El otro día, en un foro de preguntas y respuestas (Quora), una de las participantes preguntó: “¿cuáles son las cosas más espectaculares de Google que el público (en general), no conoce?” Me detuve por la cantidad de gente que aportaba respuestas. Algunos ya los conocía, pero a medida que avanzaba hubo uno que me impactó.

Lo que sigue entonces es mi experiencia, pero le propongo que solo la tome como una “guía”: vaya y haga usted la suya. Para recorrer internet yo usé/uso Chrome, el navegador de Google, aunque sospecho que cualquier otro debería servir. Hay dos sitios en particular sobre los que me interesa avanzar con usted: los “mapas” que ofrece Google y una aplicación que se llama “mi actividad”. Se pueden encontrar acá[1]: 

1) https://miactividad.google.com/miactividad

2) https://www.google.com/maps

Empecé con “mi actividad”. Aparecí en una página en donde me tropecé con un resumen de lo que hice el día en el que estoy escribiendo, 28 de noviembre: un sumario de los sitios de internet en los que había navegado hasta allí (lo cual no debería sorprender ya que cualquiera sea el navegador que usted use, siempre existe la posibilidad de recorrer y/o recuperar la historia de los lugares visitados). Sin embargo, hay más... mucho más.

Una lista de las aplicaciones que había usado: mis correos electrónicos, las diferentes cuentas, los mapas que chequeé para saber cómo llegar hasta determinados lugares... y si bien todo lo que estoy escribiendo intuyo que no le sorprenderá (en realidad, a mí tampoco, hasta allí), de pronto llegué a un punto en donde hubo algo que me empezó a hacer “ruido”. Entre los sitios que se me ofrecían como si yo los hubiera elegido, comenzaron a aparecer “avisos”, promociones. Son ventanas que aparecen cuando uno está escribiendo y/o leyendo, y de alguna manera, forman parte del escenario con el cual uno se enfrenta todos los días: son los sponsors, que subliminal y/o sutilmente, invaden nuestro día a día digital. 

Antes de avanzar, quiero asegurarle que usted no va a encontrar en lo que sigue... nada que usted no supiera de antemano. De hecho, nada de lo que encontré podría calificarlo de inesperado... pero es que al verlo todo junto... ¡me impactó! En algún momento, vaya hasta los mapas de Google. En el sector izquierdo, arriba, encontrará tres líneas horizontales. Apriete allí y se encontrará con un menú. Fíjese en el lugar en el que dice “tus rutas”. Vaya y vea lo que le pasa a usted.

Mientras tanto, sigo yo: me vi invadido por mi propia historia, mi historia personal. Día por día, minuto por minuto. En la medida que yo hubiera llevado mi teléfono celular conmigo, o usado mi/una laptop o el iPad (y hubiera usado alguno de los servicios que ofrece Google, mapas, contactos, correos electrónicos, búsquedas, etc), ¡todo queda registrado! Supuestamente, yo (usted) somos los únicos capaces de ver esa historia. Más aún: existen formas (dentro del mismo lugar en donde yo estaba buceando mi propio pasado), de anular esos registros. Basta con poner en “off” una “palanquita virtual” que está en la misma página. En todo caso, lo que me importa señalar acá es que... ¡ya es demasiado tarde!

 Tomemos una fecha cualquiera, que elijo al azar: 4 de mayo del 2015. Ese día particular empezó a pasar delante de mis ojos. ¡Todo lo que hice desde que me desperté hasta que me fui a dormir! Empieza con un registro del lugar en donde pasé la noche, o mejor dicho, un registro de donde pasó la noche mi teléfono celular. Pero a medida que fui avanzando, supe (o tuve que recordar) que salí de mi casa... ¡fui caminando hasta el canal 7! (y ahora vuelvo sobre esta frase), el tiempo que estuve en el canal, qué camino tomé para llegar, por qué sitios de internet navegué ese día, con qué personas tuve alguna interacción (en función de los números de teléfono con los que me comuniqué).

Una cosa que me sorprendió es que faltaban un par de horas. ¿Por qué? No podía entender hasta que advertí que estuve forzado a apagar el teléfono mientras grabábamos. Después, todo vuelve a la normalidad y la línea de tiempo continúa. Cuando salí del canal, está claro que me fui en un auto (no el mío, muy posiblemente el de Claudio Martínez) quien me llevó al centro. Me dejó en el obelisco y él debe haber seguido para Quilmes. Está el registro de la ruta que tomé caminando para ir hasta Radio Continental.

Eso sí, paré un rato para tomar un café en el Tortoni que está a la vuelta de la radio. No dice lo que tomé, pero sí que pregunté cuál es el significado de la palabra chivalry en inglés... ¡y está conservada mi voz al hacer la pregunta! Después visité la librería El Ateneo, estuve adentro de la radio, me tomé un taxi para ir a la facultad (Exactas, UBA). Mucho más tarde, fui caminando (y esto aparece explícitamente... ¡fui caminando! hasta llegar al lugar en donde cené en un restaurant de la costanera norte (“Rodizio”). Después, pasada la medianoche, algún auto me llevó hasta mi casa. Estuve delante de mi computadora navegando en internet. Dormí. Eso sí: no dice si me costó trabajo hacerlo pero teniendo en cuenta que había un registro también de los canales en donde estuve detenido un tiempo, algunas conclusiones se pueden sacar.

Ahora, una pausa. ¿Es acaso alguna novedad? No, no debería serlo. Yo viví ese día. No lo recuerdo en particular, pero estoy seguro que los lugares apuntados son potenciales lugares en donde pude o debí haber estado. ¿De qué me sorprendo entonces? Es que...

... un poco más abajo, hay resúmenes. Por ejemplo: ¿cuáles son los lugares físicos en donde estuve más veces? Naturalmente, mi casa aparece primera. ¿Por qué habría de incomodarme? No… no me incomoda, pero sí me impacta que aparezca el número total de noches que dormí allí. La cantidad de veces que fui al canal. La cantidad de veces que cené afuera, en qué lugares, cuánto tiempo me llevó llegar, el medio de transporte que usé.

Y escribí un resumen de un solo día, pero uno puede volver hacia atrás y recuperar la historia desde el primer momento en el que tiene interacción con Google, sea a través de su navegador o de cualquier otra aplicación. Mi historia se remonta a ofrecer un resumen de lo que hice en el último lustro, con el mismo detalle. Eso sí: cuando lo apago, no registra información, pero vi señalizadas en un mapa todas las ciudades que visité, incluidas Seúl en el 2014, Japón en el 2012, lugares de América del Sur, del Norte, Europa... y hasta ¡las calles por las que caminé! Y el tiempo que me llevó hacerlo.

Hay un detalle de todos los vuelos que hice, trayecto por trayecto. Están todas mis salidas desde Ezeiza, pero también todas las de Aeroparque recorriendo la Argentina mientras hacíamos “Alterados por Pi”. Los hoteles en los que paramos. Los tramos que hicimos en micro o en auto. Las escuelas que visitamos, los lugares en exteriores en donde grabamos distintos segmentos del programa. Están los nombres de los diferentes restaurantes en donde cenamos y el tiempo que estuvimos (o estuve) en cada sitio. Eso sí: no pude encontrar qué fue lo que comí cada vez. Asusta.

La pregunta que cabe es obvia: ¿es una novedad? No, claro que no, si fui yo quien vivió todas estas experiencias. Sin embargo, si yo decidiera ahora apagar todas las opciones, mi pasado ya está registrado. Usted podrá pensar (y con derecho): “A partir de ahora Google no podrá saber lo que yo haga en el futuro”.

Y será verdad (aunque no estoy tan seguro). Puede que no sepan con la misma precisión todos los detalles minuto por minuto, pero... ¿no me habré transformado en alguien predecible? Es que no me voy a mudar, ni cambiar todos los lugares que frecuento (mi familia, mis amigos, los restaurantes a los que concurro...). 

Estoy seguro que usted me entiende: uno no cambia de estilo de vida en forma semanal. Por las dudas, me importa aclarar acá que yo no tengo cuentas ni en Twitter, ni en Facebook, ni en Instagram, ni en Snapchat... ¡nada! No estoy suscripto a ninguna de las redes sociales. Pero además de PáginaI12 leo muchísimo de lo que se publica en el exterior. Si a alguien le interesara saber cuáles son mis gustos, podría descubrir cuáles son mis comidas predilectas, pero también qué música me interesa, qué tipo de películas veo, qué tipo de literatura leo y compro, cuánto tiempo duermo, qué lugares visito, dónde me compro la ropa, a qué cines y/o teatros voy con más frecuencia... Y está todo tabulado.

Una vez más, es posible encontrar una lista en donde aparece un número asociado con los lugares en donde estuve más tiempo, pero además, por ejemplo, dice que visité a mi hermana “solamente” 43 veces en los últimos 10 años (estoy inventando estos datos, pero a esta altura resulta irrelevante)… fui al cine 75 veces, al teatro 32, el restaurant al que más fui en la última década es...etcétera, etcétera....

Por supuesto, internet produjo un impacto brutal en el mundo y tiene todas las cosas positivas que no necesito enumerar. Pero cuando uno tiene toda la información de su vida personal ubicada en una lista.. impersonal, sin emociones, casi sin nombre de personas... con esos datos del pasado, es posible conjeturar con alta probabilidad, dónde voy a estar (y con quién… casi), en los meses que siguen...

Para terminar: como escribí más arriba, el detalle no presenta nada nuevo, nada que yo no supiera de antemano, pero cuando yo era niño, era muy común hablar de una suerte de diario personal, contando la historia de cada uno. Pocos lo hacían (o lo hicieron) y, en general, si mi memoria no me traiciona, era mucho más común entre las mujeres que los hombres. ¿Para qué llevarlo hoy si Google lo hace por uno y no se equivoca nunca? 

Justamente este es el precio: todo lo que vino gratis con la llegada de internet, se paga en privacidad. Quizás a los de mi generación nos importa un poco más… quizás no. No lo sé y no quiero especular con la respuesta, pero en cualquier caso la conclusión no es opinable: “Si a alguien le interesan o le interesaran, las huellas que usted/yo fuimos dejando en el camino, son muy fáciles de recuperar. Con ellas, esa misma persona ‘interesada’ podría intuir o especular sobre su (o mi) futuro”.

En cualquier caso, hoy y ahora, ya es demasiado tarde. Es bueno saberlo.

 

[1] De todas formas, si tiene dificultad con cualquiera de los dos, vaya directamente a Google y escriba “mi actividad” y Chrome lo va a depositar en la página a la que me refiero, y el otro sitio, es el que Google usa para ofrecer sus mapas.