No es que Peter Sagar tenga reminiscencias vagas de su primer y único show en Buenos Aires, en 2017. Directamente, el cantante, compositor, guitarrista, tecladista y fundador del proyecto Homeshake no las tiene. Sólo flashbacks. "Fue bastante difícil porque no dormí prácticamente nada durante las dos semanas que estuve en Sudamérica. De todas formas, mi memoria no es increíblemente detallada", explica previo a su recital de este miércoles 12/2 en Niceto Club, anunciado para las 20. "Recuerdo sentir que el show estuvo muy bien, pero no sé si realmente fue así. También me acuerdo o tengo la sensación de que la ciudad era muy bonita. Por eso estoy emocionado por volver. Y, en esta ocasión, espero estar más presente y consciente."

Desde ese momento, cuando vino de la mano de su tercer disco, Fresh Air, el ex violero de su compatriota Mac DeMarco sumó varios álbumes más a su discografía. Dos de ellos el año pasado: CD Wallet y Horsie. "Cuando terminé Horsie me llevó mucho tiempo descubrir cuál era la mejor manera de lanzarlo, después de haber dejado mi disquera anterior", evoca esta figura del indie del siglo XXI, por videollamada desde su casa en Toronto. "Entonces me aburrí e hice otro disco. No me gusta que haya mucho margen entre la finalización de un álbum y su lanzamiento. Debido a que trabajo bastante rápido, el hecho de que hayan salido dos discos míos en un mismo año tiene que ver principalmente con mi impaciencia. Fue algo frenético y estresante, no lo recomiendo."

El título del primero de los dos discos acuñados en 2024 por el músico canadiense, estrenado en marzo, hace alusión a la palabra inglesa para referirse a los porta CDs. Lo que a su vez alude a cierto dejo nostálgico, tomando en cuenta además que ese formato de reproducción musical se encuentra prácticamente en desuso. "Hacer el disco me hizo recordar algo que en mi juventud disfruté", revela acerca de un trabajo colgado en las plataformas digitales de música y publicado físicamente sólo en CD. "Era como si estuviera archivando recuerdos de la infancia, y ésa fue una de las razones por las que me pareció entrañable. De chico, solía caminar con un par de docenas de CDs, y me pasaba mucho tiempo en el colectivo escuchándolos en un discman."

Al explicar qué lo llevó a remontarse al pasado, Sagar manifiesta: "Durante años tuve un montón de problemas sin resolver con familiares y otra gente de mi ciudad natal (Montreal). Volví a ver hockey sobre hielo, por ejemplo, al punto de que me hice hincha de los Edmonton Oilers. Le presté atención a ese deporte tras ignorarlo durante más de una década. Mucho de eso rondaba en mi mente, y valía la pena explorarlo". Esta decisión estuvo atravesada, musicalmente, por la disonancia. "No todo es un sonido y un acorde hermosos y perfectos. A veces tiene que haber algo feo ahí para resolverlo", opina. "Escuché y tuve clases de jazz de niño, y siento que tomar algo disonante o feo, para luego resolverlo, es una herramienta tan simple y efectiva para expresar cómo es la vida."

Y si a CD Wallet lo ata la disonancia, a Horsie lo aúna la melodía. "Eso surgió de manera natural. Nunca tengo que forzarla ni que pensar demasiado en ella", dice este exponente del bedroom pop. "Una de las razones por la que algunos acordes o algo en lo que estoy trabajando se torna en juego es porque se presenta de manera directa en mi imaginación. Sucede varias veces, lo que me permite escoger en qué trabajar. Por eso me la paso inventando." Las letras de ese otro álbum, editado en noviembre, están inspiradas en el regreso a las giras y en ver ese aspecto de su carrera con una mirada nueva. "Empecé a tratar de entender por qué lo hago", ilustra. "Gran parte de las historias de las canciones suceden en vehículos en movimiento, como si fuera un álbum de viaje por carretera. Trata de alguien que intenta averiguar cuál es su lugar en el mundo."

  • ¿Conseguiste respuestas?
  • No sé, escribo como me viene. En mi proceso le doy bola a lo que me inspira y dejo que suceda. Paso mucho tiempo solo, por eso no me siento preparado para escribir sobre otras personas. A menudo es un autoexamen, tratando de darle sentido a las cosas. Los meses que pasaron entre un disco y otro fueron estresantes porque intenté manejar la montaña rusa emocional de sentir y ver las opiniones de la gente. Pese a que evito dejarme llevar demasiado por las reacciones ajenas, no lo manejo muy bien.

  • En los últimos dos años se disparó la cantidad de recitales y giras, al punto de que la época es llamada "La era de la música en vivo". ¿Cómo le afecta esto a tu ansiedad o a tu salud mental?
  • Ahora bebo menos alcohol durante las giras. Creo que añadir otro depresor no ayuda mucho. Es mejor comer bien e intentar dormir lo suficiente. Las giras son algo extraño. No es que sea un trabajo difícil, pero al final te pasa factura, como cualquier otro trabajo. Sin embargo, como esto se trata de entretenimiento, se hace más confuso. Me encanta la música, y esto forma parte del oficio, es por eso que busco una forma para superar el estrés o los efectos negativos que puede provocar tocar tantas veces en un lapso de tiempo corto.

  • Tras 10 años en el poder, en enero pasado Justin Trudeau, el primer ministro de tu país, puso a disposición su cargo porque las internas de la política canadiense no lo dejan gobernar. ¿Cómo lo viviste?
  • Nunca me hicieron alguna pregunta así, porque nuestra política es muy aburrida. No me gusta el Partido Liberal, pero tampoco los opositores. Trudeau habla mucho y no cumplió varias de sus promesas. Realmente, él no me agrada. El favorito para ganar ahora es Pierre Poilievre, al que desprecio aún más. Me parece una persona horrible, y lo odio a muerte. Y luego nuestro partido más izquierdista, el NDP, me frustra que no tenga ideas. Esto confirma ese lugar común de que no hay que esperar mucho de los políticos. No son confiables. Cuando te hacés mayor, te sentís menos cautivado por ellos. No te dan razones para salir a votar.

En medio de este vacío de poder (o más bien de esperanza), Donald Trump, apenas dio inicio a su administración, propuso anexar a los Estados Unidos tanto a Groenlandia como a Canadá. "Lo que dijo es infantil", afirma Sagar. "No sé qué diablos está pasando, pero no siento que tenga realmente ninguna razón para preocuparme demasiado. Estuve bromeando mucho con mis amigos sobre que ya no tendremos que solicitar visas de trabajo para tocar en Estados Unidos. Tampoco tengo ni una pizca de orgullo nacionalista canadiense. Mi sensación es que provengo de una especie de país falso, pero es donde vivo y en el que puedo ir al médico de manera gratuita. Me gustaría que eso se mantuviera. Solo quiero que me cuiden la salud, soy una persona bastante sencilla."


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