segunda. Ambas coincidieron en que hubo un fenómeno corto y violento, compatible con una explosión. Y diría que si en el submarino se produce una concentración del dos o el tres por ciento de hidrógeno, la explosión y el desenlace son inevitables. 

8 ¿Se descarta una agresión externa?

–Empezaría por mencionar algún incidente con un pesquero oriental, de los muchos que pescan de manera ilegal al lado o dentro de nuestras 200 millas. Los submarinos se mantienen lejos de los pesqueros, al acecho. Lo que hacen es informar, dar aviso a un comando que pone en marcha un buque de superficie contra el pesquero que entró a las 200 millas. Se usa por lo general una corbeta contra el pesquero. Reitero que lo usual es que un submarino se mantenga lejos de los pesqueros para evitar las redes. Sin embargo no puedo descartar un incidente, un peligro de colisión, una maniobra brusca que haya producido un curso de agua, el contacto con la batería y la explosión. 

9 ¿Y un ataque de otro navío o submarino?

–Es muy poco probable. No hay hipótesis de conflicto armado. Por supuesto que sí diplomático, pero no armado. No hay antecedentes de conflictos con submarinos que custodien pesqueros. Por supuesto que habrá que ver la evidencia cuando se recupere, si se puede recuperar, el San Juan. Yo descartaría la agresión externa porque no hay ningún tipo de dato ni antecedente. 

10 ¿Se va a encontrar el San Juan?

–Sin dudas que se está jugando toda la tecnología que hoy hay en el mundo para detección. Viene de Estados Unidos, de Rusia y de toda la comunidad internacional. O sea que me parece casi seguro que se termine encontrando el San Juan. No es fácil, porque en la zona hay pesqueros hundidos y mucha de las ondas de los sonares rebotan, para decirlo sencillamente. Eso es lo que explica por qué se tardó una semana en detectar la explosión: los ruidos del mar son fuertes y no es fácil detectar la anomalía. Además, el día que se produjo, nadie buscaba ningún submarino. Después sí, se miró para atrás, en las grabaciones, trabajándolas con sistemas sofisticados, se detectó la explosión. Reitero, es muy posible que se encuentre el submarino. Otra cosa es el rescate. En el caso del Thresher norteamericano, hundido en 1963, lo que se encontraron son partes. Otro submarino norteamericano, el Scorpion, en las Azores, en 1968, tampoco se pudo recuperar: se encontraron partes a 3000 metros de profundidad. Estuvo también el submarino soviético K-129, sobre el que hay diversas versiones. La URSS nunca lo pudo recuperar después del hundimiento, con 99 tripulantes en el Pacífico Norte, también en 1968. Sin embargo, se dice que, en secreto, se lo llevaron los norteamericanos. Difícil comprobar la verdad de aquel hundimiento. Pero efectivamente hay casos en que los submarinos no se pudieron recuperar. En la tragedia más reciente, la del Kursk ruso, el submarino fue sacado del mar: estaba a poca profundidad y eso permitió que se recuperaran el submarino y los cuerpos de los tripulantes. Habrá que ver a qué profundidad está el San Juan. Eso será decisivo. En la zona de la tragedia hay profundidades que van de los 200 a los 1000 metros e incluso mucho más. 

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